Gigatron – La Xusta Tour (Sala Nazca) Madrid 26/04/25
Para los “jevis” hay cosas en la vida que son sagradas, el primer disco de Judas, las primeras litronas en el parque… y el concierto anual de Gigatron. Bueno, quizás esto último para los más puristas no, que Gigatron son amados y odiados a partes iguales.
La autoproclamada banda más “jevi” del universo (y también de otras dimensiones) llegó a la Sala Nazca con su nueva gira mundial, de nombre La Xusta Tour, haciendo referencia a su último disco La Xusta de Zarathustra (Dioses del metal records 2024).
Tuvimos el privilegio de asistir al meet and greet – previo al concierto – organizado por Gigatron. Normalmente, estos no son más que una máquina de sacar las perras a los fans, pero en su caso, todo cobra sentido, el precio es más que razonable y la experiencia de tener enfrente a semejantes elementos, en formato acústico y desplegando su inagotable arsenal de humor, es simplemente impagable. No puedo revelar mucho más, porque tendrían que matarme.
Comenzaba el concierto y la premisa era tan sencilla como demencial; contar “la historia del jevi metal de la humanidad”, dividido por bloques históricos y musicales, siempre bajo la visión paródica que solo Gigatron saben manejar. Si no terminaste llorando lágrimas de birra, claramente estabas en el concierto equivocado.
Desde que salieron a escena, con sus mallas imposibles y poses de héroe de la Marvel, pero del hacendado, el ambiente fue el de una secta abducida a los Gigatrones; todo cristo entregado a la risa, al headbanging y a la épica más exagerada y absurda, no me extraña que en ciertos círculos del metal más ortodoxo no quieran saber nada de ellos.
Como si aquello fuera una epopeya, el setlist fue estructurado en capítulos. Arrancaron con lo que ellos llamaron “Tributron”, que comprendía canciones de sus comienzos, como las imprescindibles “El barco de colegas”, o “La tierra del rock”. Para seguir – sin perder tiempo – con la “Prehistoria”; “Rollo primitivo” y “Neandermetal”, entre rugidos prehistóricos y riffs tan gruesos como las caracterizaciones que llevaba el nuevo performer, por supuesto con las debidas explicaciones entre canción y canción.
Navegaron después por la edad del metal antiguo, en la que la épica rozó ya cumbres casi paroxísticas con su hit “El papiro de aluminio” y sus trons los “jevis astronautas” y para ese entonces la sala ya era un barco de colegas dispuestos a naufragar en cerveza caliente, la que sirven en esa sala a precio de cuerno de Lucifer.
En la edad media no pudo faltar ese clásico de su cancionero que es; “Queridodin”, en la que un mar de cuernos inundó la sala, para acto seguido cantar aquello de “¡Esta sala la vamos a quemar!”. Y así fuimos cayendo bajo el influjo de un Charli en estado de gracia, al frente de ese ejército de dioses del metal, hasta llegar al “Rockmanticismo” con temas como: “El barbero de Vallekas”, o “El Superjebi”, que no es – ni más ni menos – que “Alluminati III”.
Para el bloque del futuro llegó uno de los momentos más bonitos de la actuación, con un sentido homenaje a su archienemigo natural; Rafa Basa. En un ejercicio de humor surrealista, presentaron la canción “Nazis en la Luna”, dedicándosela al alemán Rafa Barsen. El público – por supuesto – lo celebró entre carcajadas y cuernos en alto, meintras Gigatron se convertían en unos Rammstein de barrio.
Más allá de la risotada constante, Gigatron ha demostrado a lo largo de los años que, su amor por todo el universo del metal es de acero inquebrantable. Tocan de verdad, suenan compactos y tan brutales como un puño de Mazinguer y no cualquiera puede estar haciendo el cabra durante más de hora y media y clavar las canciones como ellos.
Son una banda totalmente independiente, con su propio sello discográfico, gestionándose el merchandising, organizando temas de prensa y – con todo y con eso – llenando una sala Nazca el día de la final de la Copa del Rey y tocando en festivales y eso, amigos, puede ser que sea (también, además de su poca vergüenza) lo que le duela a algunos.
Porque sí, Giatron serán unos jetas… pero son nuestros jetas y si no existieran habría que fabricarlos a martillazos.
Fotos Gigatron: Fernando del Río