Conciertos

Fly Me To The Moon – Poble Espanyol (Barcelona)

Apenas un mes después que el Primavera Sound cerrara las puertas de su edición más masiva, los organizadores del mismo programaron un festival de bolsillo para que la espera hasta la edición del año siguiente, o al menos hasta un Primavera Club que ya apunta maneras de ser el mejor de su historia, fuera lo más llevadera posible y que endulzara la siempre sosa programación urbana en los meses de verano. Con un desfile de nombres muy consolidados y en el recuperado marco del Poble Espanyol, el Fly me to the Moon ha colmado las expectativas que depositamos desde el día en que durante el Primavera Sound nos enteramos de este insospechado regalo. Una idea excelente, las oportunidades hay que cogerlas al vuelo, que más allá de saber si tendrá o no continuidad, certifica la plena madurez de la línea de trabajo de sus programadores. El estreno ha logrado buena nota en cuanto a público, excelente en su organización y artísticamente dos noches para recordar.

Miércoles 27
The Suicide of Western Culture

El nombre menos mediático del festival, gozando de una oportunidad única de escribir su nombre en un cartel muy exclusivo, a los TSOWC no les temblaron las manos y plasmaron un set de electrónica densa y muy festiva con una línea de espíritu psicodélico que tendría su continuidad toda la noche. Concierto muy bien medido, con la duración e intensidad justas, quizás no encontró su mejor alojamiento en un tonto anochecer de un miércoles con un público que empezó algo frío y ausente pero que al final no tuvo más remedio que ponerse a tono.

TSOWC aprovecharon bien la alternativa afianzándose como valor seguro a poco que uno quiera quemar la noche.

Animal Collective

Menor asistencia de la que hubiera sido razonable pensar y desear. Quizás las críticas a su arriesgado concierto en el Primavera Sound añadieron algo de miedo a la siempre segura incertidumbre de su directo. En un principio los temores resultaron fundados, el setlist fue casi calcado al del Primavera Sound y la alergia a la comodidad seguía presente. Pero quizás por sentirse un poco en deuda o con mayor seguridad fruto de una propuesta que se ha mostrado más sólida que en su otro concierto, al final su lado más accesible se hizo más presente. Como en la otra vez la mayor parte del concierto tocaron canciones inéditas que puede, o puede que no, que conformen la base de un próximo disco del que solo podemos especular y sobretodo desear.

El cuarteto vuelve a los instrumentos “de verdad”, solo Geologist seguía con maquinitas, y retornan a esa calidez orgánica de sus primeros discos. Las canciones nuevas se despliegan en cabalgadas eternas de noise tropical difíciles de imaginar hace apenas dos años. El poco espacio dedicado a revisitar viejas canciones, ya vestidas para la nueva ceremonia, fueron recibidas con los brazos en alto especialmente un «Brothersport» que se ha convertido en un imprescindible de su repertorio. Concierto que como es marca de la casa mira al futuro y nos dejó pensando en los buenos ratos que nos ha hecho pasar y en los muchos que todavía nos esperan por delante.
jueves 28
Joanna Newsom

Había cierto temor que la propuesta de pompas de jabón de Joanna Newsom perdiera puntos en un escenario al aire libre. Afortunadamente la hora programada, el recinto y el respeto mayoritario del público permitieron disfrutarla más allá de lo razonable. Pero se pierde algo de la magia que irradia la californiana en un marco así. Newsom y su banda tuvieron que aumentar el volumen, se ahogaron matices y su voz perdía ese deje aniñado. Aunque también es cierto que la única manera de verla en condiciones y como un señor es que venga a tocar en la intimidad del salón de tu casa. Setlist muy centrado en su último álbum, e imperdonablemente obviando «Baby Birch», el concierto apenas llegó a la hora. Banda al mínimo, ella y tres músicos más, Newsom se echó el concierto a las espaldas, quiso muy poca ayuda de sus compañeros, y lo aguantó de principio a fin incluso con un repertorio del que se olvidó grandes temas.

Si nos obligaran, alguien muy malvado, a clasificar los conciertos del festival, del trío de nombres “grandes” quizás no tendríamos más remedio que decir que fue la tercera que nos gustó más. Pero en definitiva gran noche para Joanna que sigue dejando un reguero de babas allí donde pisa. Su arpa alzándose solitaria en medio del escenario antes de cada concierto ya tiene consecuencias pavlovianas.

Beach House

Las palmaditas de ilusión que daba Joanna Newsom aún en su propio concierto anunciando que después venían los Beach House tenían su correspondencia entre buena parte del público. Grupo últimamente esquivo en los escenarios españoles pero que tras su maravilloso álbum “Teen Dream” ha creado una expectación que rebasa previsiones, al final algunos hemos tenido la suerte de quitarnos la espinita de verlos cerrando el festival. Actitud de grupo grande y muy engrasados se centraron, afortunadamente, en tocar la mayor parte de su último disco. Además muy notable escenografía que no por sencilla fue muy acertada y que agrandaba el sentimiento épico de sus canciones.

Pero lo mejor de Beach House es la leonina Victoria Legrand a la que era imposible quitarle los ojos de encima por presencia, actitud y por su voz incongruentemente cavernosa y etérea. Concierto muy sólido, muy bien elegido que contentó tanto a los que venían por ellos como a los seguidores de la elfa como a los que venían solo a salir en la foto. De todo el festival los Beach House fueron los que más sincronía, como decían los hippies, consiguieron con el público hasta dejar al personal tras el concierto con una sonrisa estúpida mientras dudaban si ir a casa o hacer la última.

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