Mucho – El Apocalipsis según (Gran Sol)
¿El mundo político según Mucho? ¿O la particular política de Mucho? Definiciones, estilos, sendas paralelas, referencias sociales, nuevos aderezos… Todo vale cuando la idea es hacer un disco conceptual, o temático, o puede que ninguna de las dos cosas y ambas a la vez.
En la indefinición está el orgullo de saber que estás un peldaño por encima de muchas otras bandas que renuncian a decir lo que tienen que decir por no encontrar los mimbres adecuados. En los que trabajan los toledanos se apiñan la inminente catástrofe universal, los hechos y dichos que contribuyen a la misma y, de paso, un par de hits de los que crean escuela en esto del pop. La suya, que ya construyó sus primeras clases con las canciones de The Sunday Drivers, es la que tiende a erigirse en la dirección que sople la melodía, aunque ahora se esfuercen en contrastar otros cambios climáticos y aprovecharse de ellos. Ricky Falkner al timón, Fluren Ferrer como mecánico de guardia y Santos Berrocal como jefe de navegación dirigen la nave hacia terrenos más frescos (el funky electrónico de «La larga risa del emperador») y latitudes más cálidas (la compleja estructura de «En la base de la montaña») sin quitarle el ojo a la brújula original. En los «Motores» de la nave radica gran parte de su potencial sonoro, que sin duda vuelve a vararlos en «El sitio correcto» con unos teclados deliciosamente unidos a las guitarras propicias para el anclaje. No es esa la única ocasión en que la tripulación podría olvidar las amenazas del Apocalipsis y ponerse a bailar despreocupadamente, porque «Las plantas», por ejemplo, contiene una base rítmica lo suficientemente enérgica como para que otros aventajados de la flota -se nos viene a la mente un nombre como Air- empiecen a preocuparse por la proximidad de los avezados manchegos.
El camino hasta este nuevo destino ha sido más retorcido, con muchos más callejones sin salida para los estribillos y bastante menos instantáneo y redondo en su trazado, pero a lo mejor ahora viven, y nosotros también, mucho «Más feliz sin televisión» y demuestran que los cuatro (sí, ya no son un quinteto) han escuchado otras llamadas y han barnizado su quilla con colores más austeros, lejos de la falsa modernidad del blues contemporáneo, como unos Black Keys menos afilados que los inspirasen en «Como si no hubiera mañana» o «El lustroso alarido». El pop parece ser todo menos eso en ocasiones, sin dejar de ser la «Sustancia fundamental» de la que parta cualquier travesía. Claro que aquí la amplían, la transforman e incluso la pervierten en la «Sal de la tierra» (¿alquien podría acordarse de los Rolling Stones cantándole a su vez en «Salt of the Earth»?).
Si este es el anuncio del Apocalipsis más cercano, en previsión de que vengan otros tantos, anunciados o no, Mucho se posicionan en medio del océano con las velas desplegadas y el depósito repleto, dispuestos a afrontarlo con sus propias armas y a decirle unas cuantas palabras antes de que todo se vaya al garete. Si son las adecuadas o no, lo sabremos dentro de un tiempo, cuando el naufragio sea generalizado y solo salgan a flote las canciones destinadas a eternizarse. Que alguien nos diga entonces, si sobrevive, si entre ellas hay alguna de estas.