Primavera Sound 2019 (Parc del Fórum) Barcelona
Asistimos a Primavera Sound, este fue nuestro recorrido por un festival que a pesar de las controversias que generó su arriesgado cartel, ha vuelto a salir vencedor. Y de qué manera.
Día 1. Jueves 30: Del folk mitológico al cabaret de neones
Cuando veía serigrafiada en camisetas, tote bags y demás merchandising lo de “The New Normal” creía, tonto de mi, que era un cabeza de cartel o algo así de esta edición. Pues no. Este eslogan es porque este año el Primavera Sound promovía lo que es la nueva normalidad, que no es otra que el respeto a la diferencia, tanto de sexo como de género, y a la no jerarquización. De ahí intentar la paridad de artistas hombres y mujeres, y que entraran en liza géneros musicales que hasta ahora no competían en estos fosos. Además se incitaba a las personas que fueran agredidas sexualmente que lo hicieran saber en una caseta destinada a ello.
The New Normal también es entrar en el recinto del Forum de Barcelona, y ver que eso se ha convertido en una especie de Coachella donde la idea del simulacro se inocula como un gran veneno. Luces de neón, marcas bombardeando su subconsciente, inmobiliarias que regalan cremas solares (las necesitaremos a este paso con estos alquileres tan abusivos) mientras improvisan lounges a la brisa del mar. Todo muy apetecible y atrayente según pude observar por la hordas de extranjeros que les daba igual perder la compostura jugando a apoderarse del espacio con gorras de panolis y haciéndose selfies con vasos de cerveza a un euro el vaso, eso sí.
Desde hace tiempo tengo problemas de movilidad con lo que ir a macrofestivales de este tipo es como una cruzada personal. Voy a mi ritmo, un ritmo como a cámara lenta, y lo veo todo desde la distancia, porque ya se acabó el verlo todo fuera de los límites de lo prudencial para mi integridad física.
Lo primero que hice solo llegar al recinto fue ir al Auditori a ver a una de las grandes musas del folk británico, Bridget St. Jones. Necesitaba sentarme y sentir como su voz es capaz de recrear en tu mente mil y una historias todas ellas bonitas. Cantos a la libertad, a la naturaleza y a animales mitológicos con un lirismo terso acunado por su potente voz que sigue poniendo los pelo de punta. Cantó un repertorio de clásicos acompañada por una bella violonchelista de largo pelo rubio que le daba, más aún si cabe, ese toque feérico y extrañamente confesional a lo visual del set. Canciones hermosas como “Ask me No Questions” o ese canto pacifista, “Thefiddle And The Drum” de Joni Mitchell. Acabó aporreando la guitarra como si fuera un instrumento de percusión en la emocionante “Lazarus”. Un concierto magistral. Eso es empezar bien la jornada.
De camino a los otros escenarios, tarareaba una de las canciones de Bridget, y hasta me dio tiempo a hacerle una foto a una pareja de norteamericanos que habían venido al PS especialmente a ver a Mylie Cyrus. Tendrán que esperar a mañana. Vi un poco del concierto de Las Odio. Me parece un grupo divertido. Lo poco que pude ver ejemplifican muy bien la estética punk de grupos como The Slits más un poco, o bastante, de Kaka De Lux en soflamas feministas y guiños cachondos a Bertrand Russell.
Justo al lado actuaba la sudafricana afincada en Berlín Alice Phoebe Lou. Una mujer es todo un amor. Simpática, interactuando con el personal (y me gustaría haber contado las veces que dijo “thank you very much” a un público bastante entregado). Yo la verdad es que no la conocía. Tiene varios álbumes publicados, y basó su concierto en el último, “Paper Castles”. Qué quieren que les diga. Pues ella canta fabulosamente, pero su soft pop me aburrió mucho. Cuando entraban las trompetas y el saxo era como estar en la piscina de “Vacaciones En El Mar”, pero en cambio agarrada al mástil de su guitarra con fuerza, la cosa se volvía más intensa. Bueno, intensita.
Tenía curiosas por ver a Sophie Allison aka Soccer Mommy, y no porque sea especialmente fan de su disco de debut, pero quería tomar el pulso a otra de las abanderadas del rock hecho por mujeres. Su concierto me hizo pensar en la estandarización del ruido, y cómo las industrias culturales se aprovechan de ello. Escuchar a ella y su banda era como estar prestando atención a un refrito de un refrito de Dinosaur Jr. o Sebadoh. Collegue rock para universitarios que aún viven de los réditos de los noventa. El bajista tenía puesta una camiseta muy chula de Pylon. Estuve a punto de saltar al escenario y suplicarle que me la diera.
Gran duda: ir a ver a Big Thief o a Terry Riley e hijo (Gyan). Me decanté por los segundos, porque pensé que, igual, es ya la última vez que tendré oportunidad de ver al gran maestro del minimalismo académico. Pues venga. Pasar controles de acceso, pasar la pulsera por el marcador de salida, y otra la pateada hasta el Auditori. Salieron a escena Terry y Gyan (un maravilloso guitarrista con mucha experiencia a cuestas ya que ha tocado con Lou Reed y John Zorn) en una platea bastante llena de gente. Interpretaron ensoñadoras pentagramas en donde el minimalismo se fundía con el blues tuareg, las atonalidades, algún pespunte kraut, música de cámara, etc. Padre e hijo estaban absolutamente coordinados, y fue una lección de música en contante movimiento, llena de pequeños contrastes, y siempre rica en matices tímbricos. Otro de los grandes conciertos de este PS19 para una servidora.
Estaba loco por ver a Christine And The Queens, la banda de la francesa Héloïse Adelaide Letissier. El concierto no defraudó mis expectativas. Ataviada con una blusa roja anudada, y unos pantalones negros que le favorecían mucho, la andrógina Christine nos teletransportó a un videoclip de los 80, con humo y pirotecnia incluida. Una amiga me decía al oído que esta mujer se ha pasado la vida viendo VHS’s de Michael Jackson y bailando en el salón de su casa mientras su madre la llamaba para comer, y es así. Baila como Michael, y su show es muy parecido a los que podía hacer Madonna en su tiempo. Un fabuloso set de synth pop que nos hizo bailar desde el primer tema, “Comme Si”, y en donde la estética camp se mezclaba con oratorias a favor del amor libre y la libertad. La amo.
Pillé un trozo del concierto de Courtney Barnett que estuvo intensa y desgarrada cantando canciones con un punto de desolación con un trío de músicos perfectamente engrasados. Me fui para casa con buen sabor de boca.
Día 2. Viernes 31: De la pluma combativa a la pringosa sexualidad de una ex Disney
Viernes. Sol, mucho sol en la Ciudad Condal. Odio el sol. Sin estar recuperado de la primera jornada del Primavera Sound me voy al Parc Del Fòrum. Lo primero que me llama poderosamente la atención es que la afluencia de público es mayor que la del día anterior. The New Normal: Miley is here baby. Pues sí, la descarriada vida de la ex factoría Disney pululaba por el reciento, parece ser, y hordas de fans con camisetas con el lema “Hanna Montana Is Dead” corrían como poseídas ante la mirada atónita del cuerpo de seguridad. Me sentí muy viejo mientras veía como un grupo de jóvenes se pintaban con purpurina y colgaban fotos en Isnta minutos antes de entrar.
Me fui directo a ver a Lidia Damunt que presentaba canciones nuevas, y es un placer siempre ver cómo se desarrolla en el escenario. Por desgracia ni el sonido fue bueno, ni Lidia tuvo su día más inspirado. Se la veía nerviosa, y los nuevos arreglos de canciones como “Bolleras Como Tú” o “Como La Miel” no acabaron de calarme (acompañada por Clara Collantes y Javier Carrasco). De todas formas, Lidia es enorme hasta en los peores días, y estoy seguro que su nuevo disco será una gozada.
Justo al lado se preparaba una gorda. Putochinomaricón desembarcaba con su divertido cabaret para hacernos bailar. Salió con cuatro bailarinas que hacían coreografías vogueing mientras Chenta Tsai repasaba sus dos ep’s a ritmo de bases pregrabadas con vocoder y mucho house chunda chunda. Puso reglas para asistir a su fiesta: que los allí asistentes respetásemos las opciones sexuales y de género que cada uno, y que no utilizáramos iconografía china para ridiculizar su cultura. Chenta es un tipo inteligente, con un discurso nada adocenado, y a mi parecer el mejor letrista en español que hay en la actualidad, y estoy seguro que llegará el momento en que nos sorprenderá con un gran disco. De momento creo que toca demasiados palos (su acercamiento a las Nancys Rubias mejor lo pasamos por alto en “Ojalá (Te Murieras)”), y no siempre le sale bien la jugada. Eso sí, estoy con él: el punk siempre fue feminista. ¡Pussy Power!. Y olé por él cuando dijo “¡Abascal muérete!”
Me pone nervioso esto de elegir qué ver en el PS, así que me fui a conocer nuevos, (supuestos) talentos. Pavvla es el nombre artístico de Paula Jornet. Catalana afincada en Brighton salió al escenario Mórdor (así se le ha bautizado de forma jocosa a esta mega explanada con hierba sintética donde actúan los cabezas de cartel, por lo normal). Pues bien, Pavvla es lo peor que he visto en este PS19. Hace un pop blandengue, absolutamente prescindible, cuya voz tiene una tendencia al gorgorito OT que echa para atrás, y además hacía bromas bastante ridículas.
A Kurt Vile And The Violators hay que escucharlos en las distancias cortas de tu habitación. Su rock de guitarras lisérgicas y de altos vuelos se queda en un mantra un poco aburrido entre el ruido de la gente que no le interesaba nada de lo que estaban tocando. Kurt es un excelente compositor y tocó bellas canciones como ”Come Again” o “Rollin´ Withe The Flow” con soltura. La gente tenía puesta la mente en Carly Rae Jepsen.
La canadiense tampoco se mató a nivel escénico, vamos. Unas luces de neón con su nombre, y apareció en escena como una Marta Sánchez (con mejor porte y más talento ) enfundada en un vestido que emulaba los colores de la bandera española. El set estuvo repleto de hitazos como “Run Away With Me”, “I Really Love You”, “Too Much”, y así hasta dejarte exhausto de tanto estribillo bullicioso. Saltó al foso y estuvo saludando a sus fans como si fuera una quinceañera poseída. Adorable y espléndida.
Llegó la hora del CONCIERTO por excelencia de esta edición. Janelle Monáe es una artista que no es de este planeta. Una escenografía brutal repleta de coreografías con bailarinas maravillosas, y unos músicos en estado de gracia, la de Kansas fue rindiendo homenajes a sus queridos Prince, Stevie Wonder, James Brown… Abrió con la espectacular “Crazy. Classic. Life”, en un concierto dividido en actos, y que combinaba canciones de su anterior disco como una toma de “Electric Lady” que casi me hace llorar. Hizo saltar al escenario a dos personas del público para retarlos a ver si si tenían lo que ella llama un alma “Dirty Computer”. Se pusieron a bailar los espontáneos, y Janelle les dio el beneplácito. Acabó en un sillón dorado. Es la puta reina del pop.
Gritos, gorros en forma de unicornio, luces de teléfonos móviles. Llega la hora de Miley Cyrus después de cinco años de haber actuado en Barcelona. Se presentó con la proyección de un video un tanto pringoso (ella coqueteando sexualmente con frutas que daba un poco de grima), para arrancar con “Nothing Breaks Like a Heart”. El conjunto estuvo esculpido a base de r&b sintético, juegos con la estética hiphopera, y proclamas de su borrachera de la noche anterior. Digan lo que digan, pero “Wrecking Ball” es un temazo como una catedral, pero ella una artista aún en proceso de formación. De momento se apunta a todas las modas posibles y anda a remolque. Le falta talento. Le sobra guarreo chic.
A la que no le sobra nada es a la sueca Robyn que salió por la puerta grande en su fascinante sesión de dance hedonista y temazos para romper zapatilla. “Indestructible”, y “Ever Again” me llevaron al cielo. Pura adrenalina. Me fui para casa sin sentirme las piernas.
Día 3. Sábado 1: Las uñas de Rosalía arrancaron esa noche mi corazón
Último día del Primavera. Suspiro. Las fans de Miley se fueron, y me dejaron un vacío irreparable. Me voy a llenarlo al Auditori con la gran Caterina Barbieri, una italiana que ha sacado este año un disco magnífico titulado “Ecstatic Computation” en el sello Mego. Un set que fue pura ambrosía. Electrónica abstracta y disruptiva, ensoñadora y volátil, abrazando el giltch, y haciendo que el fade out de una canción nunca sea la meta a seguir. Lo importante es perderse en los meandros de la melodía, que al acabar sigue en tu mente prendada. Enorme.
Otra grande que se subió al Auditori fue Tirzah, y nos dejó embelesados con su voz susurrante y sus arreglos de beats, en una suerte de música r&b de vanguardia que hizo enmudecer al respetable que la miraba con admiración. Una artista con mucha carrera por delante.
Pero el plato fuerte de la jornada fue la grandísima Rosalía. Me parece mentira que aún se esté dudando de la calidad de este mujer, y que el rollo del apropiacionismo es un jodido estigma que la pobre no se saca de encima. Ella hace r&b o urban, o funk, o como quiera que se llame este híbrido, pero no diría que está haciendo avanzar un género como el flamenco. Ella mezcla influencias con total naturalidad, y lo hace con estilo y poderío, y eso parece que jode a más de un hater.
Con unas bailarinas que daban el contrapunto a su repertorio, la de Sant Esteve Sesrovires empezó con “Pienso En Tu Mirá”, y ya todas estábamos rendidas a sus pies de diva absoluta. Otro momento para no olvidar fue “Catalina” con referencia a Las Grecas, y siguió con un repertorio que nos puso a bailar muy rocieras desde bulerías hasta reguetón. Rosalía es lo mejor que hemos parido en este país de envidiosos. James Blake a su lado, cuando salíó al escenario, era una cosa tan insignificante…
El pop global es un fenómeno que no tiene vuelta atrás, y géneros tan denostados, por incultura o por mera pose, como el reguetón, tuvo su momento culminante con el gran J Balvin, que se presentaba con una obra magna bajo el brazo, “Vibras”. Aquí no había machismos, ni tontadas por el estilo, solo buenas vibras y muchos baile. Temazos uno tras otro: “Mi Gente”, “Otra Vez”, o “Sensualidad”. Curioso ver a la gente que despotricaba del género bailar como autenticas locas. Me encanta ver a las modernas que compran RDL bailar al son de una música que es el futuro.
Y eso es todo amigos. 176.000 personas pagaron por entrar en el PS19, un poco menos que el año pasado según cifras oficiales. Un éxito que un Primavera Sound de esta magnitud esté al tanto de las nuevas tendencias en músicas globales y mainstream, y que estas hayan copado los grandes escenarios. O reconocer un estado de la cuestión imparable, o morir. Mis piernas están en coma, eso sí.
Fotos: Primavera Sound
Lo pasé bomba. He bailado más que en mi vida
Buena crónica
Gran crónica. El festival me dejó más frío que al firmante pero está bien que el Primavera se renueve. Rosalía la jefa.
Buena crónica alejada de la corrección habitual en los medios. Para mi también fue una decepción Lidia Damunt, debe coger la guitarra de nuevo. Tirzah espectacular, la mejor, al igual que Janelle Monae.
que las moscas vayan a la mierda no significa que la mierda este rica, deberían de cambiar el nombre del festival, y llamarlo Coachella sound. «al son de una música que es el futuro» jajaja seguro.
Soy un viejales, sniffff Interpol, Primal Scream, Suede.