Reserva Espiritual de Occidente (Teatro del Arte) Madrid 11/03/17

Decir que Reserva Espiritual de Occidente no es un grupo al uso, es una obviedad para todo aquel que haya tenido la suficiente curiosidad para acercarse a ellos, pero me van a permitir que lo diga sobre todo por si alguien en la “sala” no los conoce y desea cuestionarse unas cuantas cosas en lo tocante a lo musical o al menos, conocer un poco sus (en principio) complicados planteamientos.

Lo reconozco, yo mismo no había prestado la suficiente atención a este comando (más que grupo) madrileño. Escuché su venerado y más que agotado La Noche Blanca (2012) y reconocí su valía en su momento, pero la banda no acababa de entrarme. También había tenido oportunidad de verlos en directo y otra vez, a pesar de reconocer su valentía a la hora de avanzar por caminos musicales donde otros no se atreven ni a mirar, no habían despertado en mí nada más que un simple reconocimiento por lo arriesgado de su propuesta.

En esta ocasión todo ha sido diferente para el que esto suscribe. Quizás no había tenido la oportunidad de disfrutar del grupo en un entorno adecuado. Quizás es que REO sea una banda que necesitan desplegar todo su poderío en un escenario como el siempre agradecido Teatro del Arte o quizás, simplemente no he sabido escuchar y ver las señales.

El caso es que uno se queda con la sensación de que lo de este concierto, posibilitado por cierto por la promotora madrileña Indypendientes, fue muy especial. Más de cuatro años han pasado desde aquel La Noche Blanca y se acerca el momento de su siguiente trabajo, que presumiblemente llevará el título de, El Cristo de la Atlántida y del que ya dieron un adelanto en la noche mágica del sábado.

Lo primero que uno ve en REO es que las tormentas y las tinieblas, aun sin irse del todo, han dado paso a la luz, una luz representada en el centro del escenario por otra luz de nombre Svali, que ilumina a sus cinco acompañantes. Lo segundo, que todos los engranajes de la banda están perfectamente sincronizados hasta formar un todo perfecto y que poca broma hay en su actitud y puesta en escena. Y lo tercero y más importante, que ese todo es como un film, una representación teatral o un cuento corto y puede que el culpable de esto sea Wences Lamas, escritor, dibujante y realizador audiovisual. Y es que un concierto ha de ser así.

¿Se imaginan una interrupción durante el visionado de Psicosis de Hitchcock? Yo no. REO deben pensar lo mismo, de ahí que su concierto huyera de concesiones a los silencios o espacios vacíos y mantuvieran la tensión desde la intro y “Atalaya”, pasando por “Cruz de un niño” u “Obtención de sabiduría”, hasta llegar al bloque final con “Tatenokai”, “Ultimas palabras” o “Nueva sangre”. En un bis, sin duda propiciado por el fiel público, se despacharon con “Primavera”, la bella canción de la polémica en la cual no merece la pena ni parar un segundo.

He mencionado a Svali y Wences y sería muy injusto no dar nombre a las otras tres piezas de este extraño y preciosista artefacto que es REO, completan la aventura: Óscar Barras, Miguel Ángel de Blas, Rubén Rodrigo y Pedro Fidalgo. åEsperando a El Cristo de la Atlántida como espera la tierra a la lluvia, desde ya.

 

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