Periferias 2013 – Palacio de Congresos (Huesca)
La decimocuarta edición del festival multidisciplinar Periferias contó como leitmotiv el tema del horror. Y si bien es cierto que en las exposiciones y sesiones audiovisuales bien se cumplió con este objetivo, por suerte o por desgracia en el ámbito musical poco se notó ninguna focalización hacia destinos más oscuros o tenebrosos. Sí en cambio el festival contó con una más que destacable selección de bandas y músicos que conformaron un exquisito menú con una valiente variedad de estilos que abarcó a los paladares más dispares del público.
Además un festival tan añejo como éste siempre tiene a bien mostrar una organización muy rodada y unas grandes condiciones acústicas que unidas a un recinto que cuenta con un auditorio de calidad hacen disfrutar al máximo de la experiencia. El aspecto más negativo de la edición fue la escasa respuesta de los aficionados que no llegaron a llenar ni la mitad del aforo aunque según los seguidores más veteranos del festival ésta es una sempiterna característica que solo hace acrecentar el sentimiento de identidad y pertenencia entre los que aguardan estas fechas para disfrutar de una cita tan característica como el Periferias.
Este cronista empezó el jueves con los oscenses Amorica que hicieron un concierto de pop-rock efectivo y contundente con un directo muy bien llevado y que terminaron su actuación con un sentido homenaje al recientemente fallecido Lou Reed del que interpretaron con destreza «Perfect Day» y «Sweet Jane» sin apenas tiempo a ensayarlas.
Continuaron la noche Doctor Cuti & The Mogambos, un trío aragonés de inspiración vudú de Nueva Orleans, si se entienden las coordenadas, que hicieron alguna versión notable como «Summertime» de los The Zombies y que cuando tocaron su propio repertorio dejaron claro su querencia por artistas oscuros del delta como Dr.John. Los también aragoneses Licor de Pájaro supusieron una ligera decepción. Con una banda de acompañamiento que envidiaría el mismo Sufjan Stevens no supieron sacar todo el sonido potencial que tenían entre sus manos y dieron bandazos todo el concierto sin parecer estar nunca cómodos del todo.
El plato fuerte de la noche fueron los inclasificables Los Ganglios que allá donde van tienen su incondicional reserva de fans dispuestos a caer por ellos en la idolatría. Oscilando entre el bakalao, la cumbia y la electrónica de garrafón, con buenas dosis de sátira y actitud fiestera, pusieron a bailar a la audiencia si bien no se les vio en plena forma. En todo caso Los Ganglios son siempre una gran experiencia y sus canciones tienen la particularidad de engancharse con ganas en el cerebelo durante días y días.
El festival arrancó de nuevo el sábado, una vez pasada la fiesta de Todos Santos, o Halloween, según se hayan visto demasiadas películas americanas o no. En el auditorio estrenó la noche el cantautor donostiarra Rafael Berrio que vino acompañado de un cuarteto de acompañamiento con guitarra, bajo y vientos que sentó de maravilla a sus composiciones con letras desesperadas pero de magníficas melodías.
Berrio estuvo sensacional en sus interpretaciones y sin duda su concierto fue uno de los platos fuertes del festival. El por qué este autor sigue siendo un secreto reservado solo para los melómanos más inquietos es todo un misterio porque tiene grandes temas y mejores letras. Y tras la reflexión y la intimidad de Berrio, casi sin pausa, los omnipresentes y omnipotentes Zá! asaltaron el Palacio de Congresos con su potencia y exuberancia. Empezando el concierto casi desde la calle y sin dar un momento de tregua, Zá! volvió a reivindicarse como poseedor del directo más impredecible de España. Da igual las veces que se hayan visto, siempre sorprenden y siempre dejan la boca abierta del público. El relevo en la locura musical fue tomado por los valencianos Wau y los Arrrghs que ofrecieron un concierto sencillamente impecable. Rockabilly, garaje, retazos de soul, todo cabe en una propuesta magnífica que puso a botar a todo el público y que probablemente para la mayoría de los presentes fue la mejor actuación de todo el festival.
Juanito Wau, vocalista y alma de la banda, se comía literalmente el escenario a bocados y dejó claro que como bestia escénica pocos están a su altura en la escena nacional. Y de nuevo cambio de onda casi instantáneamente. Con el corazón acelerado por los Wau pasamos a la introspección de la electrónica ambient con alma pop de James Ferraro, sin duda el concierto que más corrillos creó en el festival, especialmente entre los muchos que apenas aguantaron cinco minutos. Tocó tres temas, de unos diez minutos cada uno, de aridez notable y en los que había estar muy atento para escuchar (o imaginar) las progresiones. Si no se hacía así solo se escuchaba ruido. Evidentemente una propuesta tan difícil a esas horas de la noche no sentó muy bien ni tampoco ayudó la timidez de Ferraro que apenas levantó los ojos de sus sintes y samplers más que para mover los labios al despedirse. Sin querer entrar a valorar la calidad del concierto por influencia en su género y por su progresión, uno tiene la esperanza que ver a Ferraro en 2013 es como ver a Animal Collective en 2004.
La noche la cerró otro visionario para quien su lema debería ser «experimenta o muere». El inclasificable Dick el Demasiado ofreció una buena sesión de ritmos remotamente bailables inspirados en una evolución de la cumbia en un futuro muy lejano. Realmente quizás no era el mejor momento para su propuesta pero había que dejar claro a los pocos que no lo sabían que el Periferias es un festival diferente que solo sigue su propio ritmo.