Tsunami Xixón 2018 (Gijón) 3 y 4 agosto
“Esa sensación al cruzar el pórtico de la Laboral…” La frase es de la organización del Tsunami Xixón y el significado no lo acabas de captar en su plenitud hasta que, en efecto, cruzas el pórtico de la Universidad Laboral de Gijón. Aunque los campus como espacio para un festival de música son algo más o menos extendido, el del Tsunami Xixón es único por sus características arquitectónicas. Es el edificio más grande de España y tras de sí tiene una larga historia. Su objetivo primigenio de orfelinato minero trasnsmutó a institución educativa para hijos de trabajadores en general durante el franquismo. Y ahora, desde hace dos años, es la meca del punk y el hardcore melódico en el norte de la Península.
El cartel del Tsunami, muy old school, estaba coronado en esta segunda edición por un grupo como Bad Religion, a los que si bien se les nota el paso de los años, no dejan de atraer a miles de fans que los consideran “los reyes” dentro de su categoría. Greg Graffin estará mayorcete, pero muchos quisieran su clase encima del escenario.
El enfoque punk de este festival no se cierra a otros estilos, y, así, en la primera de las dos jornadas quienes lo petaron fueron otras viejas glorias: el legendario Marky Ramone, el gypsy punkarra de Gogol Bordello y ¡la electrónica! de The Prodigy. El tirón de los británicos se dejó notar, y a eso de la una y media de la mañana (fue el único concierto que se demoró, media hora, respecto de lo previsto) el patio de la Laboral vibró con los hits de estos clásicos de la escena de los 90.
Previamente, a mediodía, el skatepark de Cimadevila acogió otros dos conciertos: el de los irreverentes The Black Panthys Party (con puya incluida para los ‘Podrigy’) y el de The Attack of The Brain Eaters.
A las cinco de la tarde fue la apertura de puertas y por la Laboral empezaron a desfilar un buen número de festivaleros con atuendo old school: zapatillas Vans, calcetines bien subidos, tatuajes por piernas, brazos, cuellos y también algunos rostros, camisetas de Descendents o similar y una visera que ni pintada para la ola de calor.
Futuro Terror, llamados a poner el toque más moderno al primer día, se cayeron a última hora por una indisposición. Y todavía bajo un sol de justicia Marky Ramone demostró eso de que “60 años no es nada”. Los catalanes Crim dieron su recital de punk-rock en el escenario más pequeño, que no tenía nada que envidiar al principal.
La organización fue cuasi perfecta y el público agradeció la puntualidad y la disposición de los variados servicios, con una enorme zona de food trucks, el bar de la universidad (acogedor y con una oferta estupenda) y numerosas barras para refrescarse. La única pega, se comentaba, cierta escasez de baños.
Algo fríos dejaron Royal Republic, pese a sus uniformes dorados y sus incansables bailes acompasados. Su rock recuerda a muchas cosas pero no acaba de convencer con una personalidad propia.
Sensación bien distinta fue la que provocaron los madrileños Minor Empires, presentando nuevo álbum y demostrando que son unos músicos de nivel. A continuación, Gogol Bordello armaron una buena fiesta, nostalgia pura de lo que llegaron a ser estos locos originarios del este en los años 2000. Lo mejor: su mensaje nítido llamando a la unidad para luchar por los derechos de los migrantes.
Desde Getxo, pero evocando a la América profunda, Dead Bronco fueron la antesala, ya en plena noche, del concierto de The Prodigy, en el que el recinto se quedó pequeño ante la afluencia de mucho público llegado especialmente para ver a esta banda.
La ola punk siguió inundando Gijón el sábado, empezando por la Plaza del Ayuntamiento, donde tocaron Bobkat’65 y Bala. Estas últimas, un bombazo que mezcla noise rock, stonner, punk y metal, fueron trasladadas de sitio días antes del comienzo del festival, lo que generó algunas críticas debido a que el cartel de la Laboral quedaba así con un acento exageradamente masculino. Una pena, más que nada, por quien se quedase sin ver a este dúo en el que lo profesional y potente de la propuesta trasciende en cualquier caso al hecho de ser mujeres.
De nuevo en el recinto principal, Origen, The Vintage Caravan y Pingüino se encargaron de calentar motores en una jornada en la que el público, sin miedo a exageraciones, se multiplicó casi por dos. “Volviendo a la adolescencia” con Millencolin, como apuntaron los organizadores, estuvo presente el monopatín de Tony Hawk con el ‘No cigar’ como tema de cierre.
Y ya con el sold out a punto de anunciarse, desde Córdoba, Viva Belgrado se lucieron a golpe de screamo. Están muy rodados y suenan realmente bien. En definitiva, que apetece ya un nuevo álbum después de ‘Flores, Carne’ (2014) y ‘Ulises’ (2016).
Como a todo buen hijo de vecino, a los integrantes de Lagwagon les pasó lo de perder los vuelos, así que su actuación tuvo que aplazarse hasta el último lugar de la velada. Niña Coyote Eta Chico Tornado hicieron suyo el escenario grande y hasta interpretaron su particular versión de «Killing in the Name», de Rage Against The Machine.
Se acercaba la medianoche y la actuación del día, si no del festival. En su habitual y riguroso blanco y negro, The Hives no permitieron que nadie se quedase quieto. “Come on! Come on! Everybody come on!” Y no se hable más. Fue un espectáculo brutal y redondo durante los 50 primeros minutos, sin dejar un respiro a un aforo que entonces estaba ya prácticamente repleto. Eso sí, los 20 últimos minutos sonaron a relleno en exceso, ya que el líder de la banda se dedicó a dirigirse al público más que a cantar. Podrían haberse evitado para no estropear una puesta en escena previa de lo más intensa y auténtica.
Y para surfear el tsunami, qué mejor que Los Coronas, apuesta segura de diversión y buena música. Pusieron la nota de color antes del punk y el skate punk de Bad Religión y Lagwagon. Al acabar, las Old Skool abandonaron la Laboral con las suelas un poco más gastadas, huella de haber vivido un montón de buenos conciertos.
Fotos Tsunami Xixón
Pues da la sensación de que quien quiera que escriba no vio los conciertos de Prodigy, Bad Religion ni Lagwagon