Ellos (Pop & Dance) – Sala Yasta (Madrid)
No es para nada de buen recibo (por mucho que el público madrileño esté acostumbrado) el tener a centenares de personas a las que se les ha citado a las 22.30, esperando en una kilométrica cola más de una hora, en pleno mes de febrero, con el frío y la lluvia inminente, para finalmente que empiece el concierto ya rozando el día siguiente.
Pero bueno, una vez hecha la crítica que sin duda caerá en saco roto, la vuelta en formato dúo de los cada vez más queridos Ellos (a judgar por sus recientes llenos en la capital) fue sin duda un regalo más que para los oídos, para los fans, para los amantes del POP, y sobre todo para los recuerdos de todos aquellos que después de diez años de la salida de su primer largo Lo tuyo no tiene nombre (Subterfuge, 2001) no habían tenido la oportunidad de verles como eran en sus comienzos.
Ataviados con la única compañía de la guitarra de Santi, las esporádicas apariciones del bajo de Guille, y las excelentes bases realizadas para la ocasión alojadas en un VAIO (curiosa ausencia de Apple en este tipo de eventos), el concierto comenzó a través de “mientes” de manera algo desajustada, posiblemente debido a una voz algo fría de Guille, a la que poco ayudó el alto volumen proporcionado desde la mesa de sonido.
Fue curiosamente a partir de su segundo tema “lo nuestro”, donde todo ya se empezó a ajustar, y el público se empezó a venir arriba, posiblemente conscientes de que lo que allí se iba a ver era una pieza de museo, quizá más valiosa por su alma, por su tiempo y por su forma, que por la finura de sus trazas (por mucho que se apreciase de manera más que grata los arreglos pop contundentes, guitarreros, y casi ausentes de orquestación, en temas como “justicia cósmica”, “pobre caimán” o “cerca”, sin duda a medida para las noches con un formato así).
Pese a eso, no comenzaría realmente la fiesta hasta que empezaron a sacar del armario las prendas reservadas para la ocasión y en las que el público literalmente convirtió el concierto en un karaoke. “En tu lista”, “mi remedio”, “tú primero”, “hermético”… una mirada detenida al pasado, un setlist inmejorable para una noche de recuerdo, una fiesta permanente en la que poco importaba si se escuchaba más o menos la voz de Guille, pues el concierto era cantar y disfrutar de los arreglos y las guitarras de Santi Capote (coreado más de una vez por una sala totalmente sabedora del valor del más tímido del dúo) y donde si bien la voz del Sr. Mostaza no fue una más, sí que hubiese contado con un papel secundario de no haber sido por las continuas muecas, bailes, gestos y expresiones a las que no tiene acostumbrado, y sin las cuales no sería un concierto de Ellos.
Así, entre caipirinha, y caipirinha, la voz se fue perdiendo y los ánimos se fueron caldeando entre el dúo para completar una recta final de clásicos de ayer y hoy (pues creo que “cerca” o “cumpleaños feliz” son ya clásicos consolidados pese a su juventud), y en los que brillaron con luz propia “el anillo”, o “vente si quieres/vente si puedes”, dejando para los bises la traca final de “dicen que te vas”, “lo dejas o lo tomas” y un más rejuvenecido que nunca “diferentes”.
Un genial concierto, en el que dejaron claro lo en forma y lo cómodos que se siguen encontrando en un formato así pese al paso del tiempo. Y es que ataviados con esos vaqueros y esas camisetas, Santi y Guille realmente trajeron al recuerdo los comienzos de dos pipiolos que ni siquiera aún llevaban batería eléctrica, y trajeron una sonrisa de poco más de una hora de duración a todos los fieles seguidores que llenaron la sala Yasta.