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Crónica: Visor Fest 2024

Un año más se antojaba imprescindible la cita con uno de los festivales nacionales que más se hacen querer por su parroquia de fieles, Visor Fest. Las anteriores ediciones contaban con el sello de seguridad que otorga un planteamiento, una organización y unos resultados más que notables.

Bien es cierto que para esta edición saltaban las alarmas casi a última hora cuando se anunciaba por sorpresa un traslado de ubicación al espacio Nueva Condomina  en las afueras de la ciudad de Murcia. Afortunadamente, la incertidumbre inicial se tornó, primero, en fe gracias a los comunicados de los organizadores al respecto y, posteriormente, en una capacidad resolutiva que no solo mantuvo las condiciones del anterior emplazamiento  de La Fica sino que, particularmente para quien les escribe, las mejoró gracias a una instalaciones, accesos de transporte, distribución espacial y sonido implementados positivamente.

El cartel de este año de nuevo jugaba con esa heterogeneidad inteligentemente homogénea que aúna nombres legendarios de los sonidos oscuros, inquietos y etéreos con el pop independiente en sus diversas facciones brit, jangle, power o dream con maestría y gusto certeros.

Viernes 27 de septiembre – Visor Fest

Los encargados de inaugurar el festival serían los veteranísimos Sad Lovers & Giants, probablemente el grupo más de culto de las dos jornadas. Su post-punk más preciosista que incisivo ha sido referencia clave desde los primeros 80’s para el devenir de la escena y sorprendieron por la elegancia y sobriedad con las que interpretaron sus clásicos, gozando, además, posiblemente del mejor sonido durante la primera jornada.

Otra de las grandes virtudes a mi juicio de Visor Fest es el hecho de no discriminar a ninguna de las bandas ya toquen antes o después por la duración de sus conciertos, lo que aseguraba una jugosa hora y media de deleite para las diversas propuestas. Fue el tramo final de su concierto cuando asomaron los clásicos de su primerizo Epic Garden Music (82) cuando el show alcanzó su mayor apogeo, especialmente con un “Thing we never did”, con ese saxo sinuoso tan sugerente incluido. Sobriedad y solera.

Difícil papeleta con la que tuvieron que lidiar Camera Obscura por su ubicación entre dos conciertos de vertiente más sombría y afín al público congregado el primer día de festival. Su tweet pop pulcro, amable y cristalino fue defendido con oficio y sin que les temblara el pulso para defender las canciones incluidas en su reciente trabajo Look to the East, Look to the West (24) junto a algunos de sus clásicos, destacando las celebradas “Honey in the Sun” y “Lloyd, I’m Ready To Be Heartbroken”. Quizás faltó algo más de desparpajo escénico quedando muy a las claras que su cancionero es y será mucho más disfrutado en sala que en las dimensiones de un festival multitudinario.

Foto: Luis Pérez Contreras (Visor Fest)

Tiempo para el que era el plato fuerte del día, la constatación del vigoroso estado de forma que lucen The Mission en su actual gira. Expectación y devoción máxima la transmitida por el público desde su arranque con su mítico “Wasteland”. A partir de ahí, gozamos de un desarrollo muy a las formas de un “arena rock” con ciertos tintes de propuesta gran formato que no gozó de un sonido especialmente cautivador, si bien esa suciedad rasposa le venía de perlas a la garganta de Wayne Hussey.

No faltaron un par de versiones de su gusto, para mí realmente prescindibles ambas por su nula aportación con respecto a los originales. Me estoy refiriendo al sacrosanto “Like a hurricane” de Neil Young y al celebérrimo “Never let me down” de Depeche Mode.  Mucho mejor cuando convertían aquello en ceremonia colectiva con “Stay with me” y una palpitante defensa de su clásico “Severina”. No faltaron un par de guiños a mi disco preferido de los ingleses, Carved in the Sand (90), con una demasiado puesta en manos del público a las voces “Buttefly on a Wheel” y una incisiva “Deliverance”, perfecto broche que dejó con bastante buen sabor de boca a sus incondicionales.

Pero el día nos tendría guardada una última bala en la recámara realmente fascinante y algo inesperada. Ya sabemos cómo las gasta Tim Burgess y como, dependiendo de cómo se levante, el show de The Charlatans puede rozar a gran altura o ser bastante olvidable. Pues bien, parece que el carismático vocalista estaba de buena vibra el viernes en Murcia y fue el maestro de ceremonias de un concierto absolutamente arrasador, incapaz de bajar el nivel de excitación, fiesta y bailoteo ni un solo segundo desde el fulgurante arranque con “Then” y ese hammond echando llamas ya.

Foto: Luis Pérez Contreras (Visor Fest)

Tremenda ceremonia de exaltación del siempre sugerente y hechizante sonido baggy, psicodelia y master class de britpop para avezados alumnos posteriores. El ejemplo más palmario de que el rock se baila, con permiso de Scremadelica (91) fue este misil multicolor de hora y media con apoteosis del tamaño de la experimentada con “The only one i know”. No nos costó nada terminar bailando como posesos al ritmo de Arcade Fire desde la tremenda sesión que nos brindó una vez más Dj Amable desde los platos.

Sábado 28 de septiembre – Visor Fest

La segunda jornada del festival arrancaba con otro nombre imborrable en el imaginario colectivo de los más veteranos, Immaculate Fools. Desde que el bueno de Kevin Weatherill refundara la banda la pasada década y se afincara en Galicia (increíble que se quejara del frío que hacía en Murcia XD), han sido diversas las veces que se le ha podido ver por estas tierras. Parece que el tiempo no le ha sentado mal y su pop cargado de nostalgia celta y folk meció a los presentes en un mar de sensaciones evocadoras con ecos equidistantes entre The Waterboys o The Silencers, por citar dos ejemplos análogos. Zambullirse en el segundo día de Visor Fest entre momentos tan bonitos como los vividos con “Another Man’s World” o “Sad” fue algo hermoso.

A continuación, llegaba uno de los conciertos que más ganas tenía de disfrutar, el que ofrecerían los neoyorkinos Gigolo Aunts. Siempre es conmovedor y emocionante enfrentarse a una gira despedida de alguna de las bandas que más experiencias imborrables sonoras y vitales nos han regalado, y, si bien he de confesar que la liga de Gigolo Aunts la juegan algunas de las bandas más trascendentales de mi existencia, me refiero a la del power pop, es de recibo señalar que a Gigolo Aunts no se les trató nunca con la suficiente justicia que merecían.

Visiblemente entregados y agradecidos, su show fue tremendamente vivificante desde el adrenalínico “C’mon, C’mon”, pasando por esa perla que es “Wherer i find my heaven” (cuánto me recuerda esta banda a los tampoco puestos en su merecido lugar Soul Asylum), su ya conocida y luminosa versión de Nacha Pop “The Girl from Yesterday”, la redonda “Even Though (The One Before The Last)” y ese prodigioso cierre con la tremendísma versión del “Surrender” de Cheap Trick. Hasta siempre.

Todo lo narrado hasta aquí fue, en su mayor medida, algo positivo y disfrutable. Ahora bien, lo que no me esperaba era encontrarme algo trascendental; algo capaz de agitarte hasta la médula espinal. Es del todo imposible describir con palabras el conciertazo que dieron los belgas dEUS, banda que, dependiendo de su momento, me puede resultar muy disfrutable u obviable. Hablo de discos, claro, porque después de haber asistido por segunda vez con esta (la primera fue un momento muchísimo más manso por su parte hace doce años en DCode) jamás podría ponerlo en duda con respecto a su directo.

Foto: Luis Pérez Contreras (Visor Fest)

Rodeado en primeras filas por numeroso público foráneo (La verdad que me encantó a la par que me sorprendió que tanto público no los conociera previamente y salieran, obviamente, en una nube), asistimos a una especie de homilía colectiva de una banda con mayúsculas en las que todos sus miembros suman de manera insultante, dirigida por un Tom Barman poseído entre espasmos y guitarrazos furtivos. Digamos que fue lo más parecido a una adaptación de lo que es un concierto de Swans rebajando el nivel de exigencia, que no de intensidad.

EL comienzo solemne con los tambores de “How to replace it” anunciaban que algo gordo se nos venía encima. Y es que la canción que da título a su reciente trabajo del pasado año sonó inmensa, como otras del mismo que ya sobrepasaron los límites de la razón como la interpretación de “Man of the house” con un muro de sonido capaz de haber derribado el campo del Real Murcia de haber estado unos metros más cerca.

Otros momentazos a retener durante la actuación de los belgas fueron los vividos con la obsesiva “Quatre Mains”, el suspiro que concedió su impase más relajado con su clásico “Instant Street” (Una canción por la que hubiera matado el mismísimo Mr. E por haberla compuesto para Eels) y, por supuestísimo, todos los rescates de su clásico Worst Case Scenario (94) representados por la cáustica “W.C.S. (First Draft)”, la belleza bastarda de “Hotellounge (Be the Death of Me)” y, cómo no, esa apoteosis final que nos llevó al delirio con ese clásico imperecedero del auténtico y genuino sonido alternativo de los 90 que es el inmortal “Suds & Soda” con una coda llevada hasta el paroxismo. Esto ha ocurrido en otro planeta o lo he soñado.

Después de lo descrito, cualquier cosa iba a ser poca. Debo reconocer abiertamente que no soy nada fan del universo Kula Shaker, por lo que cualquier cosa que dijera aquí vendría sesgada por encontrarme frente a una propuesta sonora que “it’s not my cup of tea”.

No puedo con esa psicodelia abrumadora influida por la cultura india, el tono de voz de Crispian Mills, los bailes hippies chamánicos con camisetas de explosión de color pasadas por lejía pidiendo gracias por existir a la Pachamama, la sobredosis de órgano constante y la ausencia de una sola canción que me guste, encima trufadas por numerosos speech que no sé muy bien dónde iban.

Pero las más de veinte o treinta camisetas que te cruzabas entre la audiencia con el nombre de la banda entiendo que no pueden estar equivocadas. Al menos hicieron un guiño a la canción en la que colaboró Crispian en el Fat of the Land (97) de Prodigy, “Narayan” que, por supuesto, era la peor del disco. A la gente que los vio le gustó y bailaban. A mí mucho más la sesión posterior de Alesa y Kutxu DJ’s que arrancó con el infinito “Runnin’’” de Information Society, algo que me enchufó de inmediato al gran fin de fiesta de un festival que por posicionamiento, coherencia y buen hacer merece seguir perviviendo muchísimos más años.

Fotos Visor Fest 2024: Luis Reluz y Luis Pérez Contreras (Visor Fest)

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