Discos

Quique González – Delantera Mítica (Last Tour Records)

Estas van a ser las primeras impresiones sobre un disco de Quique González en sus 15 años de carrera y en los 13 de existencia de esta santa casa. Eclipse lunar. Licencias. Aprovechar que todo el mundo mira hacia otro lado. La realidad es que el regreso del madrileño, cuatro años después de su último disco, es más que merecedor de unas líneas. Sirva de homenaje para un artista que, aunque alejado del circuito indie más lustroso, y de todo en general, ha navegado en barco ajeno y naufragado en bote propio.

De hecho, lo más repetido últimamente ha sido el naufragio. Absorbido por todo lo que tenía que ver con el rock norteamericano, sus mitos y leyendas, y un poco también por el éxito, Quique González dejó de ser Quique González en determinado momento. Había pasado de ser ese músico que no levantaba la mirada del suelo, con tres primeros discos más o menos acertados pero, sobre todo, honestos, a ser alguien que grababa directos en los que Miguel Ríos, Bunbury, Jorge Drexler o Iván Ferreiro cantaban sus canciones. Desde fuera y muy de lejos, daba la impresión de que, si uno cogía el catalejo, podía ver perfectamente como el personaje fagocitaba al músico.

Afortunadamente, parece que la marlonbrandización conceptual de Quique González ha sido detenida a tiempo. Delantera Mítica es sin duda alguna su mejor trabajo. Lejos de la pose, el madrileño combina la honestidad y esa sensación de tener grava entre las uñas de sus primeros discos con la evidente mejoría en el sonido que da la experiencia y el saber de quién acompañarse a la hora de poner a caminar las canciones. En este sentido, González repite en Nashville con gente como Tyson Rogers, Chris Carmichael, Will Kimbrough o Brad Jones, que produce el disco al igual que hizo con Daiquiri Blues. A poco que el fondo esté a la altura de la forma, los temas tienen que coger vuelo sin muchos problemas. Y de fondo, en este caso, se va sobrado. Sedimento de varias capas y sabores, casi todos amargos.

Agarrando las canciones por la pechera y poniéndolas encima de la mesa de billar, queda claro que Delantera Mítica da en el clavo. Lo justo de fracaso. Lo justo de rabia. Lo justo de resumen vital. Lo justo de ficción, y la dosis necesaria de realidad. El disco recupera lo mejor de todas y cada una de las caras que Quique González ha ido mostrando durante todos estos años, entre la melancolía, la resignación vital y la rabia existencial. El comienzo de disco es muy de Personal y Salitre 48, aunque «La fábrica» parece sacado del material erróneamente descartado de Kamikazes Enamorados; «Tenía que decírtelo», con la mano dura de Brad Jones en la coda, podría ser la actualización de «Personal» (aunque, igual que el fantástico rock rábico de «¿Dónde está el dinero?», pincha en la herida social), y «Dallas-Memphis», una revisión americanizada de «Y los conserjes de noche». De hecho, el concepto de Delantera Mítica es bastante «Cuando éramos reyes». La primera parte del disco acaba con «Parece mentira», una «Jukebox» de la era en la que sí pasamos de cuartos en el Mundial, y «Las chicas magníficas», un outtake lánguido de Pájaros Mojados.

Salvo por «Viejos capos», la segunda parte del disco se lanza sin remilgos a la melancolía de los medios tiempos en una especie de carrera a cámara lenta por encontrar un sofá en el que postrarse hasta el final de los días. «Me lo agradecerás» entra a formar parte de la saga del a toro pasado, y se une a «De haberlo sabido» (Salitre 48) y «Te lo dije» (Kamikazes Enamorados). «No encuentro a Samuel» es una joya en cuanto a producción, igual que «Delantera mítica», tema abiertamente jimmymcnultyano de rendición más que redención. Muy Quique González. Se echa en falta alguna bebida isotónica por el camino hasta la última canción, pero la vida a veces es así: te golpea sin descanso hasta que, de repente, aparece una canción de Dylan. «¿Es tu amor en vano?», versión de «Is your love in vain?», es un regalo brillante que no encaja del todo con la línea del disco, pero que resulta maravilloso tanto por el tacto en la versión como por el homenaje secreto a un disco, el Street Legal, vilipendiado injustamente por la crítica del momento.

El Quique González de Delantera Mítica es producto de todos estos años de éxito, fracaso, felices encuentros y desagradables desencuentros; entre estos últimos, la mayoría con la industria discográfica española. Ha vuelto el Quique González de verdad, el personaje se ha quedado en el placar.

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