Jennifer Castle – Angels Of Death (Paradise Of Bachelors)
La carrera de esta canadiense es de aquellos casos en los que uno no sabe el por qué no tiene mayor repercusión. En sus cinco discos ha demostrado de sobras ser un portento componiendo canciones -una de las más dotadas de su generación- de belleza otoñal bien acolchadas por su preciosa voz, que unas veces recoge el candor de una Sandy Denny, una Judee Sill, o incluso a Josephine Foster, y en otras el candor hierático de la Dagmar Krause en su época en Art Bears. Palabras (muy) mayores.
Con este tercer disco, “Angels Of Death” (Paradise Of Bachelors, 2018) la de Toronto encara un álbum centrado en el tema de la muerte -pérdidas de seres queridos, sí, pero también vierte reflexiones sobre el acto mismo de escribir sobre el dolor, y de cómo plasmarlo- a través de portentosas cenefas de folk, (dream-cosmic) pop, gospel, y retazos de soul ambarino.
Comienza al piano con gemas luminosas como “Tomorrow’s Mourning” o una “Crying Shame” que se abre camino entre los meandros sinuosos del mejor soul macerado en barrica. “Texas” recuerda la muerte de su padre, y lo canta en versos preciosos que te ponen un nudo en el estómago “I go down to Texas/To kiss my grandmother goodbye”, y en otra cumbre, “Rose Waterfalls”, Jennifer enhebra chispeantes armonías country (¡ay ese pedal steel!, muero de amor) mientras pone en duda aquello tan manido de las “musas” en el arte, porque cuando las necesitas, fíjate tú, nunca aparecen. Querida Jennifer, las musas, visto lo visto, siempre estarán de tu lado. Y que dure. Uno de mis discos del año.
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