Ghost – Skeletá (Loma Vista Recordings)
En una época donde hasta los riffs necesitan un filtro y los rockstars quieren parecer influencers veganos tomándose selfies en el Smart Fit, Ghost sigue bailando en la cuerda floja entre el espectáculo y el sacrilegio. Y lo hace vestido con sotana, plataformas, y una sonrisa torcida que parece decirte: “Confiesa, cerdo, sé que te está gustando».
Skeletá, su sexto sacrilegio de estudio, no viene a reinventar el infierno, pero sí a redecorarlo con neones, melodías coreables y una líbido satánica que haría sonrojar a Prince. Tobias Forge (ese Papa V Perpetua que ya ni se molesta en ocultar su identidad) entiende el juego mejor que nadie: esto no es solo música. Es narrativa. Es carne. Es misa negra en HD. Desde la muy aceptable «Satanized», se siente como entrar a una orgía litúrgica organizada por Alice Cooper y Lucifer en persona.
El bajo pulsa como un corazón pecaminoso, las guitarras gimen como si fueran testigos de un exorcismo sexual, y la voz de Forge… sí, esa voz. Es el predicador que sabe exactamente cuántas veces has pecado y te lo canta al oído. Pero no todo es fuego y lujuria. En «Missilia Amori», Ghost se permite un guiño sucio, un coqueteo glam en plan “muéstrame el alma y quizás te muestro algo más”. El riff suena a lubricante en vinilo, y el estribillo es tan pegajoso que ni con agua bendita se te va de la cabeza. Es música pensada para la perversión. «Umbra» pisa el pedal más oscuro: riffs serpenteantes, batería que trota como si viniera escapando de los ángeles caídos, y una línea: “…in the shadow of the Nazarene, I put my love in you” que es poesía macabra digna de un tatuaje hecho con sangre en una cárcel sueca.
La producción, como siempre, es quirúrgica. Cada nota parece bañada en oro profano. El equilibrio entre el metal teatral, el pop melódico y la blasfemia gourmet es tan preciso que asusta. Ni Mercyful Fate fue tan eficaz metiendo el demonio en la radio.
Y claro, hay quienes siguen llorando porque no es “true black metal”. No entienden que lo verdaderamente satánico no es gritar en un bosque con corpse paint, sino llenar el Madison Square Garden hablando de penes metafóricos, Lucifer y el amor como un juego con cuchillas. ¿Skeletá es perfecto? No. Algunas canciones se sienten como repeticiones del grimorio anterior. Pero cuando Ghost acierta, lo hace como un puñetazo en los dientes con un anillo en forma de cruz invertida. Porque esto no es metal para puristas. Es ópera profana para pecadores que ya se rindieron a la tentación.
Escucha Ghost – Skeletá