Benton Falls – Guilt Beats Hate (Deep Elm records)
Un disco que comienza con un inquietante y demoledor “I’m crying for help”, susurrado entre lamentos en la sobresaliente canción “This housecall could kill”, no puede ser un mal disco, porque la sinceridad y el dolor han sido desde siempre compañeros de viaje de las obras maestras.
Benton Falls, que después del abandono de su guitarrista Ryan Gerber (ex-Ethel Meserve) se ha convertido en un trío, nos entrega en su segundo álbum una honesta, emocionante y dolorida colección de canciones. El genio de Michael Richardson, (compositor, guitarrista y cantante del grupo), es asombroso y en este disco volvemos a encontrarnos con uno de esos casos en los que la genialidad se ve estimulada por la tristeza y la desesperación.
En el desarrollo del disco podemos comprobar cómo se dan la mano el rock más actual (violento y rabioso en ocasiones) con la sensibilidad más refinada a la hora de componer las melodías vocales. Un claro ejemplo de eso que ha dado en llamarse, desde principios de los años noventa, emo-core. Este disco es, sin lugar a dudas, un compendio de lo mejor que esta corriente ha dado en los últimos tiempos, pero destaca, sobre todo, porque consigue sus mejores momentos saliéndose de las rígidas fronteras del género.
El lp lo componen diez canciones excepcionalmente producidas por Matt Bayles, en las que se juega con diferentes intensidades, (violencia instrumental y calma a partes iguales), buscando el resquicio de paz en el que poder expresar las dudas y los interrogantes que nos plantea la sociedad contemporánea. La reflexión está centrada sobre todo en las relaciones amorosas, pero también hay tiempo para diagnosticar con pesimismo el lamentable estado de la sociedad de una manera genérica.
Así, en “The race to die” asistimos a una definición hiperrealista de lo que nos rodea: “Everyone has got two jobs and four kids and three cars and one boat”, sin embargo, Richardson apostilla unas líneas después: “Credit buys you everything except love, except life”. Es imposible decir más con menos.
Sin duda, lo que destaca de este trabajo es el grado de implicación de todo el conjunto: la suma de todas las canciones más que cada una de ellas por separado. No estamos, sin embargo, ante un álbum conceptual, pero sí tenemos delante un lp compacto, homogéneo, donde todos los elementos funcionan por la proximidad de los demás. A pesar de ello, encontramos sin problemas canciones tan redondas y definitivas como “There’s no F in Team”, “Bitter by choice”, “Angel on hiatus”, “Trial and Terror” o la desoladora “Like portraits on walls” que acaban por dotar al conjunto de la esencialidad intrínseca a toda gran obra de arte. Esencial por dos razones fundamentales: primero, por la firme apuesta que Benton Falls realizan a favor del rock contemporáneo, con sus imperfecciones, sus asimetrías y sus excesos; y segundo, por las estremecedoras letras que acaban por proporcionar fisicidad a su propuesta. Unas letras escritas desde la sinceridad más absoluta y desde el peor de los sufrimientos: el que no tiene consuelo posible.
En definitiva, intentar expresarte partiendo de un estilo musical tan gastado como el emo-core tiene sus riesgos. Sin duda Benton Falls eran conscientes de ello y, a pesar de todo, decidieron seguir adelante con la empresa. Y si han logrado un resultado satisfactorio ha sido por la habilidad con la que se han enfrentado a la composición de las canciones y por la indudable madurez expresiva que han alcanzado. Es cierto que no han querido escribir una versión de los grandes discos del género, lo que habría sido descabellado, pero el mantenimiento de lazos de unión con otras obras geniales de emo-core hacen que en la comparación este “Guilt beats hate” salga muy reforzado y se convierta en un disco indispensable para todos aquellos que amen las obras hechas desde y para el corazón.
Estamos, sin ninguna duda, ante un disco imprescindible para comprender qué es lo que sucede ahora mismo en el excitante mundo de la música rock, y tú no vas a perdértelo, ¿verdad?.