Eluvium – Similes (Temporary residence)
An accidental memory in the case of death (04) y Copia (07) siempre serán obras que conservaré dentro de mí. Fueron dos de las que me acompañaron en el duro tránsito de admitir y superar la pérdida de un ser único. Y bueno, a partir de ahí Eluvium, o Matthew Robert Cooper como prefieran, ha sido un artista al que guardo un especial lugar en mi vida.
El primero de los citados, me parece el culmen absoluto del sonido neoclásico reciente junto a esa otra colosal maravilla que es Fordlandia (08) de Jóhann Jóhannsson. Su piano cauteriza el alma como los pasajes más graves y ágiles de Satie. El segundo es la perfección en la carrera de Eluvium: aúna todas las virtudes y características que han hecho singulares cada uno de sus lanzamientos. Hasta esas Miniatures (08), disco compuesto por pasajes pianísticos bajo su propio nombre, que, a pesar de parecer menores y sin huella, resultan excelentes.
Pero, ay, hoy toca ver como los que consideramos genios infalibles, tarde o temprano, como todo en este mundo, nos decepciona. Similes (10) sorprende en primer lugar por la inoportuna llegada de voces en la mayoría de sus composiciones, en cinco de ocho concretamente. Y esa voz no es otra que la del propio artista. Ignoro los motivos que le han llevado a incluirla, quizá la necesidad de unir a sus paisajes de melancolía una lírica abstracta y sensorial que conjuga perfectamente con el espíritu de su obra, pero que en cuanto a las cualidades vocales, deja tanto que desear como cuando lo hace Moby por poner un ejemplo.
Si el viaje que la música de Eluvium nos brinda llevándonos allí donde encontramos la paz y la comprensión de tantas cosas ininteligibles en nuestro transitar, esta vez el billete resulta fallido. No sólo es ya el lastre de la voz el culpable, lo son igualmente unas composiciones que despiden asepsia por vez primera, que suenan caducas, sin emoción. Sirva como muestra los más de diez minutos del corte que cierra Similes, “Cease to know”, un tema en la onda drone del fantástico Talk amongst the trees (05), pero con resultados muchísimo menos logrados, sumiéndonos en la abulia e indiferencia más desalentadoras.
La distancia que dista de la solemnidad dibujada al borde de la lágrima que destila Copia y del ambient para yuppies que resquebraja los fundamentos de Similes es atroz. Quiero pensar que estoy ante un hecho puntual, un tropiezo que, aún doliendo más de lo deseado, aún entrega dosis de aliento en “The motion makes me last” o “Weird creatures”.