Lídia Pujol – Conversando Con Cecilia (Satélite K)

Lídia Pujol es artista habituada a tratar textos de poetas y reinterpretarlos con sones tradicionales. Cualquiera que haya seguido un poco el discurrir musical de esta muchacha sabrá que le gustan las canciones límpidas de estructura clásica. Y ya era hora que se decidiese homenajear a la gran Evangelina Sobredo, Cecilia para la eternidad; nuestra mayor artista folk y cuyas canciones hablaban de feminismo cuando nadie hablaba del tema. Se enfrentó a la censura del Régimen con sus letras y portadas y conoció la fama gracias a temazos como “Ramito de violetas” o “Mi querida España”. Falleció el lunes 2 de agosto de 1976 mientras volvía de un concierto en Vigo, entrando en el club de los 27 como Kurt Cobain, Amy Winehouse o Janis Joplin. Sí, porque Cecilia es de ese nivel.

Es grato que artistas como Lídia, con acento en la í, se interesa por ella y dote a los clásicos con música de raíz tradicional, dándole al viejo folklore un nuevo aire. Ahora ha cogido un hueso difícil de roer porque la voz de Cecilia es mayúscula, pero ha logrado hacer un proyecto a la altura. Que en estos tiempos en los que parece que musicalmente sólo triunfa el trap, el reggaetón y las llamadas músicas urbanas, es encomiable que existan propuestas así para reivindicar y revitalizar la llamada canción popular/melódica y, concretamente en este álbum, la trayectoria y figura de Cecilia.

A diferencia del fenómeno de la folktrónica, la Pujol no recurre a la electrónica para modernizar la tradición sino que lo hace desde premisas sonoras más acordes con el pasado. Una vuelta a lo acústico, más en la onda Sílvia Pérez Cruz o María Rodés. Se dio a conocer a finales de los noventa con un renovado folky, luego se adentró en lo popular y tradicional, pasando por el medievo y hasta por la música yiddish. No puedo olvidar sus regodeos con versos de Lorca, Palau i Fabre o Maria Mercè Marçal entre otros. El que nos compete, este Conversando con Cecilia, está repleto de una sobriedad que, más que un homenaje, suena a invocación.

Canciones cuyas guitarras oímos hasta el crepitar de las cuerdas. Y queda de un nivel Maribel que mejor no contaros nada; escuchen en el enlace y juzguen ustedes mismos. Por mencionar algunas perlas; preciosa el aire aflamencado de “Mi primera Comunión”. Para “Equilibrista” usa notas sinfónicas muy preciosistas. “Me quedaré soltera” igual, guitarra acústica, su cálida voz, y una gran letra; poco más se necesita. Entona el “Ramito de violetas” con tanta precisión y tan leves acordes que aun impone más la letra del mayor spoiler del pop español. Es grato escuchar “Amor de medianoche” guitarrica mediante -la última versión que le hicieron con la voz de Sole Giménez fue un destrozo bestial con una batería chinchinpú y un sintetizador de tres al cuarto tan de la industria musical 2000- aquí es calidez elegante de una guitarra, voz y un pandero que suene en contadas ocasiones remarcando la belleza de la oda. Y si estás acostumbrado a medio bailar “Mi querida España” debido a esos ritmos cuasi mariachis, aquí ni por asomo pues su voz, un piano y el violín a secas consiguen que sí, que te duela España, pero no a las maneras de ciertos partidos ultramontanos. Incluye como prólogo y epílogo el Veni Creator Spiritus, himno cristiano en latín que invoca al Espíritu Santo y que encaja perfectamente en el compendio. Ya lo dije antes; el disco es una invocación al espíritu y la voz de Cecilia.

Agradecemos trabajos así, pues no sólo el homomelómano vive la canícula pendiente de la mal llamada canción del verano. Si hubiera que ponerle notas, un 8 alto rozando el 9, con lo que no tiene que ir a septiembre y puede la Pujol tirarse todo el verano de gira por ahí. Espero verla donde sea, porque el repertorio, la voz y su nuevo trabajo bien lo vale.

Escucha Lídia Pujol – Conversando Con Cecilia

 

 

 

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