Kiev Cuando Nieva – Todos los ademanes (AA Recors)
Puede que después de haber oído tantas veces el disco, (e incluso después de haberles presenciado en directo) ya se me haya olvidado en parte, el gran impacto que me produjeron las primeras escuchas del segundo disco de Kiev Cuando Nieva en general, y su primer tema “orilla” en particular.
Y es que el comienzo de Todos los ademanes (AA Records, 2009) no puede ser más original, y cautivador. Una canción totalmente desnuda, formada por un hilillo de voz tan agradable y frágil, que casi dan ganas de abrazarlo, mientras las suaves guitarras, los rumores de las escobillas sobre la batería y los extraordinarios sonidos procedentes de los teclados, se intercalan entre los susurros, como si se tratase del viento suave de la montaña, cuando agita las ramas de los árboles.
Pero es que una vez que consigues pasar de ese primer tema (pues posiblemente estés un buen rato escuchando “orilla” una y otra vez) lo que viene después no desentona para nada. Obviamente por medio de canciones con más ritmo y algo más movidas, pero siempre con ese ánimo tranquilo y relajado, que dan las ciudades del pirineo, y que lo envuelven todo en ese ambiente frío, pero a la vez cálido, con acordes sencillos, letras cotidianas, y surrealistas, que incluso en ocasiones sueñan con viajar al sur de Estados Unidos por medio de banjos y harmónicas como en “un desnivel”, o “probe jefe”, auténticas genialidades sureñas.
Y es que no hay duda de que en Kiev Cuando Nieva, el minimalismo ha llegado al poder, y se hace canción, como por ejemplo en “el seto divide”, “congreso”, o como otra de las joyas ocultas entre las diez canciones que forman el álbum, que tiene por nombre “la carga”, y donde unos agudos coros, hacen de perfecta compañía a una dulce voz y una dulce letra.
Por último, y para rematar la jugada, no se puede acabar de hablar de este disco, sin comentar lo que posiblemente haya sido más comentado, su single “sal”. Donde a través de otra muy buena canción (y posiblemente la más animada del disco), se ha hecho una nueva genialidad, en este caso en forma de videoclip. Una auténtica película de cuatro minutos de duración, que ya ha recibido algunos honores, y que sin duda que los merece, ya sólo gracias a escenas como una picaraza gigante persiguiendo agüelos, o verles tocar encima de un remolque, en plena plaza mayor.
Muy buen disco, y esperemos que pronto, muy buen directo…