Conciertos

The Jon Spencer Blues Explosion – Joy Eslava (Madrid)

Hay quienes pueden y quienes no pueden. Estar en un escenario grande y comérselo siendo sólo tres músicos se antoja algo ambicioso para muchos pero no para Jon Spencer, Judah Bauer y Russell Simins. Porque The Jon Spencer Blues Explosion sigue detonando con la misma fuerza de siempre. Con ese arrojo con el que traducen su abecedario de rock.
Como parte de las citas organizadas por el festival Madrid Inquieta, los norteamericanos pasaron por Madrid para dejar un directo de esos que se pegan al cuerpo como sudor caliente. No podía ser de otra manera, las maneras de Jon Spencer, a medio camino entre un lúbrico predicador, un presentador de ferias psicotrónica y estrella de algún morboso night club, se desplegaban sobre el escenario con la soltura y el convencimiento de quien se siente a gusto sobre él, y sobre todo, sabe cómo sacarle partido.
Fueron tres que sonaron a seis. Con volumen, efectos y convicción. Es ese el punto en el que la banda se hace con el dominio del sonido, del público y de la casuística del rock mostrando que son lo que son, un grupo curtido en todo tipo de lugares. Pequeños detalles, como verles en uno de los costados esperando a que se apagasen las luces para salir o miradas entre ellos que parecían cobijarse en una sala de ensayo delataban a tres tipos en los que no hay ni trampa ni cartón.
El concierto fue una constante de canciones unidas por mínimas pausas. Ritmos fuertes, punteos llenos de mojo de blues, rock´n´roll, punk, funk y soul. Pero todo esto traducido a la manera del trío que, en ese encadenamiento de canciones, se iba creciendo, como si la excitación fuese aumentando a medida que el rostro de Spencer dejaba caer más y más gotas de sudor.  
En ese punto estaba claro que estábamos frente a un grupo que o te gusta o te aburre, porque si bien su cancionero es lúbrico e inflamable, puede, de primeras, dar la impresión de que su baraja es limitada. Pero eso acabó dando igual pues las guitarras de Spencer y Bauer dejaban entrever que ahí había más que meros ejercicios de estilo. Había calor, ardor y unos comodines en forma de canción tan puntiagudos como los golpes de caja de Simins.
El trío tocó y atronó. Spencer, como si fuese una mezcla de Andre Williams y Bo Didley, se marcó unas buenas subidas y bajadas verbales arengando a la gente para que se dejase llevar por las virtudes del rock´n´roll de la casa. En ese juego de roles, se atisbaba la querencia del trío por todo el acerbo histórico del que se nutre, en un continuo homenaje pasional a unas raíces que van más allá de lo musical. Porque de esa manera se puede comprender mejor a Jon Spencer. No como un músico pleno de bravura, sino más bien como alguien convencido y poseído por esa esencia que sugiere que esta música viene cargada con algo más que sonido y canciones. Por algo llevan las palabras blues y explosión en su nombre ¿no?
 
 
 
 

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