Chris Brokaw – Gambler´s ecstasy (Damnably)
Esta coyuntura del año es un tiempo arriesgado para sacar disco y no caer en el olvido. Los medios están confeccionando sus listas -fotocopiadas en su mayoría para tapar carencias y exhibir una falta de personalidad que aporte cohesión globalizadora por encima de criterio- y pasan bastante de los lanzamientos discográficos del momento.
Esta inopia involuntaria podría afectar de forma clara al nuevo trabajo de Chris Brokaw. Más si cabe si su nombre poco pueda decir a los buscadores de tendencias y modernismos varios, si bien la propia mención de su nombre debiera cuadrar a cada uno de estos horchateros vocacionales.
Sólo su legado como baterista de Codeine y guitarrista-cabeza pensante junto a Thalia Zedek en Come le emparenta con dos nombres cumbre para entender el desarrollo de la música más deliciosamente arisca y conmovedora de los noventa.
Desde el nuevo siglo Brokaw ha ido regalando una serie de trabajos que oscilan entre rock eléctrificado, exploraciones acústicas y ejercicios abstractos y experimentales, dependiendo del caso.
Esta vez con Gambler´s Ecstasy (12) toca la vuelta a su cara más rugosa y rasposa. Un disco nada fácil que sugiere una implicación del oyente en sus incómodas aguas y lo consigue con pulso firme y sin estridencias magnas, salvo los adictivos desarrollos de la formidable «The appetites» rayando los diez minutos.
Este viaje distorsionado por descontado que no supondrá nada lacerante para los conocedores y devotos de su carrera; será una delicia entrar desde el minuto uno en la maraña sónica de «Criminals», el aporte de la descacharrada viola en la turbulenta «Crooked», la urgencia cercana a Shellac que desemboca en magmático slowcore de «How to listen» o la turbia belleza liberadora que conforman el binomio de cierre, «Anacordia» y «Richard and Vanessa in the box». Justicia poética ya, demonios.