Discos

Courtney Barnett – Sometimes I Sit And Think, And Sometimes I Just Sit (Mom + Pop Music)

Tras la cortina de la autenticidad se esconde muchas veces el viejo truco del «nada por aquí, nada por allá«; lo que desnuda el humo cuando desaparece suele resistir pocos análisis mínimamente rigurosos. Sin embargo, hay ocasiones en las que la autenticidad, el genio, la excepcionalidad,… todo lo intangible en lo que se fundamenta la venta ambulante de charlatán viste con lustro una percha fascinante. Es el caso de Courtney Barnett, cuyo halo encantador tiene, además, una réplica fantástica en el apartado musical.

Es lo que interesa. Pero es difícil no rendirse con devoción a ese lánguido y ácido carácter que Barnett destila entre su forma de cantar, su saltarín acento australiano y sus brillantes letras bañadas en sarcasmo e hiperrealismo. Las mismas de «Depreston», el single de su último disco; las mismas, de hecho, del título del mismo. Y las mismas, otra vez, de esa crónica de lunes mundano en aquella «Avant gardener» que ya sobresalía en su sorprendente doble EP anterior. Podemos convenir, pues, que existe un acuerdo tácito al respecto: todos nos creemos a Courtney Barnett.

Además de todo eso, Barnett sabe cómo hacer buenas canciones sin necesidad de demostrar que ha descubierto la sopa de ajo. La australiana no necesita reinventar el rock porque, en realidad, hacer bien el que existe ya tiene cierto mérito, y a ella no le gustan los excesos. En Sometimes I Sit And Think, And Sometimes I Just Sit, además, demuestra inteligencia rodeándose de músicos que, como Dan Luscombe (guitarrista de sus compatriotas The Drones), ya habían colaborado con acierto en el pasado.

Su rock de evidente reflejo noventero se ejecuta en dos fases con una naturalidad pasmosa. En la primera, entre Kurt Vile y Elastica, Barnett revienta los medidores de personalidad con sus discursos entre la batería trotona de «Elevator operator», las guitarras poderosas de «Pedestrian at best» y «Aqua profunda!», y los estribillos de «Dead fox» y «Nobody really cares if you don´t go to the party». En la segunda fase, de idéntica relevancia, la australiana languidece con la precisión matemática que le permite alzar el vuelo justo antes de tocar el suelo; «Depreston», «An illustration of loneliness (sleepless in New York)», y las dos canciones más largas del disco, «Small poppies» y «Kim´s caravan» (ambas con acertados pasajes de guitarra), son perfectos ejemplos de cómo manejar la calma sin caer en el recreo gratuito.

Todo junto hace de Sometimes I Sit And Think, And Sometimes I Just Sit uno de los discos del año.

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