Saturday Night Fiber – Auditorio Juan Carlos I (Madrid)
¿Qué decir que no se haya escrito ya acerca de la guerra festivalera que vivimos en este nuestro querido país? Poca cosa, la verdad. Hay opiniones para todos los gustos, a mí particularmente la que más gracia me hace es la que dice que cuanta mas oferta, mejor para el espectador. ¿Mejor? ¡Claro! si está guay tener que elegir el pasado Sábado 19 de Julio entre el revival de Blondie o The Verve en el Summercase o el de My Bloody Valentine en la noche que la organización del FIB había programado en Madrid.
Lo dicho, “guerra” que lo único que causa es perplejidad (¿de donde sale tanta pasta como se está pagando ahora mismo, sponsors aparte?) y enfado (los precios, al alza).
¿Y que pasará cuando no se puedan pagar los caches que se están pagando ahora? ¿Habrá que ir a otros países a ver al grupo que te gusta en directo? En fin, al final, optamos por ver por primera vez a uno de los grupos que fueron clave en los 80, se hable de noise, shoegaze…o de lo que quieran: My Bloody Valentine. Unido a la primera visita a Madrid en 23 años de uno de los mejores escritores de canciones de todos los tiempos: Morrissey, y de un auténtico icono del after punk de los 80: Siouxsie.
El recinto a priori prometía bastante: buen acceso, amplios parkings… pena que justo ese fin de semana no se pudiera ni respirar en Madrid del calor que hacía. Sentarse en la poca grada que había a la sombra a ver un rato a Pete Doherty & colegas fue un suplicio, como estar sentado en el infierno, y no exagero. A mejorar, la oferta gastronómica: las barras de bebida, de tantas que había, estaban vacías, pero los cuatro puestos de comida tenían colas kilométricas… Pasarse una hora esperando para comer un triste perrito caliente no es de recibo, aunque lo que te pierdas sea a Mika… La entrada, lo esperado, viendo la competencia que había en Boadilla (Interpol, Primal Scream…). Unas 8.000 personas, invitados incluidos, en hora punta (a las 22:15. con Morrissey afirmando ser el último playboy famoso) sobre un aforo de 12.000.
Iniciaron la jornada The Rumble Strips, grupo, dicen, heredero de la clase pop que tuvieron Dexys Midnight Runners… En disco, desde luego, salvo algún tema resultón, lo dudo. En directo, sólo pude oír el final desde fuera, pensando más en el valor de los que estaban sufriendo el calor abajo que en la música en sí. Pena que no les hubieran cambiado el horario por el de Mika, a ver si éste era capaz de ponerse la cabeza de peluche a esas horas.
Babyshambles aparecieron justo después, con la pista algo mas poblada, aunque, por lo visto, bastante mas pasivos que el día anterior en Benicàssim. No sé si por el calor, o por no tener enfrente a miles de ingleses entregados, o por ambas cosas. Pete Doherty (¡con chaqueta y sombrero!) bastante sobrio, lo cual sorprende para bien, pero también para mal: no hubo improvisación de ningún tipo, y “Fuck forever” les quedó bastante anodina, y mira que es difícil…
A Siouxsie Sioux a estas alturas de la película (más de 30 años en el negocio) nadie le va a negar nada. Embutida en un traje de cuero con rombos dorados, salió al escenario, masculló unas palabras en español e inició su show de presentación de su último disco, Mantaray. Cayó algún clásico, como “Happy house”, muy bien recibido por las primeras filas, los fans de verdad, o “Hong Kong garden”, incluida en la banda sonora de Maria Antonieta, la tercera película de Sofia Coppola. El sonido fue muy bueno (tónica general de la jornada) y ella en plena forma física, pero el momento debió ser otro: mínimo por la noche, sin duda.
Primer momentazo de la noche: 22:15, cortina abajo y Steven Patrick Morrissey en escena: más de 23 años después, en Madrid. “Desde 1952” , bromeó mas tarde, para luego preguntar porqué no le habíamos reclamado antes: tiene gracia la cosa. Antes de aparecer, nos obsequió con unos exquisitos minutos de proyecciones en blanco y negro de películas de los años 50 y 60 (se pudo ver por ejemplo a Shelag Delaney, una de sus dramaturgas preferidas y portada del recopilatorio americano de los Smiths, Louder than bombs) y, como no, actuaciones en directo de los New York Dolls.
El trío inicial de canciones lo dice todo: “The last of the famous international playboys” “Ask” y “First of the gang to die” buen sonido y continuas bromas irónicas que a más de uno no le hicieron mucha gracia ( “hablo mexicano, pero no español, lo siento” ) en un show que quizás fue de más a menos, para acabar maravillosamente con “Life is a pigsty”, impresionante en directo, y “How soon is know?”, el delirio antes de decir adiós. Entre medias, el adelanto de su próximo disco fue un poco insustancial, sobre todo al lado de la versión de los Buzzcocks que se marcó. El público es verdad que estuvo bastante parado, ¿quizás debido en parte al calor? Tengo la impresión de que tardaremos en volver a verle por aquí… ojala haga gira con el disco nuevo y venga a una sala en condiciones, que seguro será mas disfrutable.
Segundo (y último) momentazo de la noche: My Bloody Valentine a escena. Escenario espartano, humo azul que empieza a salir de los laterales… la figura tenue de un enjuto Kevin Shields que enchufa la guitarra, y… el apocalipsis, los siguientes 50 minutos. Vale, exagero. Pero es que no se me ocurre forma mejor de llamar al caudal de sonido que de repente salió de los ocho (¡ocho!) bafles que la banda tenía detrás. El inicio, con “Only Shallow” y “When you sleep”, demoledor. Loveless en directo, qué mas pedir… Pero, para mi sorpresa, los temas mas impresionantes fueron los pertenecientes a su primer disco, Isnt anything: “You never should”… Ese redoble de batería de “Nothing much to loose”, y al final, a morir: casi 15 minutos de distorsión pura y dura, en medio de “You made me realise”…con la gente gritando histérica por el volumen brutal, rozando el límite de lo que nuestros oídos permiten… Increíble. Muchos de los allí presentes sin conocer más que de oídas al grupo, acabaron felices de la vida de haber estado allí en ese momento.
Exhaustos literalmente, por lo que el concierto de Hot Chip se antojaba de “descanso”. Una pena, porque el grupo ingles se desplegó en el escenario, empezó a bailar y ya no paró hasta el final. Al público abajo se le veía contagiado de la fiesta, feliz… Las canciones de sus dos discos sonaron bastante bien en la distancia (sentados en la grada, todavía asimilando lo que acabábamos de vivir…) en especial el último de la noche, “Are you ready for the dancefloor”? que quizás deberían haber tocado mejor al inicio, porque la broma de justo después ver a la nimiedad de artista que es Mika, a esas horas, hace la gracia justa: confeti, muñecas, cabezas de peluche… canciones efectivas, dos, así que claro, a tirar de versión… y cual mejor que “I just cant get enough”? lo dicho, que a esas horas, la broma se hace pesada. Dicen que en Benicàssim tuvo a 30.000 personas a sus pies pasándoselo genial… Pues yo me alegro por ellos.
Pena que Sigur Rós no hubiesen firmado también concierto en Madrid: hubiese sido la noche perfecta, seguro…