Aquella Ilusión – Meteorología (Autoeditado)
Aquella Ilusión es el proyecto, unipersonal por el momento, del barcelonés Enrique G. Bermejo. Hasta la fecha había realizado 3 maquetas, algunas de cuyas canciones se incluyeron en recopilatorios como “Pop a Porter Vol. 1” o “Megatón Ye Ye”, junto a grupos como Cola Jet Set, Underwater Tea Party, Charades o Pumuky. Después de un parón de varios años lanzó hace unos meses su cuarto trabajo, de nuevo autoeditado como maqueta: Meteorología (2008).
Respecto a sus lanzamientos anteriores llama la atención la aportación de otros músicos y artistas, tanto en segundas voces como a los instrumentos. Destaca en ese aspecto la cálida aportación vocal de Mar Expósito en “La gran carrera” pero sobre todo en “Hoy” (¡gran canción!). La relativa desnudez del pasado se viste de domingo, de panderetas y de acordeones, de xilófonos, de violines y de cellos melancólicos, con canciones que remiten igualmente a la música de un domingo de feria, a Syd Barrett tocando el piano con Beirut, a Sufjan Stevens en el Rock’n’roll circus o, en las más intimistas, a un amplio espectro de solistas y grupos introspectivos que abarcarían desde Nick Drake hasta Pauline en la Playa. También hay momentos para la sencillez instrumental, como en el piano mínimo que suena a lo largo de “Máscaras”
Los estudios audiovisuales de Enrique se ven reflejados a lo largo del disco, sobre todo en la producción (el sampler del film “Gummo”, en “Máscaras”, o el ambiente feriante de la canción que abre el disco, “Circo del horror”). Las letras, muy personales y a veces conmovedoras, giran en torno a conceptos como la soledad, la búsqueda, el sentimiento de verse diferente o la necesidad de abrirse paso entre la masa.
Si Meteorología fuera un disco de un grupo consagrado, me centraría en sus defectos (algo de dispersión, alguna canción con sensación de inacabada, ciertos momentos Thom Yorke que no se echarían de menos si faltaran…), pero hay que tener en cuenta que estamos ante una maqueta. Así pues, sólo diré que lo escuchado promete, que se nota una evolución en el artista que lo acerca a la profesionalidad, que hay materia prima y que sólo falta escoger la dirección correcta en el cruce de caminos en que, suponemos, se encuentra ahora mismo su autor. Y que alguien de la industria se fije en él, claro.