Entrevistas

Sex Museum

Vamos bastante a nuestra bola y somos exigentes, imagino que eso a la larga nos funciona y hace que no nos dejemos llevar por nada externo a nuestro micro-mundo


 
Fernando Pardo (Guitarra) lidera, junto a su hermano Miguel (voz) y su esposa Marta (teclado), uno de los capítulos más auténticos e incombustibles de la historia del Rock patrio. Independientes hasta la médula, con todo lo que ello conlleva; para bien (en lo tocante al terreno creativo) y para mal (en el ámbito comercial), han editado el L.P número trece de su carrera, Big City Lies, un disco que, ya desde el título, no da lugar a engaños; contundente y directo en los planteamientos, pero no por ello poco sorprendente. Estuvimos charlando con Fernando sobre el pasado, presente y futuro del quinteto madrileño.  
 
Tras 13 LPs, más uno compartido (aquel mítico con Los Macana) y casi treinta años de carrera, con todo lo que ello conlleva. ¿Cómo sois capaces manteneros en forma y sorprender a los fans?
 
Vamos bastante a nuestra bola y somos exigentes, imagino que eso a la larga nos funciona y hace que no nos dejemos llevar por nada externo a nuestro micro-mundo. También ayuda ser constante y absolutamente insensible a cualquier opinión fuera del círculo primigenio. Tenemos cariño a nuestros fans y a nuestras familias, pero hemos descubierto que la única manera que tenemos de seguir sorprendiéndoles es hacer lo que «no se puede, lo que no se debe o lo que alguien con nuestra edad no debería». Ah, también evitamos al máximo la trampa de tratar de «tener clase», que es donde suelen caer los rockeros de poca fe y de pocos principios cuando pasan los cuarenta. 
 
Tras la escucha de Big City Lies es evidente que seguís con los sonidos poderosos, mirando al pasado pero teniendo claro donde estáis y los tiempos actuales. ¿Cómo habéis encarado el proceso creativo de este disco y la producción? ¿El resultado final ha sido producto de la premeditación o todo ha surgido canción a canción en la grabación?
 
Un poco a medias. Trabajamos un poco en el local, no demasiado, y la grabación la hicimos muy rápida y en directo tratando de conseguir un resultado lo más espontaneo posible. A lo que dimos más vueltas fue al concepto general del disco y a la composición de las canciones. Veníamos de girar bastante y estábamos muy en forma y eso ayuda mucho para poder hacer las cosas así. No somos un grupo con demasiada repercusión, así que nos podemos permitir hacer todo con calma y a nuestro rollo.
 
Seguís con las letras críticas con lo que os rodea y, en algunos casos, irónicas. ¿Tan mal os ha tratado el negocio y la vida musical para que no habléis de, por ejemplo; flores?
 
Hombre, la verdad es que seguimos viendo casi todo lo que nos rodea como una gran farsa, en la que no puedes participar a no ser que sea consumiendo cosas que ni quieres, ni necesitas, y a la que te tienes que adaptar constantemente. No somos muy de sofá y series de TV para evadirnos, preferimos salir y saber como se respira en la calle. Digamos que disfrutamos de lo que nos gusta y con quien nos gusta y usamos nuestras canciones para cagarnos en lo que no nos gusta, que siendo español o viviendo en España es mucho.
 
Me ha sorprendido mucho la inclusión de dos temas cantados en castellano, cuando sois un grupo que siempre renegasteis de este idioma para cantar. Cuando era un chaval y os veía en directo, en vuestros primeros años, siempre eché en falta «Ya es tarde». ¿A que ha venido ese cambio? ¿Tiene algo que ver que recuperarais la mencionada canción para algunos de vuestros directos recientemente?
 
Si desde luego, volver a tocar «Ya es tarde» tanto tiempo después nos hizo ver algunas cosas de otra manera, sobretodo la forma de cantar nuestro cantante – Miguel Pardo – en castellano. Nos gustó como sonaba y creímos que era momento de probarlo de nuevo a ver como quedaba, un reto que nos apetecía afrontar. Cuando grabamos el «Ya Es Tarde», a finales de los años 80, me sonaba a Ramoncin y me rayaba. Ahora Miguel canta mucho mejor y además Ramoncín se ha convertido en un icono cultural a la altura de El Fary, así que… ¡Adelante con el castellano castizo y desprejuiciado!
 

 
Hablando de la gira «Back to the Fuzz». Siempre me parecisteis un grupo fiel a vuestras raíces pero sin anclaros en el pasado y sin nostalgias. ¿Cómo os dio por revivir vuestras primeras canciones?
 
Hubo diferencias de opiniones desde el principio. A mí no me apetecía nada hacerlo y me estuve negando hasta que la presión del resto del grupo me convenció. Iba a ser complicado pillar el espíritu del principio del grupo y no estaba muy convencido de que lo pudiéramos conseguir. Al final fue una especie de terapia que acabó en catarsis y salimos de esa experiencia reforzados y mucho más frescos de lo que habíamos sido en años. ¡Quién lo iba  a decir! Íbamos a dar solo un par de conciertos, pero al final la gira funcionó muy bien y hemos estado un año girando con «Back To The Fuzz». Además ha acabado influyendo bastante al nuevo disco, por una cuestión de sonido y de actitud, y nos ha puesto muy en forma.
 
Por lo longevo de la banda habéis conocido diferentes formas de grabar y editar música. ¿Volveríais a atrás en ese aspecto o sabéis aprovechar las nuevas tecnologías y herramientas para trabajar vuestra música?
 
Nos sigue gustando hacerlo de la manera más rápida y natural posible, haciéndolo en directo con todo el grupo tocando a la vez. Tenemos muchas cosas que hacer en nuestra vida cotidiana y no nos apetece demasiado perder el tiempo metidos en el estudio regrabando solos de guitarra, coros o doblando instrumentos. La verdad es que yo me curraría más las guitarras si me pagaran o me regalaran algo a cambio, pero como nadie me paga por grabar, no me lo curro una mierda. Aunque al final no suena mal del todo, así que funcionamos rápido, con poca tecnología y con poca pasta. Y no va tan mal.
 
La forma de consumir música ha cambiado y muchas bandas dicen que la única forma de subsistir es tocar en directo todo lo que se pueda. A mí siempre me extraña que una banda como vosotros no esté más incluida en los carteles de los festivales de este país. ¿No os llaman todo lo que debieran?
 
Tocamos en un montón de festivales, pero la mayoría son pequeños y no suelen trascender a la prensa nacional. Somos más de festival de ciudad pequeña o de pueblo que de FIB, BBK o Primavera Sound. Nos gusta prodigaros todo lo posible, pero para los programadores de esos festivales medio grandes les sonamos a grupo desfasado, fuera de onda y ruidoso. Una especie de macho-rock totalmente «anti-cool». Aun así, con una banda u otra, seguimos tocando todos los fines de semana, año tras año. Digamos que nos prodigamos, pero en voz baja. Cada cierto tiempo me encuentro con alguien del pasado que me pregunta «¿Aún sigues metido en la música?». Funcionamos en una dimensión paralela a la realidad musical española de una forma que hace pensar que no somos ni siquiera un grupo español.
 
Volviendo a Big City Lies, habéis incluido un tema instrumental, «Huesos de Santo». ¿Ha tenido algo que ver la influencia de Los Coronas como banda paralela?
 
Si claro, todo influye. Pero suena más a Poliester, un grupo paralelo instrumental que tuvo Marta hace unos años. Todo suma, es inevitable, sobre todo para nosotros que nos hemos convertido en nuestra propia influencia.
 
En Big City Lies encontramos muchas influencias que os han acompañado a lo largo de vuestros años como la Psicodelia, el Hard Rock, el Garage, los sonidos más fronterizos, o los sonidos muy contemporáneos del tema La Californiana (dicho sea de paso, uno de mis temas favoritos del disco), también influencias más negroides en Ruler of your Life y Golden Money, sin embargo, al igual que a lo largo de vuestra carrera, no se escucha ningún instrumento de viento en la grabación. ¿Están Sex Museum regañados con los instrumentos de este tipo?
 
Bueno, estamos más bien regañados con cualquier tipo de colaboración. Somos un grupo jodidamente cerrado. A ver si en un futuro muy lejano nos abrimos a colaborar con otra gente cercana y aprovechamos al gran trompetista que tenemos en los Coronas. Aunque sinceramente, lo dudo.
 
Sé que sois coleccionistas o, al menos; degustadores de música en formato vinilo. ¿Qué pensáis al ver las cantidades astronómicas que se ofrecen por las primeras ediciones de vuestros trabajos, léase (sobre todo) el Fuzz Face o el anteriormente mencionado disco compartido con Los Macana?
 
Ufffff, prefiero ni saberlo, la verdad. Como dirían en el cono sur, «ya fue…» -pronunciado con acento porteño-.
 
Hay temporadas en los que uno va a festivales y a conciertos y ve camisetas de Sex Museum a porrillo. En ese sentido me parece que sois los Ramones españoles ¿Habéis vendido más camisetas que discos?
 
Pues igual si, la verdad. Con lo que sacamos con las camisetas solemos pagar las grabaciones de los discos, así que nos esforzamos en hacer camisetas chulas y en grandes cantidades para poder sobrevivir de manera independiente. Es parte del truco. Descubrimos hace tiempo que normalmente gustan más nuestras camisetas que nuestros discos, así que nos lo curramos para sobrevivir de la manera más práctica y sin tener que poner el culo y así seguimos haciendo las cosas a nuestra manera.
 
Siempre habéis dicho que hay que apoyar a las bandas locales, ¿qué bandas actuales españolas merecen vuestra atención? No vale que me digáis Fuckaine (Broma por parte del entrevistador, Fuckaine es el grupo, altamente aconsejable por cierto, que tiene la hija de Fernando).
 
Hay montones, como The Goberment, Yakuzas, Moon Cresta, 77, Guerrera, NCC, Sniper Alley, Jack Knife, Tokyo Sex Destruction, P.L. Girls, Love Division, Diesel Dogs, Arizona Baby, Señor No, Camarada Nimoy, Biscuit, Last Fair Deal, El Columpio Asesino, Estrogenuinas, Freewheel y muchos, muchos más.
 
¿Quieres añadir algo más para los lectores de Muzikalia?
 
Que tiren el sofá por la ventana y salgan a la calle a participar de la vida y la cultura alternativa, que el día que se acabe no habrá vuelta atrás.
 
 

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