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Sunny War – Anarchist Gospel (New West Records)

Que una persona se haga llamar “guerra soleada” debería darnos muchas pistas sobre la tormenta que probablemente está teniendo lugar en su interior. Y créanme, es el caso. El ya séptimo disco de esta – curiosamente, dado lo extenso de su discografía – revelación del año 2023 en lo que a roots music se refiere, surge de la necesidad de redención. De la urgencia de acallar los demonios interiores que llevan toda la vida acechando a una mujer, de nombre real Sydney Lyndella Ward. Nacida en Nashville y criada entre esa ciudad y  Detroit, su interés temprano por la música no la salvó de atravesar el infierno de la metanfetamina y la heroína. Años muy punk de los que salió fuerte, pero no tanto como para evitar caer en nuevas adicciones tras una ruptura que nos sitúa, directamente, en este disco.

Y es que Anarchist Gospel, si lo pensamos, es un título que resume muchas cosas. Sobre todo, cómo, o mejor dicho, con qué actitud, asume la vida y la música Sunny War. Una artista tremendamente dotada, con un estilo a la guitarra heredero de su pasado en bandas hardcore, pero que mira también directamente a toda la tradición afroamericana que viene de sus ancestros, así como  una inusitada capacidad para conjugar toda esa tradición en canciones inmediatamente reconocibles como algo fuera del cajón de lo común. ¿Espirituales punk? ¿Y por qué no?

El álbum, además, podría considerarse como uno de esos “discos de ruptura” de los que géneros como el country, el soul o el pop están plagados. Nada como un bajón sentimental de aúpa -y en el caso de nuestra protagonista, el subsiguiente descenso a los infiernos del alcohol- para obtener un ramillete de canciones emocionalmente saturadas. A veces, tanto, que el resultado sólo lo entiende el autor. Pero créanme, no es el caso. Estamos, efectivamente,  ante un descomunal striptease sentimental, pero ejecutado como debe ser: sin pomposidad, sin ambages y sobre todo, sin lloriqueos. Todo lo contrario: Anarchist Gospel suena poderoso, suena a renacimiento.

Es algo que puede apreciarse desde el mismo arranque. “Love ‘s death bed” cabalga a lomos del blues y, claro, del gospel, con coros celestiales e ilustres, a cargo de sus camaradas Allisson Rusell y Chris Pierce. De esta forma nos da la bienvenida en un tono profundamente espiritual, a través del que pueden apreciarse las raíces sobre las que se va a cimentar el sonido del disco. Uno de esos comienzos que reivindican la plena atención del oyente para lo que está por venir. Pero no tanto como cuando empieza a sonar “No reason”, una canción sustentada en un riff perfecto, de tempo rápido pero no excesivamente acelerado, perfectamente diseñada para atraparle a uno sin remisión.

Con ella se completa la indispensable maniobra de agarre, en estos tiempos tan de escucha epiléptica, para con un disco que cuanto más se escucha, más reclama nuestra atención y más seduce. De nuevo, el gospel es el protagonista en la pastoral “Shelter and storm”, en la que participa otro ilustre de la música eminentemente americana, Dave Rawlings. Fiel al contexto temporal en que le ha tocado desarrollar su carrera, Sunny le ha dado aquí de lo lindo al tema “featuring”. Rawlings participa también en la maravillosa balada de tintes country “Higher”, igual que Jim James (My Morning Jacket) hace lo propio en la envolvente “Earth”, también vuelven a aparecer los mencionados Allison Russell y Chris Pierce en “Hopeless” o “Swear to gawd”. No obstante, todo esto es circunstancial, ejercicios de pirotecnia para dar que hablar. Lo realmente importante es que, en todo su minutaje, Anarchist Gospel no presenta fisura, ni relleno. Es un trabajo que nace de lo más profundo. Y se nota. No hay más que escuchar barbaridades como “Sweet nothing”, en la cual se basta y se sobra ella sola.

Un disco que regala joya tras joya, versión de los siempre reivindicables Ween incluida, y que destapa a una intérprete absolutamente genuina, con lo difícil que es decir eso cuando el mundo ya ha dado tantas, tantísimas vueltas sobre sí mismo y creemos haberlo visto todo. Pues no: aquí hay mandanga, material del bueno. Una cantautora entre un millón que merece toda, toda, nuestra atención. Y que, no sabemos si personalmente, pero artísticamente ha realizado a la perfección aquí la exorcización de todos los demonios que la hayan podido acosar. A base de ello nos ha regalado una obra soberbia, perdurable y que debería asentar a su autora entre lo mejor de su generación. A ver si hay suerte y  le da por pasarse por España a cantarnos algo. Promete ser alucinante.

Escucha Sunny War – Anarchist Gospel

 

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