I’ll Be Your Mirror: A Tribute to The Velvet Underground & Nico (Verve)
El legado de los Velvets nunca ha dejado de ser un referente. Un espejo en el que hordas de músicos se miran para intentar lo imposible: que la imagen reflejada no sea sino un mero simulacro, una representación de una quimera imposible. Nadie ha conseguido sabotear la malsana, romántica, teatral, fantasmagórica obra de The Velvet Underground. Partiendo de esta premisa, uno se acerca a este homenaje a la obra totémica del plátano con cautela, esperando el reflejo ajado de un cadáver al nacer. Pero ¡oh milagro!, algo palpita con fuerza en estos surcos que son reverenciables, algunas veces, pero a la vez poseen brío, nervio, y desfachatez.
En un artículo aparecido en 2016 en El País bajo el título de Legado de ruido, poesía y disidencia, mi querido Ignacio Julià -gran estudioso de la obra de la banda- escribía: “Producto de personalidades antagónicas —Lou Reed, cantautor, y John Cale, experimentalista— y del choque de mundos opuestos —rock’n’roll y vanguardia, melodía y cacofonía— la banda neoyorquina reniega del rhythm and blues para edificar una nueva estructura que acoja tanto el acervo de la música norteamericana como la tradición europea, presente en la educación clásica del galés Cale y la grave voz de la alemana Nico. La original percusión de Maureen Tucker, cuyo minimalismo sigue vigente, el áspero o lírico roce de las guitarras de Reed y Sterling Morrison, la chirriante viola de Cale, activan el verdadero reinicio del rock». No se puede describir mejor una unión de talentos que llegaron para romper los moldes establecidos para reordenar el ideario rock.
Este excelente tributo, I’ll Be Your Mirror. A Tribute To The Velvet Underground & Nico (Verve, 2021) se edita en un momento en el que la banda legendaria, de nuevo, están en el foco de la noticia: el gran Todd Haynes está a punto de estrenar comercialmente su documental sobre ellos, un filme que fue acogido con ovaciones en el pasado festival de Cannes, y que será estrenado en la plataforma de streaming de Apple TV.
El disco que nos ocupa estuvo impulsado por el excelente productor y músico Hal Willner -fallecido el año pasado-, que queda acreditado como productor ejecutivo, y en líneas interiores, Michael Stipe le rinde una sentida ofrenda. Es él mismo el que abre fuego con una ensoñadora versión de “Sunday Morning” en la que su voz hace que se pare el mundo. Un arranque que pone el listón muy alto.
La versión de Matt Berninger de “I’m Waiting For The Man” no pasa de ser bastante fiel a la original, pero ahí está Sharon Van Etten para ralentizar más si cabe la emblemática “Femme Fatale”, con arreglos de cuerda preciosos, y los coros de Angel Olsen. Fantástico.
Otro momento intenso en la reinterpretación de “Venus In Furs” por parte de Andrew Bird y Lucius: una tensa variación a violín y voces de sonidos ásperos, atonales, pero terriblemente bellos y ampulosos. El rock más clásico llega en volandas de Kurt Vile y una pizpireta toma de “Run Run Run”, mientras que Thurston Moore a la guitarra y Bobby Gillespie a las voces arañan con saña “Heroin”.
Entre el bublegum y lo glam se mueve a las mil maravillas King Princess en “There She Goes Again”, y la fuerza punk de Fountaines D.C. arrasa en “The Black Angel’s Death Song”. Y para un servidor, mención aparte se merece la lectura a lo Laurie Anderson de “All Tomorrow’s Parties” que hace St. Vincent, los modos tan vivificantes de merendarse las silabas y regurgitarlas con tremendo cariño y sabiduría de Courtney Barnett en “I’ll Be Your Mirror”, y la rabia de Iggy Pop -y Matt Sweeney a la guitarra y bajo- de comerse a dentelladas, como si de un Alan Vega se tratase, el “European Son”-que-estás-en-los cielos.
Disco increíble, grandes versiones de grandes artistas. Me llamó mucho la atención lo que hace Iggy. De los mejores tributos que han sacado estos últimos años