Adiós a Margo Guryan, la mujer que mejor cantó a las mañanas de domingo
Ha fallecido Margo Guryan. Revisando viejos escritos, transcribo aquí unas palabras de un artículo mío en el que decía lo siguiente a cerca de Take A Picture: «Otro caso sangrante de olvido. Menos mal que a éste, el único disco de la cantautora neoyorquina, cuyas canciones han sido conocidas más que nada en la voz de otros artistas, como Spanky And Our Gang, Mama Cass o Astrud Gilberto, ha sido rehabilitado en su justa medida y reeditado varias veces, junto a muchas de las demos que hizo para vender sus canciones a otros artistas. Ser mujer, independiente y autora en los sesenta no debía ser fácil, no obstante se las compuso para poner juntas un puñado de sus mejores canciones en este Take A Picture que, como no podía ser de otro modo, es una auténtica delicia de principio a fin. Considerado hoy una de las joyas del sunshine pop, contiene una serie de canciones imbatibles que la sedosa y sugerente voz de Margo se encarga de hacer brillar como merecen. Arreglos de sitares, orquestaciones, ciertos toques de jazz, todo al servicio de maravillas como Sun, Love Songs, Think Of Rain y todo un conjunto completo de ensoñadoras maravillas llenas de melancolía, lluvia y sol a partes iguales, que hacen que resulte asombroso que un disco como este haya permanecido oculto hasta casi entrado este nuevo milenio, en que bandas eruditas como Saint Etienne lo han vuelto a traer a la palestra con sus versiones. Quizá fue porque era una mujer demasiado independiente. Dicen que no quiso someterse a las presiones de su compañía, que pretendían someterla a duras giras, decirle cómo debía vestir o peinarse ¡Bien por ella!»
Take a Picture fue el primer y único elepé oficial que llegó a grabar y ver publicado Margo Guryan, de cuyo fallecimiento, ocurrido este miércoles 10 de noviembre, acabamos de tener noticia. Es un disco que, como decía en este texto que he transcrito, ha sido recuperado para la afición en diversas reediciones. Pero aún así, a mi modo de verlo, no se le ha hecho la justicia que merece. Ni al disco ni a la autora. Me parece que la historia del pop le debe una disculpa y es una lástima que, de hacerlo así, ella ya no se vaya a enterar.
Los motivos de por qué un disco que definió una forma de entender el pop completamente genuina -más allá incluso de los géneros a los que se le suele adscribir como el sunshine pop o el pop barroco- fue completamente ignorado en su época y persistentemente ninguneado por el grueso de la prensa especializada, de verdad que se me escapan. Puede ser, como apuntaba en el texto, debido a que la industria -y el público, guiado por ella- no quisiera en la época de ninguna manera a una mujer dueña de sí misma y en completo control de su obra. Pero sin duda algo tendrá que ver, quizá, que no somos tan modernos como nos creemos y seguimos creyendo a pies juntillas las milongas del negocio musical, que siempre ha considerado al pop y al rock cosa de chicos. Y si no eres mona y haces lo que te decimos, adiós muy buenas.
Pues ojito con Margo. Esta mujer no era ninguna mindungui. Su formación como multiinstrumentista, inicialmente clásica y posteriormente muy orientada al jazz, le valió desde muy joven un puesto como compositora de canciones para crooners. Podía, a nivel de maestría musical, dar bastantes sopas con onda a todos los McCarneys, McGuinns o Townshends que se pusieran por delante. Y la verdad es que durante gran parte de su juventud ni siquiera prestó atención al mundo del pop. No obstante, un día paso algo que le hizo levantar las cejas.
El momento en que escuchó “God only knows” supo que ahí había algo diferente. El camino que Brian Wilson abrió con esa canción de compleja estructura y armonías le mostró cuál iba a ser su futuro. Empezó a componer canciones siguiendo esa visión y apareció, como por arte de magia, “Sunday morning”. Una tonada llena de inocencia, melancolía y melódicamente perfecta que nadie quiso, no obstante, que ella cantara. Tuvo que ser Spanky & Our Gang, un buen grupo, pero pasado por la factoría para satisfacer las demandas de la discográfica de turno, quien la convirtiera en éxito. Un éxito tras el cual llegaron más y más versiones.
Todo eso hizo que Bell Records apostara por ella y le diera cierta libertad creativa para grabar Take A Picture, pero como veíamos, Margo no quiso someterse a sus estrictos dictados y todo se fue al garete. Después siguió componiendo para otros, produciendo incluso ocasionalmente y más que nada, se dedicó a enseñar piano. Durante los noventa, bandas como Saint Etienne recuperaron su figura -aunque de una forma muy underground- y salieron a flote muchas grabaciones inéditas (recopiladas en el disco 27 Demos), que demuestran que jamás perdió la mano para la perfección pop. De hecho, sin ir más lejos, el año pasado la muy recomendable cantante psych folk Bedouine grabó una estimable versión de su “The hum”. Es el suyo un catálogo, por tanto, que aunque se limita sólo a unas cuantas canciones, es digno de la constante revisión por parte de nuevas generaciones. Porque, al fin y al cabo, se adelantó a su tiempo.
Su muerte no es, por tanto, que nos prive de más música ni nada por el estilo. Hace mucho que Margo no estaba en la brecha, pero desaparece alguien que debería ser considerado un referente, más allá de un secreto a voces de connoisseurs. Una mujer cuya figura, si se la conoce, representa la lucha por el reconocimiento del talento en estado puro y de la creatividad que supone un impulso, más allá de géneros y constreñimientos comerciales. Toda una heroína de la que no hablarán libros, no saldrá en muchas listas, ni colgará su foto de paredes ni tote bags, pero de la cual no podemos desconocer una tremenda aportación a la historia del pop a la cual nunca se le ha hecho suficiente justicia.
Al menos, por nosotros que no quede.
Escucha Take A Picture de Margo Guryan