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Michael Daves – Orchids and Violence (Nonesuch Records)

La premisa en la que se basa Michael Daves en su Orchids and Violence es bastante sencilla: un puñado de canciones conocidas de country clásico, en su mayoría, que ha pasado por la refinería y ha grabado en un estilo bluegrass acústico y en formato eléctrico. La dualidad sonora que presenta este álbum puede interpretarse como un juego, como una forma de aprovechar dos discos enteros que quizá por separado no habrían brillado tanto, o como un interesante estudio comparativo. Porque Orchids and Violence es, básicamente, una muestra de cómo una misma canción, cambiando su interpretación (incluso dentro del mismo género musical) cambia totalmente en su forma.

El primer disco es una recopilación de versiones de canciones clásicas de raíces country y bluegrass, interpretadas dentro de este mismo estilo del que Michael Daves, sin duda, ha hecho su casa. El mismo material se vuelve hacia un rock experimental y blues rock en el segundo CD. Y así, la primera, “June apple”, que sonaba tan juguetona y acústica con el sonido old time, arranca deslizándose pesadamente, con un sonido bluegrass eléctrico al que el rock nos tiene más acostumbrados. Los solos flatpicking limpios y rápidos del primer CD pasan a ser sucios, de un blues espeso e hipnótico. Le sigue “The dirt that you throw”, una balada acústica con un tempo medio y resquicios gospel que en el segundo álbum repite la jugada de “June apple”, con un blues eléctrico más lento, casi elegíaco. Es un esquema que seguirá, casi a merced del propio género, a lo largo del doble álbum. Una apuesta en la que, inevitablemente, no arriesga mucho. Acústicos melancólicos, armonías vocales o esencia rockabilly basados en el country más clásico, por una parte. Blues rock espeso, distorsionado y acompasado, por la otra. La instrumental “28 of January” es una buena muestra de esta dicotomía.

Es un conjunto interesante, aunque algo repetitivo. Destaca “Stargazer”, de Mother Love Bone, cuyo título arranca sorpresa de primeras. Pero Michael Daves y sus fieles acompañantes están jugando a esto: son buenos músicos de bluegrass y tocarán cualquier cosa que se les ponga por delante. Atrae también “A good year for the roses”. Daves aporta una lavada imagen a la balada pomposa de George Jones y a la versión de pop ochenteno de Elvis Costello. Su renovada melodía de rock acústico y bluegrass sureño en un disco y blues rock eléctrico en otro, la coloca en una posición intermedia con un sonido que bien podría haber pasado como bonus track en algún trabajo de aire stoniano de los 70.

Orchids and Violence es, sobre todo, un disco hecho por diversión, como afirma Daves (“empezó como una broma, haciendo dos discos y la misma canción de dos formas”). Un experimento que parece haber nacido como forma de entretenimiento, más que por el ansia de buscar un nuevo sonido o avanzar fuera de la zona de confort. Aún así, en una visión global, ha acabado dando sus frutos. Daves se posiciona como la esperanza del resurgir del bluegrass y country (sobre todo en la escena neoyorquina) y aporta su pequeño toque personal en los sonidos lo-fi y rock noventero que ha incluido en el segundo disco en pequeñas dosis. Con dos versiones a elegir de cada tema, es para todos los gustos, desde luego.

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