Conciertos

Tom Boyle – Nasti (Madrid)

Posiblemente, muchos de los asistentes que acudieron en torno a las diez de la noche a la sala Nasti, se hubiesen marchado de la sala, cuando a eso de las once y media, (y tras la presencia de Alborotador Gomasio y su concierto/ensayo más propio de un acto benéfico de colegio) aún seguían tocando los más que cuestionables mata a tus ídolos, si no hubiese sido, porque sabían que el concierto de Tom Boyle tenía que merecer mucho la pena, a tenor de lo escuchado en su inconmensurable disco de debut, Maniobra de Aproximación.

Y así fue como con muchas ganas contenidas, y pasadas las once y media, recibía al grupo con calurosos aplausos, una sala llena en sus tres cuartas partes, ante la humilde presencia del cuarteto de Getxo, y su potentísima respuesta a modo de “intro”, que a todo el mundo estaba dejando boquiabierto, cuando por cosas del directo, se estropeó uno de los altavoces de la sala, y se le rompió una cuerda a Xabi, provocando una breve parada y sembrando algo de nervios entre la banda, que sin duda sirvieron para que a medida que fuesen pasando las canciones, se fuesen creciendo, y superando con creces las dificultades técnicas y de sonido, con las que la sala les había puesto a prueba.

De este modo comenzaban con “puedo decirte” a crear un ambiente de sonora tranquilidad, a través de potentes guitarras, y la ayuda de una contundente batería, que les serviría para olvidarse de los incomprensibles e intolerables problemas sonoros de la sala, para calmarse a través de “eclipse”, asentarse con uno de sus mejores temas, “la caja”, que tomó una personalidad propia al irse viendo poco a poco abraza por intensas ráfagas de guitarras eléctricas, y explotar finalmente con “un día en la playa”, que supuso uno de los momentos más álgidos de la noche (si no el que más), cuando al ir a acabar la canción (ya mucho más potente y arreglada que en el disco), nos sorprendieron a todos con un repertorio de solos de guitarra y batería, que duraron tanto o más que la canción, y que sinceramente, creo que dejó a todo el mundo mudo, y con los pelos de punta a la mayoría.

Así que una vez creado el ambiente que deseaban, se tomaron un breve descanso de intensidad a través de las sosegadas y emotivas “soul rider” e “imaginario”, que fueron una bocanada de brisa marina, para de nuevo sumergirse a través las versiones más potentes, sonoras, y escalofriantes  de “desdobladas”, (que sorprendió a la mayor parte de la sala, pues se esperaban como último tema), “latido” y “en otro lugar”. Temas donde como a lo largo de todo el concierto (o incluso quizá algo más), la voz pasó a convertirse en un instrumento más, que brilla con luz propia gracias a la penetrante y dulce voz de Gloria, pero que se funde en la canción cuando se cubre todo el ambiente con las complementadas, distorsionadas, y sin embargo tan afinadas guitarras de Sergio y Xabi, adquiriendo las canciones, una profunda compactación y contundencia, cuando se añade una batería tan impactante como la de Diego.

Parecía que todo el pescado estaba ya vendido, y sin duda que lo que nadie se esperaba, era que los de Getxo se fuesen a despedir con una versión, y menos con una de Juan Luis Guerra. Y es que sinceramente, no daba crédito, cuando comencé a escuchar eso de… tengo un corazón, mutilado de esperanza y de razón, que darían paso a la versión más guitarrera, y emotiva, que se haya hecho de “quisiera ser un pez”, acabando el concierto de manera simétrica, con una “coda” cargada de nuevo de guitarras que ponían la piel de gallina, y ritmos que dejaron a toda la sala, enmudecida, y sin poder de parar de aplaudir una vez acabó el estruendo generado en la sala.

Un gran concierto, donde la banda se supo sobreponer a las dificultades técnicas, donde fueron claramente de menos a más, y donde sin duda corroboraron (si no aumentaron), la calidad mostrada en el álbum, dando claros síntomas, de que el potencial de esta banda (y más aún de su directo), puede llegar a límites realmente extraordinarios. Sea como sea, esperemos estar de nuevo allí para poder disfrutarlo y contarlo.

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