Conciertos

Oasis – Aqualung (Madrid)

En una sala Aqualung a reventar, Oasis vinieron a Madrid para presentar su último trabajo, Don’t Believe The Truth, aunque lo cierto es que poco o nada deben creer los de Manchester en su última entrega cuando de él ofrecieron apenas un puñado de temas, entre ellos los dos que abrieron la noche “Turn Up The Sun” y el que ha sido single de adelanto de su última entrega, “Lyla”, que hicieron volcarse a buena parte de los incondicionales asistentes en la sala.

A pesar de tener el viento a favor con un público entregado de antemano -entre ellos bastantes discípulos de la Corona Británica en un estado de dudosa sobriedad – y un sonido potente e impecable los Gallagher pasaron muy de puntillas por su repertorio más reciente, algo especialmente llamativo cuando se suponía que la de Madrid era una actuación promocional de este último trabajo. Los mancunianos optaron por tirar de repertorio de épocas pasadas y mañanas de gloria y ofrecieron, eso sí, un concierto más que digno.

En ese terreno Oasis se movieron con mucha soltura dentro del habitual hieratismo de la banda del que sólo solo sobresalen esos aires chulescos barriobajeros de Liam que tuvo algún enfrentamiento con el público y, de nuevo, ese conflicto de egos bastante pueril entre LiamNoel: ahora tu cantas y yo me escondo/ ahora cantas tu y yo me voy del escenario. Ambos cantaron bastante bien temas como “Stop Crying Your Heart Out”, “Little By Little” o “Mucky Fingers”, sin duda la más digna de todas las que sonaron de Don’t Believe The Truth.

Lo mejor del concierto fue la recuperación de ese binomio mágico formado por Definitely Maybe y (What’s The Story) Morning Glory de los que sacaron petróleo en forma de “Cigarettes & Alcohol”, “Champagne Supernova” , “Rock ‘N’ Roll Star” o la tremenda “Live Forever” aunque, puestos a pedir, se echó de menos la inclusión de “Supersonic”. Para los bises dejaron “Wonderwall” y una épica “Don’t Look Back In Anger” que entre el propio tema, el calor de la sala y el alcohol que unos cuantos habían ingerido se convirtió en el punto de máxima conexión entre grupo y público. Para finalizar, y cerrar al milímetro la hora y media de rigor, Oasis realizaron una versión casi calcada del “My Generation” de The Who, un homenaje a los de Pete Townshend con el que Zak Starkey se debió sentir jugando en casa.

Riesgo cero, buen concierto.

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