Recordamos a Arthur Lee
Tal día como hoy, 3 de agosto, murió Arthur Taylor Porter, más conocido por Arthur Lee.
Siempre que se habla de Rock de los sesenta, el grueso del personal se acuerda de The Beatles, Rolling Stones o The Doors. Pero pocos son los que mencionan a Arthur Lee y Love.
Y es que a pesar de que su obra maestra, Forever Changes, es considerado uno de los mejores discos de la historia de la música Pop, su nombre nunca estará, al contrario que el de algunos de sus contemporáneos, entre los músicos más importantes de la historia de la música Rock.
No exageramos si pensamos que Arthur Lee fue el inventor del Garage Punk, mucho antes de que existiera esa etiqueta, con el tema “Seven & Seve is”, versionado hasta la saciedad por posteriores grupos “flequilleros”. La canción en cuestión ya la tocaba en directo en 1963, aunque fue editada en 1967.
Sobre la vida de Arthur Lee no resta mucho por contar que no haya sido narrado ya. Si tenía una buena noche te podía dar el concierto de su vida, si la tenía mala; el recital se podía convertir en una pesadilla para músicos y audiencia. Dos buenas muestras fueron dos de sus últimas visitas a nuestro país. Aquel mítico concierto en la sala Heineken, antes conocida como Arena, en marzo del 2004, con la sala a reventar y un público más que entregado, seguro que ha quedado grabado en la memoria de los asistentes como algo grande.
Por el contrario, aquel nefasto concierto ofrecido el mismo año en el Festival de Benicassim, fue algo, decididamente, olvidable. Fuentes cercanas a Arthur contaron que el cantante estaba muy afectado por la muerte de su amigo Rick james, 48 horas antes del concierto en cuestión. El caso es que Arthur Lee estuvo bebiendo durante todo el día, no llegando a hacer ni siquiera la prueba de voces. El resultado fue un desastre de sonoras dimensiones, aumentado por la actitud de un público (nada comprensivo) que no acababa de entender el dolor de Arthur ante la falta de su mejor amigo.
Él era así, incapaz de separar su vida personal de la profesional, porque su vida eran sus canciones y estaban indefectiblemente unidas, para bien o para mal.
Hoy, a cinco años de su muerte, nos quedamos con el recuerdo del mejor Arthur Lee.