Elefantes
Si no hubiéramos parado, realmente se hubiera destruido el grupo y habría sido imposible para nosotros cuatro volver a disfrutar de algo que nos hace tan felices como es tocar juntos
Elefantes han resucitado y quisimos hablar con Shuarma, un músico vocacional que ha luchado por sacar adelante una carrera en solitario que no ha encontrado hasta el momento respaldo comercial a la espera de una reunión que al fin, casi una década después, ha llegado a buen puerto.
Los Elefantes de siempre son los nuevos Elefantes que ahora, más maduros y más sabios, que intentan demostrar que el tiempo no ha dejado huellas, al menos en apariencia, en una forma de componer personal e identificable.
La impresión es que vuelven para quedarse, pero mientras lo comprobamos, de lo que se trata es de disfrutar. Ni más ni menos.
Vuelven a la palestra unos Elefantes que no sabemos hasta qué punto son los mismos de antes. ¿Hay diferencias entre los paquidermos de antes y estos más cercanos a otro llamado «El rinoceronte»?
Hombre, en esencia es lo mismo, somos los mismos. Además, Elefantes sí que es cierto que es un grupo que escribimos sobre nuestras vivencias, sobre lo que nos ha ocurrido, y ocho años de separación han llenado la mochila de cada uno. De alguna manera somos el mismo grupo de antes pero somos un grupo distinto también.
¿Qué ha significado para Shuarma personalmente un reencuentro tan importante?
Reencontrarnos ha despertado muchísimas cosas. Ha cambiado nuestro sonido, ha cambiado nuestra perspectiva también. Vamos evolucionando, y yo siento que somos los de antes, los de ahora y también los que vamos proyectando ser más adelante.
Un retorno que parece llevar un poco la contraria a los que aseguran que el paso del tiempo siempre perjudica a una banda que quiere reunirse o que cualquier tiempo pasado fue mejor. El tiempo pasa, es evidente, pero no pasa igual para todo el mundo, ¿o sí?
Yo creo que no se puede generalizar. Cada banda es un mundo, y nosotros en el mejor momento del grupo decidimos parar porque sentíamos que algo se había roto entre nosotros, era una cuestión de energía. Pensamos que en lugar de continuar haciendo discos de los que probablemente ya no nos sentiríamos orgullosos o hacer directos en los que no sintiéramos que lo estábamos dando todo, decidimos parar. Y ahora que nos hemos reencontrado y que vuelve a fluir todo, creemos que fue un acierto hacerlo.
Puede estar ahí, en esa parada, la clave para un retorno tan sólido.
Eso es lo que nos ha permitido volver. Si no hubiéramos parado, realmente se hubiera destruido el grupo y habría sido imposible para nosotros cuatro volver a disfrutar de algo que nos hace tan felices como es tocar con Elefantes.
¿Cómo se afronta desde un punto de vista personal, en este caso el de Shuarma como creador y escritor de canciones, el volver a escribir para una banda y dejar de momento el sentimiento de individualidad?
Bueno, yo nunca me he planteado si escribo para mí o para el grupo. Siempre he escrito desde el corazón, Elefantes es un grupo en el que escribo yo solo y siempre me han permitido que me exprese con mucha libertad. Todas las letras siempre son personales, con lo cual cuando empecé mi carrera en solitario no sentía que tenía que escribir desde otro punto de vista distinto. No siento mucha diferencia a ese nivel, siempre he intentado expresar lo que yo siento y siempre he funcionado igual.
¿Este es un disco más íntimo, más de mirar hacia adentro de vosotros mismos o, siguiendo un poco la tendencia, más atendiendo a lo que pasa a vuestro alrededor?
No te sé responder muy bien, creo que me falta tiempo todavía para entender el disco. Yo necesito mucho tiempo para entender los discos. He escrito sobre lo que sentía, y desde luego que hay canciones que hablan sobre lo que está ocurriendo, hay canciones más ombliguistas que hablan de lo que me está ocurriendo a mí personalmente, otras que hablan de casos ficticios que me invento… Pero siempre cada canción lleva mi preocupación o mi alegría o lo que yo siento, siempre necesito dejar dentro de una canción mi sentimiento, porque hay cosas que no las sé decir en una mesa hablando. Sin embargo, sí que me atrevo a hacerlo escondido detrás de una melodía y de una canción.
El título, «El rinoceronte», parece romper con todo lo anterior y anunciar una entrada -reentrada más bien- por la puerta grande. Incluso la canción que bautiza el disco y que es precisamente la que lo cierra suena como el resumen del mismo, encierra todo el sentimiento que pueda haber en todos los temas.
«El rinoceronte» la escribí después de un sueño, es una de esas canciones que me levanté y escribí la letra y no la toqué, es una canción bastante subconsciente. No pretende contar nada, solo lo que soñé, cada uno lo interpreta como quiere. De alguna manera yo creo que la música y el arte tienen mucho que ver con eso, hay alguien que emite y hay alguien que recibe. La obra se termina cuando alguien la recibe y la hace suya. Ahora, la canción que está sonando de Mishima para ti tendrá un significado porque te recordará cosas de tu vida y para mí tendrá otro porque he tenido otras experiencias. Creo que una canción está terminada cuando alguien la ha hecho suya.
¿Viene de ahí la imagen del rinoceronte como metáfora?
Claro, cada uno la interpreta a su manera. Fíjate en el feng shui, por ejemplo, donde el rinoceronte es un animal que significa la protección. Para mí es un animal que es una amenaza, y que cada uno lo interprete como quiera. Es un mensaje que he lanzado para que cada uno lo haga suyo.
¿Os sentís ahora más seguros que antes cuando subís a un escenario o nada ha cambiado en ese aspecto?
Siempre nos hemos sentido muy seguros, la verdad es que siempre. La gran diferencia es que ahora lo disfrutamos. Hubo un momento, cuando teníamos mucho éxito, que no supimos disfrutar y que hizo que nos ahogáramos un poco en nosotros mismos. Este tiempo nos ha dado el permiso también para entender que nos pasaron cosas muy bonitas, que tener un grupo de amigos con el que haces música es muy bonito, que tener un público que viene a escucharte es maravilloso y que encontrar un vehículo a través del cual expresarte es algo muy grande. Ahora estamos aprendiendo a disfrutar cada cosa, a disfrutar esta entrevista por ejemplo. Antes yo odiaba las entrevistas y ahora las disfruto, ¿sabes? Poder transformar ese tipo de cosas en tu vida yo creo que es algo muy bonito.
¿Esperabais tener este recibimiento, sobre todo en unos tiempos en los que la gente no está por la labor de comprar discos ni de ir a conciertos? Incluso tocar en festivales como el Arenal Sound, por ejemplo, teóricamente alejado de vuestros presupuestos.
Nosotros sabíamos que había gente que esperaba o que le gustaba el grupo. No nos esperábamos que nos esperaran con tanto cariño, desde luego se están abriendo puertas que nunca pensamos que se iban a abrir pero las disfrutamos. Es lo que te he dicho antes, lo que estamos haciendo es vivir el momento y realmente ser conscientes de lo afortunados que somos, intentar dar lo mejor de nosotros cada vez que podamos hacerlo y ya está.
Así que tenemos Elefantes para rato. ¿Es el comienzo de una nueva amistad?
Bueno, esto es retomar una historia que se quedó a medias. Nunca rompimos afortunadamente la amistad, nunca rompimos el respeto ni la admiración entre nosotros, y eso es lo que nos permitió parar. A día de hoy, eso es lo que nos ha permitido volver a empezar. Cuando nosotros paramos el grupo dijimos que acabábamos para siempre, y ahora que volvemos pensamos que es también para siempre.
En cualquier caso, tu producción siempre ha ido encaminada en varias direcciones. No olvidamos aquel proyecto más que interesante llamado La Media Luna, tus discos en solitario, tus colaboraciones… Todo eso enriquece esta nueva etapa de Elefantes, supongo.
La enriquece, todo lo que haces te enriquece. Cualquier experiencia, si la vives en profundidad, te aporta puntos de vista, te aporta perspectivas, te aporta vivencias… Yo sé que todo lo que estoy haciendo con Elefantes hará mejor mi siguiente disco, porque estoy viviendo cosas y me estoy nutriendo. Lo que tengo claro es que no quiero dejar mi carrera en solitario, quiero poder disfrutar de lo bueno y lo malo que tiene un grupo y de lo bueno y lo malo que tiene una carrera solista. Puedo hacerlo y quiero hacerlo.