Discos

Mala Rodríguez – Alevosia (Universal)

Tres largos años ha necesitado Maria Rodriguez para terminar de dar forma a la continuación de Lujo Ibérico (Tu pierdes, 00), un destacado álbum de debut que, sin ser tanto como se ha hablado, colocaba a la andaluza en la primera linea del hip hop patrio con temas tan rotundos como «La cocinera» o «Tengo un trato». Desde entonces, cualquier aparación de Mala Rodríguez rápidamente tenía su repercusión en los medios musicales más prestigiosos del país, mientras que las noticias sobre su nuevo trabajo seguían demorándose. A principios de este verano al fin se publicaba un ep que servía de adelanto a este trabajo, y que contenía como tema principal «La Niña», en el que sobre una base intensa pero lo suficientemente comedida, María pasaba revista a una historia marginal sobre la infancia y las drogas con sensibilidad y buen gusto, confirmando que la lenta cocción de Alevosía estaba más que justificada, y nos hacía albergar grandes esperanzas.

En el mes de noviembre finalmente veía la luz Alevosía, un trabajo que, tras un portada horrorosa (made in Universal; que no, que la Mala ni es ni debe ser ninguna diva del soul) escondía nada menos que 15 canciones, incluyendo cameos de gente como Kultama (su acompañante en directo), Supernafamacho y sobre todo Raimundo Amador.

Alevosía es un álbum ambicioso y muy trabajado -sobre todo en las letras-, que sin dejar escapar la esencia y la espontaneidad de Lujo Ibérico (Tu pierdes, 03) «tu propón-pon, que esa puta dispone; m’iplico ah, el ritmo se compone, este compás se impone-one-one-one y one y tú te lo comes» recita en «Jugadoras, jugadores», profundiza mucho más en la corrección y la concrección lírica, ajustando unos textos que buscan la crudeza y el «estimulo social» («por ser mujer llevaba pistola, ya sabes, pa no sentirse sola»), por llamarlo de algún modo, sin caer en tópicos chabacanos, es decir, tenemos a una Mala directa, concisa y sobre todo elegante y con clase. Linea esta en la que firma los mejores momentos de Alevosía, como las ya citadas «La Niña» y «Jugadoras, jugadores» u otras como «Una raya en el agua», «Lo fácil cae ligero» o la propia «Alevosía».

Con guitarras aflamencadas omnipresentes, sin abusar del scratch y esforzándose para hacerse entender, Alevosía tiende un puente necesario entre el hip hop y «todo lo demás», algo así como lo que hicieron el año pasado Ojos de Brujo con Barí (La fábrica de colores, 02), pero mucho más puro, elegante y sentido -aunque ya sabemos que alguno le parecerá aburrido-.

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