Entrevistas

Villanueva

Cada vez ves a menos chicos de diecisiete o dieciocho años asistir a los conciertos y eso es un problema

Charlar con Josete, el líder y cabeza pensante de un nuevo proyecto llamado como su segundo apellido, Villanueva, es un placer que podría extenderse durante horas sin que cuestiones ni conversadores encuentren obstáculo alguno para detener el flujo de palabras. Tanto es así que en la antesala de su concierto en Córdoba, una de las plazas que incluye su actual gira, casi retrasamos (involuntariamente) la prueba de sonido después de un accidentado trayecto para presentar en directo los temas de unos Viajes de ida que no necesitan billete de vuelta. Uno de los discos más frescos de los últimos meses y un músico interesantísimo con las ideas lo suficientemente claras como para que le prestemos la debida atención durante el tiempo que haga falta.
 
Son muchos, muchísimos, los kilómetros que una banda necesita hacerse al año para defender y difundir sus canciones en las diversas plazas que las requieran, y a veces con demasiado cansancio y dificultades de por medio. La pregunta sería: ¿Compensa siempre tanto esfuerzo?

Ya los kilómetros a día de hoy es lo que menos importa, y normalmente es que no me hago esa pregunta. En ningún momento de toda mi vida, desde que tenía otros proyectos, me he preguntado si esto compensa o no compensa. Lo haces por corazón o por vocación y nunca te planteas eso, puedes tener más repercusión o menos, pero realmente no me lo he preguntado y si alguien se lo cuestiona más vale que no lo haga.
 
El proyecto de Villanueva, o de Josete Díaz Villanueva en concreto, viene de varias y excelentes referencias anteriores, tampoco es que seas un recién llegado. ¿El concepto ahora es de banda o de solista acompañado de músicos ocasionales?

Es fifty-fifty. Es decir, Villanueva es una banda que tiene mi apellido por nombre, porque cuando yo ya tenía el disco grabado no tenía ni banda, no tenía discográfica, no tenía absolutamente nada, y yo le puse mi segundo apellido entre otras cosas porque si iba a moverlo un poquito a la poca gente que me conociese no quería tampoco enseñar otro proyecto de Josete y en vivo probablemente pasaría desapercibido porque nadie sabía que me apellidaba Villanueva hasta ahora. Le puse ese nombre temporalmente, lo que pasa es que luego ya me dio pereza cambiarlo y se quedó así, y después lo que está claro es que el proyecto nace de mí, es mío, y aunque monte una banda y funcionemos como grupo es una democracia dictatorial, es una democracia en la que yo digo al final lo que se hace o lo que no o dirijo las trazas, pero en gira funcionamos como banda.
 
¿A estos músicos con los que formas esa democracia los seleccionaste por alguna razón en especial?

Sí, los he seleccionado porque quería una banda y los seleccioné porque, pasado ya un cierto nivel en cuanto a forma de tocar, yo quería coger a gente que tuviera su personalidad y que en gira supiésemos llevarnos. Escogí a personas más que a músicos y claro, la experiencia de ellos es muy grande, desde el batería que tiene veintiún años y viene de un grupo de hard rock y metal y ya hizo una gira europea con diecisiete años, la experiencia en carretera la tiene y yo buscaba gente que supiese convivir en gira. ¿Por qué? Pues porque como todo el mundo sabe las giras a veces son complicadas, hacemos muchísimos kilómetros con dificultades precisamente para llegar hoy a Córdoba, y sin embargo venimos con la mejor de las sonrisas y con todas las ganas. Eso yo creo que es fruto de gente que tiene la misma vocación que yo, es decir, en este grupo yo puedo ser el líder pero hay como cinco Josetes que por supervivencia nos llevamos bien y con profesionalidad, no sé si cabe esa palabra ni si es la más indicada pero sí que es el leit motiv de que tengamos siempre la mejor de las disposiciones.
 
Hablando de las canciones, que es lo que realmente importa, se puede decir que construir esta nueva nave habría sido algo así como partir de cero. Con las referencias que cada uno tuviera, que tú también tendrás las tuyas como músico, pero intentando crear algo fresco o al menos diferente.

Me encontré con el tiempo, y cuando dices que era fresco y tal, precisamente con esa diferencia: el no pretenderlo. Yo no quería hacer un disco original, ni tampoco creo que lo sea, ni quise buscar una idea o un proyecto nuevo y tal, me limité en la medida de mis posibilidades a ser lo más natural posible. Yo ya no sabía qué era lo que iba a pasar conmigo, si iba a tocar o no, si iba a llegar a Córdoba para que me hiciérais una entrevista… nunca lo supe. Hice lo que realmente me ha funcionado toda mi vida, que es hacer unas canciones para agradarme a mí primero, porque consideré que primero era yo ya, y fíjate que ya no tenía grupo, no tenía nada, y me quería satisfacer a mí mismo junto con Ángel Luján, que es una pieza clave. Él sabía a dónde yo quería llegar y me ayudó mucho a encontrar esos mapas de los «Viajes de ida». Lo teníamos claro los dos y lo hicimos con la mayor de las naturalidades, de hecho alguna vez, en algún momento, en alguna canción que nos escapábamos y queríamos ser un poquito barrocos me cogía Ángel y me decía «¿tú te das cuenta de que eso no es lo que quieres?» Y yo decía «pues hoy no lo veo pero mañana lo veré», pero ante todo naturalidad y agradarnos a nosotros mismos. Él lo disfrutó como productor y yo como alma mater del grupo, y creo que de lo que estás hablando realmente es de eso, de que es un disco que no tiene pretensión de nada, entonces eso parece que me hace sacar una voz que es muy parecida a la mía hablada y puede que no haya esbozos de intentos de parecerse a nada.
 
Has estado muy bien rodeado también, no sé si a través del propio Ángel Luján o por contactos propios. Ahí están tocando Ramiro Nieto de The Right Ons, Carlos Sosa de Fuel Fandango, Óscar García de Tuya…

Sí, ahí Ángel me ayudó mucho y bueno, los fui conociendo y me di cuenta de que no solamente son musicazos que lo han demostrado toda su vida, sino que encontramos un punto en común, veíamos que teníamos las mismas inquietudes como músicos, los mismos quebraderos de cabeza, lógicamente ellos en unas proporciones mayores, pero eran muy generosos a la hora de trabajar y dieron lo mejor de sí mismos para echarme una mano. He sido un suertudo.
 
¿Tienen mucho tiempo estas canciones? ¿Las compusiste en ese período de stand by en el que aún no tenías nada claro o has incluido alguna que ya venía de otro anterior?

Hay de todo. En el disco hay canciones que vienen de atrás, hay canciones que empecé a componer, hay otras que una idea o un tronco original viene de atrás pero les quité todos los filtros o caretas que podían haber tenido y las fui transformando hasta la letra incluso… Quiero decir, muchas veces digo «es que esta canción viene de atrás», bueno, ¿pero realmente qué quedó de la canción? El la y el re, pero cambié la melodía, cambié la letra y la instrumentación, entonces he tenido canciones que he conservado a lo mejor la armonía del estribillo o la armonía del verso pero al cantarlas de forma distinta y meterles una nueva letra pues veía que el verso tenía que cambiar para que tuviese coherencia con lo que estaba diciendo y al fin y al cabo es otra cosa, pero la respuesta es completa: vienen de antes, del momento, y luego también del cambio.
 
El disco es brillante: muy bien tocado, excelentemente grabado, con mucha luz en cuanto a música, pero también con un trasfondo bastante oscuro, sobre todo en las letras. Es curioso ese contraste que se observa en la mayoría de las canciones.

¡Ah, vale! Es que me estaba sorprendiendo lo de «brillante», porque a mí me parece un disco oscuro, con una pequeña sombra de fondo, y en ese sentido no sé si has escuchado el «Murmur» de R.E.M, que tiene ese punto. Estamos hablando de otra época, pero tiene ese punto nostálgico, ese fondo también como oscurillo en las letras. Puede ser que lo tenga, pero también hay que ver en qué época de mi vida lo hice, no tuve un buen momento. Yo me fui de mi casa, viví en Madrid solo, y personalmente, no solo musicalmente, necesitaba una reacción y una experimentación en la búsqueda de mí mismo, y a lo mejor en esa búsqueda encontré más partes oscuras de las que hubiese pensado.
 



Hay una canción que creo que habla precisamente de eso, y se titula «Momento perfecto», que no sé si es la clave de ese estado o de esa búsqueda que comentas.

Ese es el punto realmente de nostalgia del futuro que digo yo. Es un tema  que sí, que efectivamente habla de ese momento en el que pude haber estado o estoy, y de repente el estribillo es sacarlo a la luz, como decir «venga, tío, no te preocupes que vendrá un momento guay». Es de las canciones para mí, junto con «Extraño», más importantes del disco. No es que sea la más importante, porque quizá lo sea «Bombas nucleares», pero esas dos a mí me dicen muchísimo y de hecho son de las canciones que más me gusta interpretar porque describen momentos claves y puntuales de mi vida y eso yo creo que se nota.
 
También hay otras que son singles potenciales, que podrían sonar en la radio si ese medio en nuestro país fuera como tiene que ser. Has hablado de «Bombas nucleares» y sí, por ejemplo esa canción da la impresión de que podría ser un auténtico hit, y también se me ocurre «Thelma».

Es complicadísimo, tío, porque uno no compone buscando eso. Está guay que a alguien le parezca un hit, a mil kilómetros de tu casa uno no deja de sorprenderse y se va a la cama encantado, pero la música en este país es tan complicada que nadie arriesga ya por nuevas cosas, ni siquiera los que pensamos que puedan ser medios más indies, y no me refiero a estilo de música sino a que me lo guiso y me lo como. Es complicadísimo porque aunque puedes tener tu discográfica y tu agencia, yo lo que estoy viendo es que nada ha cambiado con respecto a cuando tenía una banda de punk rock. En el fondo se trata de tocar y el boca a boca genera otro boca a boca, yo creo que estamos en un momento en la música en el que durará el que sea más fuerte psicológicamente. Hay grupos que no aguantan cruzar España entera y que vayan cincuenta personas a su concierto, no lo entienden y tampoco lo entienden sus familiares, y eso es una olla a presión. Yo realmente tengo la suerte de que me entra por un oído y me sale por el otro a veces hasta mi propia opinión, creo que es una cuestión de que durará el que tenga que durar.
 
Ahí tiene mucho que ver el tema del directo, porque hoy es imposible vivir de la venta directa de discos. Sin embargo, una noche cualquiera coinciden en pocos kilómetros de distancia y en la misma ciudad varios bolos de cierta entidad. La oferta es más abundante y diversificada que nunca y, sin embargo, nadie -o muy poca gente- consume música físicamente hablando.

Y sobre todo el tema de las radios, donde el rock and roll y todo eso está muerto, se jodió de alguna forma y es complicadísimo. Joder, yo he sido telonero de Ken Stringfellow, de los Posies, en Vigo, y no vendió ni cien entradas. Un tipo que es miembro fundador de los Posies, miembro adicional de R.E.M., aparte de las miles de colaboraciones que tiene, y que reúna solo a cien personas en una ciudad como Vigo, que tampoco es que sea tan pequeña, unos 300.000 habitantes censados y 500.000 de paso, me parece un crimen y te lo empieza a detallar todo. Pero luego tienes multitud de casos de grupos que han hecho que esto se haya estratificado muchísimo y ahora haya como una especie de diferencia social en la música. Tienes a Izales y Vetustas y tienes a Villanuevas, es decir… y en el medio tenemos a The Right-Ons, hay tres escalafones. El problema es que hay mucha diferencia entre unas cosas y otras, yo he tenido la suerte de telonear a Vetusta Morla por ejemplo y ves que va gente a esos conciertos que van a conciertos habitualmente y los que no van, que cada vez son más. Yo vengo de una ciudad en la que hay varios clubs de rock and roll, tenemos a La Iguana que es probablemente de los más antiguos dentro de España y con más tradición, y yo veo que hacen conciertos espectaculares y cada vez va menos gente, pero dentro de una ciudad con muchísima tradición roquera. Te encuentras una gira de The New Raemon, por ejemplo, que llega a La Fábrica de Chocolate en Vigo y aquello es una desolación, entonces entiendes que luego lleguemos nosotros a Albacete y metamos a sesenta o setenta personas y te sientes muy contento, os doy permiso hasta para que me potéis. Pero el problema es más profundo de lo que pensamos, esto no es una moda ni es pasajero, el problema va a durar y lo veo en las nuevas generaciones, veo cuáles son los gustos de la gente… El ídolo nacional ahora mismo es gente que grita cuando va a recoger un premio, el periódico más leído de este país es uno deportivo (que no tengo nada contra el deporte), y eso es un indicio de algo, ese no puede ser el periódico más vendido. Y vamos sumando, el programa de televisión más visto, etcétera etcétera, y claro, yo me acuerdo cuando tenía diez o doce años escuchábamos a los Pixies, a Nirvana, grupazos de un palo o de otro: Oasis, Blur, tal, teníamos una suerte tremenda, y ahora lo que viene de atrás no existe si no se genera interés por la música. Yo me acuerdo de pedir pasta a mis padres para ir a conciertos, iba, flipaba y volvía a casa, pero no estoy viendo ni en mis conciertos ni en los de nadie de la escena del rock normal a niños de diecisiete o dieciocho años.
 
Podríamos resumirlo en que antes ir a un concierto era la prioridad y ahora es la excusa, ¿no? Antes lo has citado de soslayo, ir a ver a un grupo en directo es la ocasión perfecta para llenar de selfies las redes sociales.

Sí, eso sobre todo, pero es que además mira que lo tienen fácil, porque con tanto acceso a la música como hay hoy en día… A lo mejor ese es el problema, no lo sé, pero tienen acceso a un montón de bandas, y eso era difícil en una ciudad como Vigo, que tenía una tienda de discos, LP, y El Corte Inglés, y era difícil que allí tuviesen el último disco de Soundgarden. Claro, tú vas pasando por etapas, vas escuchando de todo un poquito y joder, tienes a unos padres que te inculcaron a los Beatles, a unos Led Zeppelin, pero ¿qué coño se va a inculcar ahora? Yo en los noventa o en los dos mil dije una vez que el rock and roll no había muerto pero sí que sufre transformaciones, y no pasa nada. Tenemos a Björk, que aparte de buena música tiene una actitud, tiene algo, un rollo que mola y me gusta mucho, pero el problema es que ahora ni siquiera mutó el rock and roll, sino que es un reducto, cada vez hay más grupos incluso, pero sin embargo va menos gente a los conciertos. No hay interés, ni siquiera por leer, esa es la pena. Hace poco tuve una entrevista en la que me decían «¿qué heredaste de la movida de los ochenta?» y yo pensé «joder, ya vamos con ese rollo», porque lo de la movida es más falso de lo que parece, es decir, había menos grupos que ahora pero tenían unas instituciones que los apoyaban, tenían un altavoz permanente. Ahora hay más grupos y sin embargo no hay ese apoyo institucional.
 
Ni dinero, que es otra de las excusas.

No interesa. El dinero no me parece una excusa para el arte, nunca lo fue. No podemos caer en eso, yo tampoco tengo dinero y saqué mi disco y giro por ahí y creo que eso no puede ser ahora la excusa. Hoy las cosas se pueden hacer igual, hay un montón de fórmulas que se pueden buscar para sacar las cosas adelante, entre otras el crowdfunding, que es una herramienta más. Y si no qué cojones, ponte a trabajar, sácate unos duros y saca tu puto disco, es que no te queda otra. El que esté soñando con que lo fiche una discográfica y le pague el disco es tonto, eso no funciona así, ahora lo que hay que hacer es ganarse unos duros y decirle a la discográfica «mira, yo me voy a grabar el disco y tú me apoyas de alguna forma», pero lo que no puede ser es que no vendiéndose discos un tío quiera que le paguen una grabación.
 
Y aparte que muchos chavales que hoy salen del conservatorio o que tienen estudios musicales tampoco quieren plegarse a ciertas cosas. Es decir, para ellos lo importante es tocar cada nota bien afinada y sonar lo más «puro» posible, se han educado con unos conceptos que no sé si son los correctos para poder tocar hoy en día. Vosotros tocáis más que bien pero no sois ningunos virtuosos ni falta que os hace. ¿Se debe ser tan exigente?

Eso son escenas ya. Es decir, el noventa y cinco por ciento de este grupo prácticamente viene del punk, entonces hay una cosa que se llama actitud, y yo hago unas canciones y las transmito en directo como puedo y como me guste, a veces con mejor destreza o con menos, me da igual. Procuramos hacerlo, y creo que lo hacemos, bastante decente, pero yo no mido a un grupo por su destreza, lo mido por sus canciones. Al fin y al cabo la música a veces es tan fácil que se vuelve difícil, y es que se trata de canciones, y no hay que darle más importancia. Yo veo que hay gente cuya máxima aspiración es tocar en el escenario guay de su ciudad pero no quiere llegar ni hasta Madrid, y eso no es ni mucho menos lo que me interesa ni lo que me preocupa. Lógicamente, son conversaciones de barra de bar, a mí me interesan los grupos, me interesa la música, las canciones y escuchar.
 
Es un disco de canciones, desde luego. Y en algunas de ellas hay huellas más que evidentes de bandas que te han influenciado clarísimamente y a las que se nota que has dedicado horas de escucha. ¿Voy mal encaminado si hablo de Wilco, por ejemplo?

Lógicamente, a mí me gustan mucho Wilco y una de las cosas por las que quedé encantado de trabajar con Ángel es que a él también le gustan mucho, y en algún momento que nos quedábamos estancados en la grabación yo me preguntaba «¿qué harían ahora Wilco?» y veíamos que hay ciertos pasajes o puentes, ciertas tensiones, que en un momento determinado solucionamos así. Wilco es un ejemplo para mí de todo, por supuesto de grupo que ha perdurado a lo largo de los años luchando en el lado por así decirlo alternativo, que ya me gustaría a mí ser tan alternativo como ellos, pero nos entendemos, también R.E.M. eran un grupo alternativo. Es un grupo que toca muy bien, que no para de girar, donde todos tienen sus proyectos paralelos, y para mí es un ejemplo de vida, ya no te hablo de grupo, que me gustaría tener, forman parte de mis ídolos y yo lo siento así. A cada edad tienes unos ídolos determinados, aparte no es malo tenerlos tampoco, y Jeff Tweedy y Wilco en general son el ejemplo de cómo se deben hacer las cosas. De hecho el «Yankee hotel foxtrot» es un disco que influyó bastante en «Viajes de ida».
 
Es cierto, hay varias conexiones con ese disco en particular.

En general con Wilco, es un grupo que me gusta muchísimo. Bueno, y también la parte esta de los ochenta de R.E.M. Nick Cave tiene cosas que aprovecho mucho y la época con Grinderman me gustaba bastante, tenía mucho corazón, y el «Push the sky away», el último disco, me parece que está guay. Y luego en cuestión de referentes, aunque parezca un mito decirlo, me gusta mucho el caso de Bowie, y otra cosa que sí está clara, yo siempre digo que mis Beatles son la Velvet Underground, que a mí me influyó muchísimo, porque yo ahora puedo tocar a los Beatles, sé lo que estoy tocando, entiendo sus armonías, pero la Velvet me resultaba más fácil.

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