Delanada – Duelo al Alba (Ovejas y Discos)
A lo largo de este recorrido, más lleno de asperezas que de caricias, uno acaba por apreciar enormemente esos pequeños estallidos de felicidad espontáneos que le sobrevienen por sorpresa. Como descubrir que, lo que adivinaba hace casi un lustro, ha acabado tomando cuerpo en algo tangible y realmente bueno. Hay que ser un cretino de primer nivel para tomarse un disco completamente ajeno como una victoria personal, pero así llega Duelo al Alba para los que hace años vemos en Delanada lo que se ahora hace evidente para la mayoría.
Hace un lustro que hablábamos en esta santa casa de Cuatro Canciones de Amor y una Declaración de Intenciones como el adelanto de todo lo bueno que estaba por llegar. Tras El Enemigo Silencioso, que hizo de bisagra, aparece Duelo al Alba para confirmar esos buenos augurios. De repente, 2014 se ha descubierto como el año definitivo de Javier Molina; o así debería serlo a juzgar por la entidad de su trabajo. Duelo al Alba recoge las mejores canciones del músico de Cornellà de Llobregat y las presenta con sus mejores galas.
De nuevo, Molina ha utilizado un hogar para grabar su disco. El suyo, para ser más concretos. Al final, el techo bajo el que duerme y las paredes entre las que desarrolla su vida vuelven a ser el entorno perfecto para reproducir unas canciones que, más que nunca, se hacen con las manos. Duelo al Alba es, si cabe, aún más espartano que sus anteriores referencias. Como atracar un banco a la antigua usanza y con la cara descubierta. Más kamikaze. Muy puntualmente, Molina se deja acompañar por un Hammond y una guitarra eléctrica, pero la mayor parte de su viaje la hace de polizón con su guitarra acústica.
De hecho, la concepción del disco hace que la acústica asuma un papel protagonista; meticulosa y deliberadamente equilibrada, la colección se desarrolla entre los episodios instrumentales y los que cuentan con la voz de Delanada. Distribuidas con la equidad con la que una madre alimenta a sus hijos, no hay una canción instrumental a la que no siga otra con una historia más evidente. Pocas guitarras desenchufadas van a sonar este año con el brío artesanal con el que restalla esta en «Despierta inconsciente», ni con el relieve vital de «Hombre mira piedra». Obviamente, las piezas de más peso acaban cayendo del lado de la narración estándar: «Presente continuo», «La canción de los muertos» y «Enésimo manual de conducta» son un animal mitológico con las cabezas de Mark Lanegan y Julio de la Rosa, y una enorme facilidad para la contención y épica sureña.
Quirúrgicamente producido, estamos, en efecto, ante el salto definitivo de Delanada con un disco que no debería pasar desapercibido para el gran público.