Lady Wray, ¿la nueva reina soul?
El segundo disco en solitario de Lady Wray, aparecido a principios de este 2022, está siendo por derecho propio uno de los más importantes de lo que llevamos de ejercicio en lo que a música negra se refiere. Ya había ganas de hablar de él, pero de paso, hablemos un poco también de la muy nutrida carrera de su autora, que abarca desde sus inicios en el hip-hop hasta esta pletórica lección de neo-soul que es su reciente Piece Of Me.
Nicole Wray no es en absoluto una recién llegada. Los inicios de su trayectoria se remontan a los años noventa del siglo pasado y su talento vocal, a la par que sus aciertos discográficos, deberían ser objeto de una reivindicación mucho más fuerte de la que se les está brindando. Ya toca considerarla una grande del soul y el r’n’b, al menos en opinión de quien esto suscribe.
Nicole nació en la ciudad de Salinas, condado de Monterey (California), en 1979, aunque muy pronto su familia se trasladó a Virginia. Allí empieza a destacar como solista en el coro de la iglesia y a hacer algunos bolos por la ciudad. Eso hizo que la incipiente estrella del rap Missy Elliott diera con ella. Un día fue a su casa a oírla cantar y descubrió con los ojos como platos el diamante en bruto que era. La metió en su sello, The Goldmind Inc, y de su colaboración nacería ese pequeño-gran hit que fue «Make it hot». Corría 1998 y Wray era joven e inexperta. No sabía por dónde tirar con un éxito prematuro y una carrera que parecía a punto de despegar, pero que otros querían pilotar por ella.
El disco subsiguiente -también titulado Make It Hot (1998)- no contó con el mismo beneplácito del público que el single, ni mucho menos. Tras el intento de publicar un segundo álbum, que dado el escaso interés que despierta su single de adelanto («I’m lookin'»), queda archivado, Nicole y Missy Elliott, amistosamente, toman caminos separados. Pero en el transcurso del tiempo que han pasado juntas, la joven no ha perdido el tiempo, precisamente: ha intervenido en uno de los mejores discos de rap de la historia (Supa Dupa Fly, de la jefa Elliott) y colaborado con mastodontes como Big Boi, Ol’ Dirty Bastard o MC Solaar.
Esa sólida reputación que va adquiriendo es la que hace que el ya entonces importante productor y empresario Damon Dash la quiera fichar para su sello Rock-a-Fella. Allí iba a grabar el que al fin se convertiría en su segundo disco, pero lo mala suerte se ceba con ella de nuevo: el sello es vendido a Def Jam y un álbum suyo queda, de nuevo, olvidado en un cajón.
Parece una maldición. No obstante, ella no desfallece y sigue prestando su voz a proyectos ajenos cada vez más importantes. De este modo acaba haciendo los coros para Brothers, el exitosísimo álbum de The Black Keys. Eso de nuevo le abre puertas, que le hacen entrar en contacto con Terri Walker, una vocalista británica de perfil parecido al suyo con la que da forma a Lady. El dúo graba un álbum debut que se publica en 2013 vía el sello Truth & Soul, a las órdenes y en compañía de los mismos productores y músicos que ayudaron a aupar a Aloe Blacc y Lee Fields a donde hoy están.
El disco es, en opinión de quien esto escribe, todo un clásico perdido del soul. Con canciones tan espectacularmente vibrantes como «Money» o «Get ready», verdaderos pilares del fenómeno revival. No obstante, la cosa se quedó ahí. Terri Walker decidió continuar con su carrera en solitario y nuestra heroína seguir por su cuenta, eso sí, añadiendo el apelativo Lady a su apellido.
Lady Wray se estrena de nuevo en solitario mediante Queen Alone, que llega en 2016. Su anterior paso le ha hecho ganar seguridad en sí misma. Eso se refleja en un disco en el que su personal voz brilla con luz propia. Y lo hace en unas canciones mayúsculas, cocinadas de nuevo en Nueva York con gran parte del mismo staff que la apoyó en el disco de Lady y con dos gigantes como Tom Brenneck y Leon Michels a la producción. El resultado, por supuesto, es un disco magnífico, pero no tan espectacular como el que estaba por venir.
Tras un largo tiempo de espera, pandemias aparte, llega este año a nuestros oídos Piece Of Me. Un trabajo que, además, se publica después de una recién estrenada maternidad que la ha hecho reinventarse. Canta de una forma más profunda, con más conocimiento. Alcanza una dimensión a la cual, otra vez, la producción de ese esencial colaborador en que se ha convertido Leon Michels pone en perfecto contexto. El sonido del disco es, de alguna forma, un resumen de todo lo aprendido por el camino por Wray. Indudablemente soul, pero con un acento en los graves muy cercano al hip-hop que cultivó en sus orígenes. Muy ella, por tanto. Su voz se sitúa totalmente en primer plano, pero sin avasallar. De esta forma brillan con luz propia canciones tan impresionantes como la profunda, casi pastoral, «Come on in», la sofisticada «Where were you» o la muy juguetona «Under the sun», candidata a canción del verano perfecta. Forman parte de un conjunto completamente cohesionado, sin fisuras, que sitúa a Lady Wray como un claro referente del soul moderno.
¿La nueva reina? Pues oiga, puede que sí.