Conciertos

James Hunter – Teatro Lara (Madrid)

James Hunter es perro viejo. Y encima, le sobra talento. Hasta hace relativamente poco su biografía se había teñido de un tono grisáceo: obrero de ferrocarril, músico callejero, corista de lujo y artista cuya voz se resiste a silenciarse sobreviviendo en pequeños clubs londinenses. Un fortuito encuentro con Van Morrison cambió la tendencia negativa y consiguió subrayar su nombre a los ojos del mundillo musical con un simple comentario del León de Belfast «una de las mejores voces y el secreto mejor guardado del Rythm and Blues británico«.
El tono de James Hunter es el de alguien que ha resucitado de las cenizas de la adversidad con un espíritu esperanzador. Esa es la impresión que dejó en su concierto en el teatro Lara. Un show sin grietas, ejecutado con precisión por una gran banda y liderado por un tipo carismático que se sabe al dedillo todos los trucos sobre el escenario.

El sexteto salió a escena con puntualidad peninsular (45 minutos de retraso parece motivo suficiente para que mantengamos intacta nuestra imagen mundial de rigurosísimos gestores. Bruselas lo sabe muy bien). La inmejorable acústica del recinto auguraba una noche realmente emocionante. James Hunter se mostró locuaz y chistoso. Su habla muestra un acento inglés casi ininteligible (o eso, o estaba comiendo almendras a escondidas). A través de su voz, por el contrario, dio una clase magistral de cómo cantar con gusto y estilo.

Pasaban las canciones y se respiraba un clima de moderada satisfacción porque hacían lo que se espera de ellos. Eso sí, en mi opinión, sin capacidad de sorpresa. A priori, tuve cierta desconfianza porque un recinto sentado no me parecía el entorno más adecuado para un evento de estas características. Fantaseaba con que el público se saltase el protocolo, se levantase de sus butacas y se pusiese a bailar de manera desatada. Pero lo cierto es que no tuve ganas de ponerme en pie y el resto parece que tampoco porque permanecimos confortablemente inmóviles en nuestros asientos. Faltaba algún valor en la ecuación que aportara una pizca más de arrebato. Supongo que es culpa del exceso de expectativas.

Sonaron muchas composiciones de su notable ultimo trabajo Minute by minute (13), Su actuación fue un sincero reflejo de ese estilo infeccioso que se alimenta de múltiples raíces (rockabilly, soul y algo de calypso) aunque acabó inclinándose por seductores medios tiempos. Los momentos culminantes tampoco pillaron por sorpresa. Están bien delimitados y así, los espectadores que abarrotaban el Lara coreaban temas tan esplendidos y reconocibles de su anterior album Hard Way (08) como «Carina» y «Jacqueline». Título dedicado a su mujer, fallecida tristemente hace unos pocos años.
James Hunter no me parece un simple imitador de los grandes maestros que tanto admira (Sam Cooke, Howlin´ Wolf, Ray Charles) sino un tipo que recoge su legado con naturalidad y decisión para refrescar un panorama algo lánguido.
Abandoné la sala, con una sincera y agradable sonrisa, que no duró demasiado.

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