Vagabon – Sorry I Haven’t Called (Nonesuch)
¿Puedo contarte mi mierda? Esa es la contundente pregunta que formula la camerunesa afincada en New York Laetitia Tamko, más conocida como Vagabon. Es una mujer que parte de la dura escena DIY de Brooklyn y, por tanto, está perfectamente legitimada para contarnos su mierda, sobre todo si la cuenta bien. Al fin y al cabo, este ya es su tercer trabajo, un número en la cuenta que siempre suele suponer la confirmación, o desahucio, de un artista. Y ya les anticipo que no es lo segundo.
Sus dos trabajos previos, Infinite Worlds (2017) y Vagabon (2019) llegaron bastante seguidos, aunque trazaron una clara evolución en un sonido cada vez más dirigido hacia lo electrónico. Para su tercer esfuerzo, la cantante se tomó su tiempo. Y no sólo eso: se mudó a una remota aldea al norte de Alemania. Esto fue en 2021 y el disco, que ha sido co-producido junto al miembro de Vampire Weekend Rostam Batmanglij, ha tardado en materializarse dos años. Tiempo más que suficiente para tener las cosas claras y un producto de acabados lustrosos.
Lo demuestra en un trabajo de clara factura electro-pop, que lejos de significar un alarde de oscura introspección, tal como parece apuntar el título de su primer corte, es bastante luminoso. Esto es detectable desde la mismísima “Can I talk my shit?”, con su pausado y sensual ritmo r’n’b, y esos coros a base de vocoder que le confieren un carácter vacilón la mar de sugestivo. Algo que también sucede en “Carpenter”, una canción que imprime la herencia africana de su autora y que es pura melancolía convertida en hedonismo bailable.
Y es que, según parece, este Sorry I Haven’t Called es una especie de mensaje para todas las parejas, rollos o amantes de Vagabon. Una forma de decirles lo que no les dijo en su día, pero de buen rollo. Eso es lo que hace en “You know how”, o más aún, en “Lexicon”, lo más cercano a un hit en potencia del disco y para este que suscribe, una de las canciones del año que cerramos hace poco. “Our lexicon is gone when we dance all night”. Wow, vaya frase.
Y la cosa no queda sólo ahí. Las penas asoman en “Passing me by”, “Autobahn” (qué título más alemán) o “Nothing to lose”, que suponen la fase más reposada, melancólica del álbum, pero no atenúan su luminosidad. Tampoco lo consigue con “It’s a crisis”, pero sí que es cierto que “Do your worst” y “Made out with your best friend” hacen que el tono general resulte un tanto repetitivo, con lo bien que había empezado el disco. Menos mal que la semi-acústica “Anti fuck” cierra el álbum a una altura que vuelve a retomar el pulso firme de un trabajo que no será el mejor del año, pero despierta el suficiente interés en las (elevadas) capacidades de su principal hacedora como para esperar con ganas más de lo suyo.