Discos

1994: Suede – Dog Man Star (Nude/Sony)

Los discos que cambiaron nuestra vida

El mismo año en que Oasis y Blur copaban portadas con sus obras magnas –Definitely Maybe y Parklife-, Suede se enfrentaba al siempre peligroso segundo elepé, tras un excelente y homónimo debut publicado menos de dos años antes y con Brett Anderson convertido en la estrella que siempre ansió ser. La ambición e inspiración compositiva de la dupla formada por el mismo Anderson y el guitarrista Bernard Butler parecía ilimitada, más aún cuando la banda avisaba lanzando ocho meses antes el emotivo single “Stay Together”, acompañado de dos excelentes caras b. Siempre con un ojo puesto en clásicos como David Bowie, The Smiths o Queen, el álbum es un trabajo meditado y cuidado al milímetro, con la seguridad en sí mismo de un vocalista en mejor forma que nunca cantando sobre las expresivas guitarras de Butler, todo envuelto en una elegante orquestación para dar forma a uno de los discos británicos más completos e impecables de la década de los 90.

“Introducing the Band” funciona a la perfección como pretendida obertura hacia el single más incendiario que jamás entregaría la banda, el agresivo e incontestable “We are the Pigs”. Aunque “Heroine” fue presentada como un homenaje a las estrellas femeninas cinematográficas tipo Marilyn Monroe, la conocida adicción a la heroína que en aquella época poseía a Brett, dejará siempre la duda acerca del motivo definitivo de una canción ansiosa y sentida. Por su parte, “The Wild Ones” fue el segundo sencillo extraído del álbum y se convirtió en un clásico de la banda sobre los escenarios. Una bellísima composición que tomaba su título de la película protagonizada por Marlon Brando, con los clásicos falsetes de Anderson acompañando los punteos ofrecidos por el virtuoso guitarrista y los violines escoltando su voz mientras el volumen disminuía hasta desaparecer.

Asentada sobre piano, “Daddy´s Speeding” es quizá la pieza más reposada y puede que también más prescindible de todas, mientras que “The Power” destilaba una épica anhelante de gloria, terminando con los clásicos lalalas´ que nadie ha sabido colocar mejor que los londinenses. “New Generation” fue el último single extraído de la grabación y sin duda el éxito más evidente en ella incluida, con un pegadizo estribillo en boca de un Brett orgulloso y afianzado en su posición de imagen principal del grupo. “This Hollywood Life” era, tras la mencionada “We are the Pigs”, la pista más contundente del lote, haciendo referencia a la otra cara de la meca del cine con la protagonista reclamando angustiosamente auxilio.

“The 2 of Us” resultó una composición casi religiosa y contaba la historia de un ama de casa que, lamentándose de su vida actual, fantasea con vivir nuevas experiencias mientras escucha la radio. Un tema simple en estructura, sólo acompañada de piano y alejada de la complejidad predominante del conjunto, de resultado memorable y que finalizaba con Brett desnudando su alma. Siguiendo su estela se encontraba “Black or Blue” -que forzosa (e injustamente) parecía un tema menor tras su predecesora- y los inolvidables diez minutos de “The Asphalt World”. La categoría del disco necesitaba un remate de nivel para no olvidarlo jamás, y cumpliendo esa función se posicionó “Still Life”, con el espigado cantante jugando a tenor antes del apoteósico final, de nuevo muy cinematográfico, en un cierre estremecedor.

Como pruebas adicionales del excelente momento del cuarteto quedan las caras b que en la época fueron regaladas a sus seguidores, con maravillas como “Killing of a Flashboy”, “The Living Dead”, “My Dark Star” o “Together”. También el enérgico dvd en directo Introducing The Band (1995), ya sin un Bernard Butler que abandonaría la formación justo después de registrar el compacto, por el inevitable choque de egos con Brett Anderson.

En lo que a la postre fue por tanto la última colaboración entre los dos músicos bajo el nombre de Suede (la efímera aventura de The Tears es otra historia), Dog Man Star resultó un compendio de glamour, excesos, ambigüedad, orgullo, nocturnidad, vicio, dramatismo, emotividad, sueños, sentimiento, literatura y vanidad. Un conjunto perfectamente engrasado donde nada faltaba ni sobraba y que desprendía un olor a clásico que aún hoy sigue manteniendo intacto.

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