Lori Meyers + Los Enemigos (Teatro De La Axerquía) Córdoba 14/07/23
No era el cierre del Festival de la Guitarra, pero podría haberlo sido. Por nombres, prestigio y aptitudes. La penúltima jornada de los directos en el Teatro de la Axerquía situaba en el escenario a dos bandas prácticamente opuestas en planteamientos pero complementarias en capacidad de convocatoria. Brechas generacionales aparte, los miles de almas que casi llenaron el recinto –más en la segunda parte, cuando el pop de masas de Lori Meyers surtió el esperado efecto- acudieron seguros de que la velada sería de las verdaderamente importantes de la actual edición. Juntos pero no revueltos, presentando sus respetos mutuos y manejando los tiempos cada uno a su manera, a priori todo debería salir como suelen salir estas cosas. El oficio y los respectivos currículos eran ya suficiente garantía. Pero, ¡ay!, cuando otros factores no estrictamente artísticos entran en juego puede que el esperado festín, sin dejar de serlo en esencia, se torne menos memorable de lo esperado.
Vaya por delante la total admiración, casi adoración en algunos momentos de su carrera, que algunos sentimos por la banda de Josele Santiago. Una mente tan preclara como humilde, el autor de algunas de las canciones por las que habríamos matado quienes una vez nos planteamos ser algo más que meros escribas del pasado y presente de este arte. En definitiva, el santo y seña de unos Enemigos que ya han superado el proceso de resurrección para reinventarse en lo que nunca dejaron de ser: El pulmón del rock hecho en nuestro idioma, dueños de un cancionero imbatible que siguen desgranando como reafirmación de identidad. “John Wayne” lleva abriendo sus conciertos desde hace un año; “Me sobra carnaval”, “Brindis”, “Septiembre”, “Desde el jergón”, “El gran calambre final” y “La cuenta atrás” suenan todavía imprescindibles y mejoradas con la aportación del gran David Krahe a la segunda (o la solista en muchas ocasiones) guitarra, y la retaguardia sonora clásica formada por el tándem Fino Oyonarte y Chema ‘Animal’ Pérez clavan cada acorde con más destreza que nunca. Entonces, ¿dónde está la objeción antes anunciada?
Puede que nos equivoquemos, pero el estado vocal del señor Santiago ha pasado por mejores épocas en las que además su memoria a la hora de recordar algunas letras no flaqueaba tanto como ahora. Ojalá que los excesos etílicos que llevaron a mal traer su fisonomía y la de la banda no sean el principal causante de los varios desajustes que se pudieron escuchar en ciertos momentos, pero el deslucimiento en las letras, ese aparente afán por encajarlas a destiempo y el aspecto general de despiste no ayudan a mejorar dicha impresión. Una pena, porque que incluyan a estas alturas pequeñas piedras de toque en su momento minusvaloradas, como “Clonaciones S.A.”, “No se lo cuentes”, “Sin hueso” o el clasicazo “Complejo” es algo que no tiene precio. El capítulo de descargas adrenalínicas llegan con “Dentro”, la inolvidable versión de la serratiana “Señora”, y las dos únicas incursiones en su discografía última, “Vendaval” y una huracanada “Siete mil canciones” con la que anticipan un par de bises igual de valiosos: “Esta mañana he vuelto al barrio” y “Paracaídas”. Básicamente, para que no se nos olvide que estos señores tienen temas para dar, tomar y repartir. Un concierto que pudo ser mejor, pero al que volveremos una y otra vez para reconocer nuestras vidas y muchas cosas que sucedieron en ellas.
Lori Meyers es un serio ejemplo de cómo dejar el listón en lo más alto sin mayor esfuerzo aparente. Se basan en un repertorio amplio, que atraviesa lo mejor de sus respectivas etapas y se detiene en los temas más coreables con algún capítulo menos previsible. De sus últimos “Seres de luz” hasta la infalible “Alta fidelidad” todo en ellos desprende luminosidad, y no solo por el amplísimo aparato escénico que despliegan, pues desde hace tiempo juegan en los puestos de honor de la primera división del pop (¿independiente?) español. Después de haberlo comprobado in situ tantas veces, poco queda por decir del poder de comunicación de un Noni al que cualquier escenario se le queda corto y de una banda que sabe combinar teclados, guitarras y efectos con la efectividad que merecen canciones a las que pocas pegas se pueden poner. “Luces de neón”, “Planilandia”, “Punk”, “Luciérnagas y mariposas”, “Emborracharme” –probablemente el himno que los trascenderá, junto a “Tokio ya no nos quiere”-, “Siempre brilla el sol”, o las más genuinas “Hacerte volar” y “El tiempo pasará”, subiendo y bajando la intensidad a voluntad y deslumbrando con las consabidas “A-Ha han vuelto” y “Mi realidad”. Todo servido en bandeja para el goce de los fans directos y la concienciación de los indirectos de que estamos ante una banda que ya es historia viva de los festivales. No trajeron su versión reducida ni mucho menos, sino que se explayaron y sudaron profesionalidad sin objeción alguna. Así suena el pop de ayer y de hoy, y si me apuran, el de siempre.
Hasta el próximo julio, si es que un alma cándida no se preocupa de trasladarlo de fechas ante la amenaza de fundición, el festival más famoso de la ciudad califal echa el telón con el logo bien enfocado, esperando que el balance haya sido igual de positivo o más que el anterior. Con estos mimbres, nos consta que así será.
Fotos Lori Meyers + Los Enemigos: IMAE Córdoba