ANOHNI – Hopelessness (Secretly Canadian/Rough Trade)
Una obra de arte abstracta moderna, violenta y de un preciosismo plástico tan real que asusta. Un sueño del que crees haber despertado. Una verdadera exposición de arte musical, música de este siglo, de este tiempo que vivimos que parece que avanzara pesadamente, sabiendo que al final del camino sólo esperan malos augurios. A través de unas aterradoras letras que describen la realidad, a través de los críticos y pesimistas ojos de Anohni (la artista que antes conocíamos por el nombre de Antony Hegarty, el de los Johnsons) asesta su golpe de magia a la torpeza del ser humano, con la producción al mismo nivel de Oneohtrix Point Never y Hudson Mohawke. Y lo hace como mejor sabe, prestando su fantasmagórica voz a los cantos desesperados de esta miserable existencia, que el ser humano se ha empeñado en no mejorar. Hopelessness es un canto a la torpeza. Pero un canto muy bello. Prácticamente un clásico desde su concepción, el disco no falla en casi ninguno de los ámbitos en los que se le vendría a juzgar. La electrónica sutil y poderosa (mucho) de su producción conjuga hábilmente la melodía esquiva que marca la voz y batuta de Anohni. La que fuera durante tiempo musa y artífice del delicioso pop de cámara al mando de Antony and the Johnsons, llega ahora subida en el carro de la modernidad. Como una sacerdotisa que viniera a ocupar el trono que ha dejado huérfano el otrora Rey de los Nuevos, David Bowie. Me atrevería (y me gusta pensar) que la potencia y la fragilidad que tan bien combinan estas once canciones suponen un punto y final, un punto de inflexión, una piedra angular en el atolondrado mundo del pop que a menudo se olvida de conjugar la inteligencia en su fórmula ganadora.
El sufrimiento es el mejor vehículo para hacer constar que somos hombres, que somos conscientes de nuestra propia existencia y Anohni con maestría vuelve colocar el dedo en la llaga. Sus letras ceden poesía en favor de una prosa directa y escueta. Flashes, ideas, que son grabados a fuego por la machacona nebulosa del disco. En uno de las mejores canciones del disco no oculta su desprecio por la desilusión que ha traído la Administración del presidente Obama. Ciudadanos hartos de anhelar un superhéroe que nunca llega. Le dedica una canción en la que sin andarse por las ramas, evitando las aristas que tanto critica, titula directamente “Obama”. Y además sorprende entonando la canción casi como si se tratara de una oración del Corán. De frente, para que no tengas pérdida si te quieres encontrar con la verdad. No le duelen prendas en narrar las atrocidades de una guerra en “Drone bomb me”. Con todo lujo de detalles a lo gore, la británica se postula como una rabiosa activista ecológica en “4 Degrees” y aturulla los sentidos desnudando hasta el tuétano las frías melodías de “Violent Men”. El infeccioso tintineo de “Execution” se postula como otro de los temazos, pero es que hay tantos donde elegir, y además mutan con cada escucha, lo que desde luego supone el mayor atractivo del disco.
En una primera escucha el frío se apodera de las sensaciones. No hay nada cálido, no hay nada que aparentemente te empuje a darle una segunda escucha, pero algo pasa, algo ha incubado ya en tu materia gris, el disco lanza esporas invisibles que te inoculan la necesidad de escucharlo una y otra vez en busca de respuesta a las miles de preguntas que contiene, ya sea en forma de prosa o a través de los mil y un recovecos de su música. Respuestas con preguntas. La crueldad, la necedad y una vez más el canto a la estupidez. Una obra absoluta de nuestro tiempo, que viene a certificar un cambio de era. Los bardos de la electrónica, los nuevos cantautores del desasosiego ya tienen nueva diva. Y el resto tenemos un faro en el que verter nuestras emociones, ilusiones y como no, enfrentarnos a nuestra propia desesperación.
Björk es una de las pocas artistas que basándose en la electrónica inteligente, en algunos momentos de su discografía, ha facturado obras tan épicas y que siguen siendo referentes con el paso de los años como nos gusta vaticinar para este Hopelessness. Las ricas texturas y el amplio espacio sonoro que han dejado las impresionantes manos de los productores a la personalidad de Anohni, alcanza cuotas de locura desenfrenada en canciones como “Crisis”. Posiblemente junto a “Why did you separate me from the Earth?” las de más fácil digestión de todo el álbum, pero que pronto se vuelven amargas cuando te paras a escuchar con detenimiento la letra y te das cuenta de que perfectamente podría estar dirigida a los terrorista del estado islámico (me niego a escribirlo en mayúsculas). Mientras Anohni pide perdón a las víctimas por las atrocidades realizadas en la guerra con aviones no tripulados casi (o sin el casi) parece justificar las decapitaciones en directo como respuesta por los ataques de Estado Unidos. Esta misma letra en boca de cualquier otro artista hubiera hecho correr ríos de tinta desde el minuto uno de su publicación. Pero aquí, la perla como las negras, se encuentra bien protegida por un envoltorio tan bello, que esperemos nadie se atreva a mancillar con crítica alguna. Una obra maestra, aterradora, angulosa, fría, rígida, dura y bella, sí, todo eso y más, pero sobre todo emocionante.
Bella crítica
No puedo con textos tan ampulosos. Agradezco el esfuerzo, pero me agotan. Entiendo que el disco es más que bueno.
Anohni se ha dejado llevar por los terrenos de Mohawke. Suena muy Beyoncé, Rihanna (no malinterpretéis ni tomaros muy a pecho) y toda esa liga q no me gusta.
Destacar Watch Me, 4 Degrees, Execution, Marrow y I don´t…Crisis, Hopelessness y no me desagrada Obama, ojo! Que podría durar un minuto menos? Pues sí, cierto.
😉
No sé qué pensarán los fans de Antony con este nuevo proyecto. Y no sé qué dirán los nuevos.
Yo, fan desde hace años y amante de toda clase de electrónica, digo q debe hacer borrón y cuenta nueva. Con este nuevo proyecto o el q sea. Si quiere hacer electrónica q escoja a otros productores.
Ojalá con el tiempo me guste, xq le tenía ganas vaya.
Le doy un 7