Tripulante y Crucero – Los Pueblos (Gran Derby Records)
¿Afropop hecho en España? No exactamente. ¿Tropicalismo grabado con sintetizadores? Tampoco es eso. ¿Entonces? Escuchemos este disco de nuevo y puntualicemos, para no crear confusiones innecesarias.
Sí, se pueden rastrear las huellas de la bossa nova tradicional, la de toda la vida, en algunos temas orientados a latitudes más cálidas pero mucho menos lejanas musicalmente de las nuestras. También se puede hablar de que el pop que practican Tripulante y Crucero es extrañamente cosmopolita (como si de un chiste malo se tratara, se han reunido músicos de La Mancha, Canarias, Cuba y USA, y eso se nota) y que a veces resulta falsamente superficial, como en «Poema del frío», donde suenan cascabeles y el ambiente recuerda al de un villancico, pero a la vez se nota que es en el folk donde encuentra su razón de ser, y en temas como «Las hogueras» donde se acerca a algo que se podría definir como son mediterráneo. O sea, que hay mucha más tela que cortar de la que lucen en el escaparate.
En «Virgen del Carmen», por ejemplo, vuelven a cruzar el estrecho a ritmo de congas y se bañan en las playas norteafricanas sin ningún complejo. Y casi sin solución de continuidad se marcan una «Samba de carnaval» que apenas necesita descripción. Todo muy estival, ¿no? Pues tampoco, miren ustedes por dónde. Y si no, a ver en qué lista de canciones del verano aparece este «Los pueblos» o se deja escuchar siquiera por alguien que busque cualquier aroma de liviandad como habitual remedio contra el sudor.
Hay sin embargo un lado oscuro, más conciso y centrado, en este segundo trabajo de Tripulante y Crucero, representado precisamente por «Los pueblos» y por las guitarras y sintes de «Nuevo año solar», pero en general la producción resulta convenientemente minimalista y «Difuntos» o «Habana», sobre todo, se ajustan a la atmósfera mundana y desprejuiciada del conjunto de estas composiciones. Como si de unos Ciudad Jardín hijos de su tiempo se tratase, incorporan ukeleles, mellotrones y mucha percusión para vestir, que no disfrazar, el esqueleto de unas canciones en ocasiones más intrascendentes («Vacaciones» no pasa de ser un tibio ejercicio de pop bailable) pero siempre bienintencionadas («Todas las costumbres», con su toque playero, incluso pasaría por una correcta canción surf). El crisol en que se ha convertido su propuesta sigue bullendo de creatividad y, si nadie se atreve a reducir la intensidad de los fogones, amenaza con dar a luz nuevos y más interesantes capítulos. Ciudadanos del mundo, prestad atención, bailad y multiplicaos.