Discos

Torn Hawk – Through Force Of Will (Not Not Fun)

Para los amantes del loop, el delay, y el echo, aquellos que ven en la repetición y el retardo un elemento realmente sugestivo con el que fabricar canciones (no ya obras musicales más extensas y/o experimentales) pueden empezar a estar satisfechos este año con el debut en largo de Torn Hawk. El neoyorquino fundamenta su estilo totalmente abierto sobre tres pilares fundamentales: la guitarra como elemento experimental, el ambiente cinéfilo de serie-B y del VHS y la electrónica como arma para disparar todo tipo de texturas. Todo ello envuelto con un cierto romanticismo y melancolía a través de sus beats ochenteros y sus melodías expansivas.

La guitarra como instrumento experimental acabó siendo la idea principal que tuvieron en la cabeza aquellos Sonic Youth influenciados por el genio loco Glenn Branca cuando quisieron expansionar sus guitarras tratando de improvisar y experimentar con los acordes, las escalas y los modos («Daydream nation«, «Sister«, «Dirty«, etc). De Glenn Branca a Steve Reich o Philip Glass. La idea de la experimentación es la filosofía básica del creador de Torn Hawk, Luke Wyatt.

Por otro lado, su gusto e influencia por las cintas VHS, el cine de los 80 y los vídeos caseros le hacen desarrollar lo que él mismo define como «video mulching», apoyándose en esta «técnica» a la hora de crear unos vídeos realmente bizarros pero con una picaresca realmente atractiva. Ese collage cinéfilo y sonoro del cual se empapó gracias a su herencia materna (trabajó en un teatro independiente) ha facilitado su última creación, «Through Force of Will«.

Así mismo la electrónica se acaba convirtiendo en el medio a través del cual acaba definiendo su personalidad en este su último trabajo. Bajo baterías y percusiones con aires ochenteros, la textura acaba primando sobre cada uno de los cortes, como se ejemplifica perfectamente en la cinéfila «Damage with Jeremy Irons», la cual mezcla una especie de dron ruidista sobre unos bajos muy poderosos, hasta que a mitad de canción salen disparados unos bellísimos punteos distorsionados que embellecen la fórmula de manera totalmente nostálgica (shoegaze, noise).
También sabe buscar su lado más hedonista y bailable con temas como «Palace Racket» o «Streets on Fire», donde los loops electrónicos y las repeticiones de riffs guitarrísticos combinan a la perfección con esos ritmos añejos. Dicha amalgama de capas sonoras podría acabar en una maraña incomprensible y sonar demasiado revisionista, pero logra salir airoso sin demasiadas dificultades. Quizá la única pega es la posible pérdida de interés que pueda tener a lo largo de unos años. De momento, ese punto medio realmente inspirado acaba siendo su seña de identidad, lo cual le permite hacer canciones sin largas duraciones (propio de estilos que se pierden entre distorsiones, repeticiones o delays), entre los cuatro y los siete minutos. La cara más oscura y minimalista se muestra en «A november mission», donde el exceso anterior desaparece dejando paso a una profunda psicodelia diluida. 

El uso de instrumentos basados en sintetizadores (electrónica orgánica) y la mezcla de loops, guitarras y ritmos ochenteros acaban tejiendo un aroma melancólico y nostálgico totalmente alegre. Un claro ejemplo es el tema que cierra al disco, «Blindsided», cierre perfecto para cualquier festival cercano al sol y a la playa, evocando la alegría de lo vivido y el calor afectuoso de un Sol que nos llena de vitalidad y energía.

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