Danger Mouse & Black Thought – Cheat Codes (BMG)
Brian Burton ha tardado nada menos que 17 años -desde The Mouse And The Mask, su disco junto a MF Doom, de 2005- en regresar al hip hop puro, el mundo del que proviene. De hecho fue poco después de aquél disco, allá por 2006, cuando contactó por primera vez, ya convertido en todo un Danger Mouse, con uno de sus ídolos, Tariq Luqmaan Trotter, aka Black Thought, MC de sus adorados The Roots, para una posible colaboración de la que surgieron algunas maquetas que no fructificaron.
Años después, en 2017, la pareja volvió a hablar del asunto. Esta vez más en serio. La idea era hacer un álbum colaborativo, pero las agendas de cada uno y una, obviamente, inesperada pandemia mundial hicieron lo suyo y ralentizaron un trabajo que es ahora, tanto tiempo después de que aquél chaval que llegó a pagar a un colega de su barrio para que le robara el segundo disco de los Roots tuvo el atrevimiento de llamar a su MC fetiche para que pusiera voz a sus beats, cuando se ve convertido en realidad. Y qué realidad.
Cheat Codes es un disco que trata el hip hop como lo que es, música clásica. O como suele decirse, un disco urdido al estilo old-school. El productor se convierte en digger y resucita con sus samplers oscuros vinilos de los sesenta y setenta. Psicodelia, soul, jazz, loops que se entrelazan y distorsionan para generar unas bases en las que, al fin, es el MC el que pone la guinda con sus rimas. La forma tradicional de hacerlo, vamos. Como se hacía en los noventa.
No es difícil, de hecho, reconocer a la gran Gwen McRae y su “Love without sex” en la inicial “Sometimes”. El soul, siempre el soul, vuelve a ser el gran aliado del hip hop para hallar la épica necesaria. Es un comienzo soberbio que no hace sino dar muestra de lo que está por venir. El álbum inmediatamente toma al asalto los altavoces. Suena la canción titular y explotan las rimas del de Philadelphia con frases como “Blackness is not a monolith. A lotta niggas probably gotta see psychologists to understand why we wallowing where the bottom is”, en referencia a que la causa de su raza, el sufrimiento al que se ha visto sometida, no es algo claro y diáfano que pueda descubrirse sin ayuda.
Ese mismo tono descarnado prosigue en temas tan sobresalientes como “No gold teeth”, con un groove en su base que es imposible de ignorar. Y es que esa es la gran baza de toda esta colección: su uso de la música negra tradicional en un compendio soberbio, perfectamente ensamblado, que hace que cada uno de los cortes sea toda una odisea. Quizá no llegue a la altura, a la trascendentalidad, de las grandes obras maestras del género, como las de Wu Tang Clan, Nas o A Tribe Called Quest, principalmente por una cuestión de época, pero lo que estos dos han creado aquí sin duda es una pieza maestra de orfebrería. Un trabajo que se degusta de principio a fin sin respiración, con una tensión que es raro encontrar hoy en día en trabajos que se encuadren más o menos dentro del mainstream.
“Belize”, otra de las piezas clave, cuenta nada menos con el retorno desde la tumba del gran MF Doom, antiguo colaborador, como decíamos al principio de estos párrafos, de Danger Mouse, que aporta su característico flow a otro tema espectacular. Como también lo es “Aquamarine”, que en este caso cuenta con otro viejo conocido, Michael Kiwanuka, cuya voz vaporosa empasta a la perfección con los aires psicodélicos, a los cuales tampoco es ajena otra de las joyas del disco, “Because”, que cuenta con la colaboración estelar de uno de los MC’s del momento: Joey Bada??.
Sí, los colaboradores desfilan presentando respetos a estos dos monstruos, pero lo realmente importante es la química que despliegan juntos en un disco en el que es difícil no pensar como un clásico instantáneo. Una especie de compendio de todas las virtudes de la visión tradicional del rap, que no lo olvidemos, es una música que ha servido para rescatar del olvido otras músicas y elaborar con ello algo nuevo. Ese sistema funciona aquí a las mil maravillas. Las bases generan un colchón que lo vuelve todo excitante, urgente. Escuchar este álbum es una experiencia vertiginosa, que por supuesto le debería convertir en candidato a ser uno de los discos más importantes de este año. Al menos en la cabeza de este que suscribe, así es. Por no decir el más importante.