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Queens of the Stone Age (Noches del Botánico) Madrid 20/06/24

Por mucho que las notas de la orgía de Conan el Bárbaro de Basil Poledouris anticipasen la puntual salida de Queens of the Stone Age en su noche botánica, poco se podía ocultar las terribles ganas que mostraba el público. Acostumbrados a un país donde el retraso es piedra angular, no es moco de pavo, y es que se barruntaba en el ambiente la tremenda noche que los estadounidenses iban a tener en ese foro rodeado de árboles morados. Por supuesto, la aparición de un tipo enorme como es Josh Homme y vestido de rojo no dio lugar a dudar de que esa orgia pregrabada tenía visos de desaparecer para dar paso a una viva.

Y es que a Queens of the Stone Age poco les hace falta para saber conjugar su repertorio y la cedencia en un buen producto, memorable y directo al hígado. “Little Sister” e “In My Head” abrieron ese fuego necesario con un juego de guitarreos contundente, declaración de intenciones que ni Homme ni Troy van Leeuwen quisieron retrasar. La primera gran aprobación del público caería con el stoner más arquetípico de “Smooth Sailing”, que permitió mostrar esa precisa coordinación entre todos los agentes implicados y con algunos destellos de guitarra aislada y final raspado que fueron más que suficientes para la guerra.

El marco de la pirámide de colores algo básica, pero oído lo oído hasta quizá innecesaria, que acogía al quinteto iría mutando con la contundencia, convirtiéndola prácticamente en un artificio. Saludos protocolarios, “Hola, ¿qué tal?” para tomar aire y vuelta al tajo con una “Paper Machete” que sonó perfecta a pesar de algunos problemas logísticos de Jon Theodore que no afectaron lo más mínimo. Van Leeuwen a las maracas anticipa esa “My God is the Sun” con toda la fuerza y energía del bajo de Mikey Shoes, prolongando su estado de gracia hasta el final (iba a escribir del contundente cierre del tema, pero, ¿para qué reducirlo ahí si su protagonismo sería imperial, como habitualmente es?).

“Emotion Sickness” encontraría el diálogo entre guitarras, interrumpido necesariamente por esa percusión que marcaba la colaboración del público que no dejó de corear el estribillo. Y es que poco importó que ese equilibrio entre ritmos pudiera llegar a un punto algo más bajo con “Turnin’ on the Screw” o la elegancia “sosegada” de “I Sat By The Ocean” si la técnica es impecable. Pasaría el estereotipo de “Made To Parade” o la vuelta al juego de cadencias con “Carnavoyeaur”, tema propicio para la lujuria y para que Homme acabase con un sujetador negro lanzado desde la caldera que era la pista.

“The Sky Is Falling”, según contaron, estaba prevista, pero la anécdota que Shoes detectó entre el público —una pareja recién comprometida— hizo que fuera sustituida por “The Way You Used To Do”, primer cambio sobre el repertorio esperado a tenor de lo conocido de esta gira y que no sería el último, incluida la poco acertada erradicación de ese “You Think I Ain’t Worth A Dollar (…)” que no sonaría en toda la noche.

Como una máquina precisa, a las once de la noche el ambiente cambiaría, y el stoner más fundacional de “Into The Hollow” y el aderezado con el virtuosismo de cuerdas de “Negative Space” se harían con un espacio que tomaría el público a grito pelado para contribuir a ese “Make It Wit Chu”. Aprovecharía Homme para presentar a la banda y que se cayese el Jardín Botánico con cada nombre, auténticas estrellas de esa constelación con luz de superbanda que son, para cerrar con la energía de “I Thisk I Lost My Headache” y recargar con “Go With The Flow” las ganas de más, esas mismas que llegarían con unos bises que, ya por entonces, se presumían tremendos.

Para aquellos que esperábamos ese momento de Jon Theodore antes de “You Think I Ain’t Worth A Dollar (…)” y que no encontramos, fuimos resarcidos con un bloque compacto de técnica y fuerza. La contundencia hipnótica y el desarrollo de las partes minimalistas de “God is in the Radio”, y con espacio para ese lucimiento de solo de batería, parió esa comunión que arrastra “No One Knows”, quizá la forma más festiva de preparar esa salvajada que es “Song For The Dead”, auténtico aquelarre formado por todas estas reinas de la contundencia, derroche de esa energía que quedó para que el electrizante e intenso final dejase vibrando mucho más que la estructura piramidal que fue testigo una noche más de la firmeza del quinteto californiano.

Fotos Queens of the Stone Age: @samanthalopezs (Live Nation)

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