Pablo Und Destruktion (Sala 0) Madrid 06/06/19
Sorpresa, la pasada noche asistimos al último concierto de Pablo und Destruktion. Su siguiente paso será como Pablo García, pero esa es otra historia. Lo cierto es lo sucedido anoche, un directo inolvidable en la madrileña Sala 0, que sirvió para iniciar las Sesiones Ruido, alumbradas desde la alianza de StubHub y Periodistas Asociados de la Música (P.A.M.).
Desde las nueve y media y durante dos horas, Pablo und Destruktion desgranó lo mejor de una discografía apasionada, airada y lucida, no exenta de un exquisito sentido del humor, todo en perfecto contraste con una expresión romántica, cómo decir, ya sé, canciones de amor como cartas que nunca recibirán respuesta.
Predación (2017) es su último disco publicado, otra joya que se une a Vigorexía emocional (2015), y de ambos títulos salieron varios de los momentos álgidos de la noche: «Mis animales», «Conquistarías Europa», esa joya con letra popular que es «A la mar fui por naranjas», y la perfecta «Puro y ligero». «Extranjera», «Tibio», «Amor» o «Pupilas dilatas de ira» también fueron celebradísimas por el pasaje de la Sala 0.
También hubo tiempo para estrenos, rápidamente aceptados por la fidelidad inquebrantable de los seguidores de Pablo Und Destruktion, destacó «Puerto de Gijón», que sirvió y me sirve para sacar a relucir ese humorista que Pablo deja salir sin vergüenza alguna, ya sea para narrar olvidos, canciones vividas antes de componerlas, o que tienen que acabar el concierto antes de las doce porque les caduca el parking y deben cargar los instrumentos, algo poco glamuroso pero solucionable con algún filtro de instagram, tal y como propone el mismo Pablo con una copa de vino en la mano.
Pero antes de concluir la velada, y por última vez, pude comprobar in situ cómo un cancionero atractivo se transforma en algo imponente, único e imprescindible, al pasar por una banda con pisada fuerte en su base, y todo un maestro en el manejo de su Gibson de caja, rodeado de mil y un efectos oportunos, con esa seña de identidad tan difícil de manejar bien como es el eco adecuado de su voz, aportando un sentido teatral a sus inicios, finales e interludios. No es de extrañar que acabase celebrando él y todos el éxito de su fracaso.
Realmente intenso ayer, ¡qué grande!