Especial: Víctor Nubla y el dulce encanto de la patafísica y el ruido
Ahora parece que la pandemia está (re)escribiendo nuestro día a día. El virus lo tenemos inscrito en la piel, somos como cuerpos inscritos por el miedo y el abandono. Nos parece ayer que estábamos confinados, sin salida alguna, temerosos de nuestro futuro, inmersos en un relato apocalíptico. Hace más de dos años (31 de marzo del 2020) que moría un músico, activista, e intelectual sin parangón: Víctor Nubla. Con él se esfumaba el dulce encanto de la patafísica, otro tipo de virus.
Creo que Nubla siempre estará entre nosotros, no en cuerpo, pero si en inspiración y locura. Nos pilló por sorpresa el deceso. Los que lo conocieron y quisieron mucho lo recuerdan con amor infinito, porque su generosidad era conocida por todos ellos. Era un artista total, y así lo describe Aleix Salvans en la presentación de su (¿último?) libro encontrado en algún cajón Cartes a Maria (Angle Editorial, 2022), y que traduzco del catalán al castellano:
“(…) era músico, poeta, diseñador, ilustrador, escritor, activista, terrorista artístico, disidente político, gestor cultural, excéntrico parlanchín, bromista patafísico, cocinero extraordinario, explorador de los límites internos y externos del ser humano, mentor, amigo, padre espiritual, líder carismático, generador de conocimientos, amistades, proyectos y veladas memorable.”
Todo eso y más, mucho más, era Víctor Nubla. Como músico muchos lo recordarán por formar parte de Macromassa junto a su fiel escudero Juan Crek, pero sus incontables colaboraciones y performances con otros músicos merecen también una mención especial. A todo esto, hay que añadir su labor como escritor. Un narrador de historias de una belleza extraña, que insta a sumergirse en espacios de la memoria muchas veces inasibles. Patafísica y el detalle reflejado en sus retinas, y que describía con minuciosidad de entomólogo.
Este año se han editado dos libros del artista barcelonés, el arriba citado y Biografies Il·Lustres De Personatges Breus (Editoral Males Herbes, 2022) que es un hilarante recorrido ficticio por personalidades históricas. Breves piezas con su habitual humor surrealista y absurdo en donde se inventa las vidas de Margaret Thatcher, Caterina de Medici, o Federico Fellini entre otros. Una delicia.
A nivel personal -y ya habiendo profundizado en la obra de Nubla– sentía la necesidad de hacerle este pequeño homenaje. Por este motivo hablé con Juan Crek, su amigo y co-fundador de Macromassa, para que me enviara clips de voz por WhatsApp con pensamientos que, en cualquier momento del día, le surgieran a vuelapluma sobre su relación, sus vivencias con él. Nos pareció a los dos (a Juan y a mi) que sería una forma heterogénea y rara de plantearnos esta ofrenda, y que a Víctor creo que le hubiera gustado. Espero que allá donde esté expiándonos y anotándolo todo, le guste.
[Clip de audio, 1’ 23’’]
“En la época de los 78, 79 u 80 no más allá, nos inventamos un panfletillo que se llamaba, todo junto, Elperiodicodenadamasqueunahoja, pero en realidad no era una hoja sino una página, porque el otro lado de la página estaba en blanco. Hacíamos unas fotocopias y las repartíamos por diferentes librerías. Era gratuito y tenía la intención de ser como un noticiero. Un noticiero como podría ser el BOES (Boletín Oficial de la Escuela de Sirenas), o incluso actualmente El Mundo Today. Era patafísico y surrealista. Era un punto del imaginario de Víctor en el que él hacía los dibujos”
[Clip de audio, 1’ 56’’]
“Cuando creamos Macromassa yo me había casado muy joven, y nos juntábamos amigos en casa y hacíamos cenas, y esas cosas de la edad. Nos inventamos El Diccionario Patafísico, que supongo que ya existía, y nos empezamos a inventar palabras en plan juego de mesa. Lo convertimos en el origen del submundo de Macromassa. Fue una cosa que hicimos entre los dos, aunque el origen de todo era Víctor. Queríamos sacar de dentro elementos, conceptos, ideas que se convirtiesen en una realidad en el entorno más próximo. Ese era el punto de Víctor, porque así podía viajar por la vida”
[Clip de audio, 1’ 56’’]
“…Bueno, Víctor y yo éramos ultranacionalistas de Gràcia (barrio de Barcelona), y él en su día -yo creo que dejé de serlo- se montó una historia que es donde nace el LEM (festival de músicas de vanguardia), de gente que tenía laboratorios de música en sus casas, y había hecho unas alineaciones. Se montó toda una sinergia en plan esotérica de todas las plazas de Gràcia con unas líneas que las unían, y eso daba pie a un imaginario. Él tenía un imaginario muy importante del barrio de Gràcia, de una forma, digamos, esotérica o mágica hasta tal punto que, en la zona en la que vivía, se hacía él llamar la Patrona de Tucson -como si fuera una reineta- esto ya en los últimos años. Son imaginarios en los que se basaba para luego escribir sus narraciones. Empezó con historias cortas, hasta luego convertirse en un escritor. Antes de fallecer siempre me decía que lo que quería era dedicarse a Macromassa y escribir, y que todo lo demás no le interesaba mucho
[Clip de audio, 2’ 38’’]
“Como compañero artístico te hablaré, porque como compañero de vida íbamos al colegio desde los seis años, hicimos la comunión juntos, pero a partir de los trece éramos muy compañeros de salidas por la calle, de aventuras, y sobre todo, de escuchar mucha música. Fueron nuestros primeros despertares musicales con bandas inglesas. Como compañero artístico nos entendíamos perfectamente, no teníamos que hablar mucho; había cosas que no nos gustaba nada utilizar en la música en cuanto a instrumentos y formas de mezclar o ecualizar las cosas. Nos gustaba velar un poco las letras, no darlo todo explicado. Era muy fácil trabajar con él, tanto en Macromassa como en el LEM, porque cada uno sabía los límites y sus parcelas de trabajo. Solíamos hablar poco cuando hacíamos música, aunque la gente decía lo contrario.”
[Clip de audio, 1’ 53’’]
“Como contador de historias fue teniendo un proceso evolutivo bastante interesante. Empezamos con lo de Los Hechos Pérez que hicimos juntos, aunque él ya había tenido sus escarceos. Estaba basado en lo raro que es el ser humano, en el contrasentido que tiene las cosas que hacen los humanos, y creo que en cuanto a sus narraciones él se decantó mucho por eso de una forma irónica, que a veces creo que no se entendía. Todo lo último que hacía, porque él me lo había comentado antes de fallecer, era estar pensando en Macromassa y en escribir. Su proceso de escritura había subido enteros, entonces a lo que se dedicaba era a ser muy observador y sobre eso que observaba, escribía; todo entorno al contrasentido de la existencia, o de cómo la sociedad quiere ser y lo que es realmente.”