Nacho Vegas
La música creo que es la única parcela de la vida en la que no existe la competición. No haces un disco para quedar por encima del otro en las listas de venta, y si lo hicieras así, sería un fracaso seguro
Nacho Vegas ha regresado en 2011 con la continuación de El Manifiesto Desastre. La Zona Sucia vio la luz el pasado 14 de febrero.
Un disco que ha contado con la participación de: Abraham Boba, Manu Molina, Xel Pereda, Luis Rodríguez y con las colaboraciones especiales de Pedro Perles, Pablo Herrera, Mar y Alicia Álvarez (Pauline en la Playa), Xuan Lorenzo y el coro de Les Guajettes.
Nos reunimos con Nacho en Barcelona para hablar de su vuelta a la actualidad.
En “El Manifiesto Desastre” encontrábamos canciones más oscuras como Morir o Matar y otras más luminosas como Detener el Tiempo. En cambio en “La Zona Sucia” los claroscuros están mucho más equilibrados y el disco resulta más redondo. ¿Estás de acuerdo?
Sí. Siempre entro al estudio con las canciones muy desordenadas en la cabeza y al grabarlas te sirve para organizarlas, oírlas desde fuera y darte cuenta qué es lo que tienen en común. En “El Manifiesto Desastre” había canciones que hablaban del mismo tema pero desde ópticas totalmente diferentes, como si cada canción la cantara un personaje distinto. En “La Zona Sucia” había dieciséis canciones pero las diez que metí en el disco sí que parece que le dan un poco vueltas a lo mismo y resulta un poco más monolítico. Son cosas que me encuentro una vez que grabo las canciones, no lo sabía antes.
En referencia a la coherencia entre canciones de las que hablas, en el disco encontramos diez temas y los nueve primeros digamos que van muy ligados entre ellos mientras que en el último vemos un giro temático y musical. ¿Es el “Mercado de Sonora” el contrapunto del disco? ¿Compusiste las canciones en el orden en el que aparecen?
No, porque las canciones a mí se me mezclan. Tardo mucho en dar por terminada una canción, algunas veces me atasco, las dejo descansar y luego las retomo a la semana o al mes y así se van juntando las ideas. Siempre hay tres o cuatro que están conviviendo a la vez. Y en este caso, El Mercado de Sonora, y otras canciones que quedaron fuera del disco, sí que parece que se sale un poco de la temática. Esta canción tenía claro que quería que cerrara el disco precisamente por eso, porque era una canción que ponía un contrapunto a todo un disco dando el coñazo con lo mismo.
¿Podríamos decir que la idea más destacada del disco es la pérdida de un amor y el deseo insistente de seguir luchando aún sabiendo que la reconquista es del todo imposible?
Sí, puede ser un poco eso. Ahora pensando en las canciones del disco también me lo pregunté. No sabría muy bien si podría decir en una frase cuál es el tema que planea en todas ellas. Digamos que cuando tienes algo que crees muy sólido, muy fuerte y de repente compruebas lo contrario es cuando te quedas con cara de tonto y te preguntas: ¿ahora qué hago? Las canciones nacen un poco de ese “¿y ahora qué hago?”. Las canciones siempre son algo abierto, que hablan un poco de eso, de que al final hay que seguir, hacer más canciones y volver a meter la pata otra vez.
En “Taberneros” haces un guiño a un tema de tu disco anterior, “Mondúber”. De alguna manera tienen ciertas cosas en común, como los coros y el sentimiento de pérdida. ¿Qué importancia tiene “Mondúber” en ésa canción y qué relación guarda con el tema del Manifiesto?
Hay veces que me doy cuenta que canciones que estoy haciendo ahora tienen relación con otras más antiguas. Hay puentes tendidos entre unas y otras y me gusta el juego de hacer auto-referencias a otras canciones, no solo por el hecho en sí sino que son referencias emocionales y “Mondúber” era una canción complicada por cómo la hice y cómo la grabamos. Es una de las que me gusta más del disco anterior pero no le gustaba a nadie, ni a la banda le gustaba y la dejamos de tocar enseguida.
En varias de tus canciones, a menudo aparece la idea de las tormentas como metáfora de una inminente ruptura sentimental. Me vienen a la cabeza temas como “Va a empezar a llover” (y creo que va a empezar a llover / y yo querré correr y correr / y desaparecer”), “La gran broma final” (el día que te hablé de amor / sabiendo que daban temporal) o “Cuando te canses de mí” (“me dan miedo las tormentas / que ahora veo que una se acerca / que en el cielo hubo un temblor”). ¿Es voluntaria esa metáfora?
Aunque llevo toda la vida en Gijón y sé que llueve mucho, siempre me sorprende cuando lo hace. Siempre parece que dices “Joder! Ya está lloviendo otra vez” cuando lo tienes que dar por hecho. Es lo normal, lo raro es que haya un día soleado y eso es lo que nos pasa un poco a todos. Te sorprendes con cosas que no deberías, es como que ya te habían avisado, ya sabías que era así, entonces no sé por qué pones esa cara de asustado.
Incendios tiene una letra tan alarmista como su título: “dime amor si estás ardiendo / y si es que puedo aliviarte yo”, “me dejas que lea / el mapa que ha dejado / el agua hirviendo sobre tu piel”. ¿es el vínculo físico el que más se echa de menos en una ruptura?
Se echan de menos muchas cosas. Lo que pasa que en cierto modo una ruptura es como si algo estuviera ardiendo y de repente le echaran un jarro de agua y se apagara de golpe. A veces quedan algunas brasillas y puedes reavivar el fuego, otras veces se apaga del todo pero lo importante es siempre saber que tienes que volver a aprender a arder otra vez. Y de eso trata la canción. La anécdota de donde surgió es de un incendio que me contaron pero que al final acabó bien. Pensaban que iba a arder una casa con los niños dentro pero se salvaron todos. Y es eso, los incendios a veces pueden acabar bien.
¿Qué ha pasado con “Marquesita”? Apareció por la red como uno de los primeros temas que habías compuesto después del Manifiesto. ¿Se incluirá en el EP que has comentado que saldrá después de la Zona Sucia?
Sí, está grabada. Cuando entramos en el estudio teníamos dieciséis canciones. Siempre entro con más de las que van en el álbum para asegurarme que las que vayan en él tengan cierta unidad. Por otro lado para mí los álbumes no son solamente el disco sino también el EP. Lo considero como una parte del álbum pero que me gusta sacar en otro formato. Marquesita probablemente salga en el EP que haré a mitad de primavera. Quiero Incluir esa canción y otras que grabamos que también están en las sesiones del disco y alguna otra cosa nueva. Pero sí que es una de esas canciones que al principio tenía claro que iba a ir en el disco aunque una vez que las grabas, por razones muy diferentes, de repente se quedan fuera.
¿De dónde viene el título de la canción “Lo que comen las brujas”?
Viene de un cuento infantil que existe pero todavía no he logrado averiguar de dónde sale, si es un cuento popular o tiene un autor conocido. Pero lo leí mencionado en alguna parte y se me quedó en la cabeza esta frase que canto en el estribillo. Es lo que tienen a veces los cuentos infantiles, esta carga de perversidad que cuando los vuelves a leer ya de adulto te sorprende un poco la mala hostia que tienen algunas cosas. Y empezó como una especie de nana, por eso están los coros de niños.
¿Cómo tienes pensado llevar la gira de “La Zona Sucia”?
Todavía no he decidido qué canciones voy a rescatar de las antiguas. También las giras son algo que tampoco quiero llevar muy atado cuando las empiezo. Se van haciendo a sí mismas. Los conciertos mismos te van diciendo por dónde tienes que ir. Hay canciones que de repente te da la sensación que las estás ejecutando más que interpretando y las quitas, pones a otras y redescubres canciones antiguas. Me acuerdo que en otros discos, cuando tocábamos menos porque salían menos conciertos, quizás hacías una gira de diez o doce conciertos y cuando llegabas a los dos últimos era cuando la cosa empezaba a andar. Y ahora que tenemos la oportunidad de hacer una gira un poco más larga espero que se note en el escenario.
En tus conciertos, incluso en la misma gira, alguien quizás te dice que una noche has estado fenomenal y en otro siguiente concierto, sale hasta decepcionado. No sé si percibes de alguna manera cuándo un concierto saldrá bien o que es lo que hace que se tuerza.
Los conciertos lo bueno que tienen es que son algo muy incierto. Hay tantos factores que pueden afectarte: el día que tengas, el sonido, el ambiente, el sitio en el que tocas, que te hayas tomado una copa de más antes de salir a tocar. Intentamos con la banda que las canciones estén un poco por encima de nosotros mismos. Que sean ellas las que manden y abstraerte un poco de todo lo demás. Que no sea algo que estás tocando y que de repente te pongas a pensar en si dejaste la calefacción encendida en casa, eso sería cuando ya lo estropeas del todo, ahí ya no tiene solución. Últimamente con la banda estamos siendo bastante críticos. Es verdad que hay conciertos en que entonamos el mea culpa y decimos: “esto no puede volver a pasar”. Para hacer conciertos la premisa es que dé una sensación que hay algo peligroso, que todo puede salir mal o salir muy bien. Es necesario sentir esos nervios.
¿Seguirás con la misma banda que en la gira de “El Manifiesto Desastre”? ¿Hablas mucho con ellos para preparar los conciertos o el setlist? ¿Te gusta discutirlo todo o eres más dictador?
No soy nada dictador, todo lo contrario. Para mi hacer conciertos y hacer un disco es un trabajo de colaboración con todos los que estamos involucrados. Lo que pasa es que estoy al cargo de muchas cosas que tienes que decidir porque nadie más lo puede hacer. Solo mando cuando no me queda más remedio, como un mal menor. Es una relación muy familiar, no estoy por encima de ninguno de ellos. Y sí, será la misma banda.
Te hemos leído decir que para triunfar en la Fórmula Uno hay que ser un cabrón que pisotea a quien se le ponga por delante. ¿En la música pasa algo parecido?
No al contrario, en la música pasa todo lo contrario. Por eso me fascina, es otro mundo totalmente diferente. La música creo que es la única parcela de la vida en la que no existe la competición. Incluso aunque pueda parecerlo, en esencia, yo por lo menos con los compañeros que hacen música, no percibo que sea algo importante. Sí que ves cosas de las que se podría hablar, pero en el fondo, tú no haces un disco para quedar por encima del otro en las listas de venta. Y si lo hicieras así, sería un fracaso seguro. En cambio en la Fórmula Uno sí que tienes que hacer las cosas para estar por encima del otro. La música tienes que hacerla sin ninguna finalidad y con una razón poderosa. En una competición la finalidad es mucho más importante que la razón. El para qué es mucho más importante que la razón, en la música el porqué es lo único importante.
Todos tenemos la manía de buscar patrones comunes en lo que vemos. En mi caso invariablemente te encuentro muchas semejanzas con John Cale. ¿Estás familiarizado con su trabajo?
Si, si me encanta. La verdad es que me flipa John Cale, pero siempre le he tenido un poco de manía, siempre fui un poco más de Lou Reed que de John Cale, y mira que yo siempre soy de los segundones. Probablemente igual el París 1919 es mi disco favorito de todos. Si hiciera un disco que fuera solo la centésima parte de lo que es el “París 1919” ya me daría por satisfecho.