Zun Zun Egui – Shackle´s Gift (Bella Union )
Imagínense a un guitarrista y cantante natural de Mauritania (Kashal Gaya) junto con una japonesa que se encargue de los teclados (Yoshino Shigihara) además de un batería (Matt Jones) y un bajo (Luke Mosse) ingleses. Tan solo tengan esa curiosa imagen en la cabeza. Y después, escúchenlos con atención porque merecen la pena. Banda originaria de Bristol, Zun Zun Egui, es una suma ecléctica de sonidos, estilos, matices exquisitos y muy sugerentes para oídos sedientos de calidad.
Abanderados del Do It Yourself, esta extraña combinación musical y multinacional han dejado caer a principios de este año una extraordinaria delicatesen llamada Shackles´ Gift (Bella Union, 2015). Si debutaron en 2011 con Katang (Bella Union, 2011), un álbum extraño y que tendía demasiado a la experimentación y a la improvisación, éste pecaba en querer recuperar hacia los últimos segundos de la canción esas melodías que se apreciaban limpias y simples al inicio de los temas, tras improvisaciones instrumentales muy extensas y saturadas. Las canciones eran un tanto largas y los ritmos se volvían muy envalentonados hasta el punto de estragar y de hacerse redundantes si escuchabas el disco de una sola tirada. No terminaban de compactar ni las canciones en su propia estructura ni las con las demás. La sonoridad se estancaba y la variedad ecléctica se centraba estrictamente sobre ritmos rápidos de la no wave con escasos toques de afrobeat y de ese eco africano encomiable en una voz que carecía de energía y protagonismo. Está más que claro que con Katang (Bella Union, 2011) se abrió un pequeño abanico de posibilidades que han explorado de lleno y de forma satisfactoria en su segundo álbum.
Con Shackles´ Gift (Bella Union, 2015) ya no pecan de debutantes. El sonido se perfila y todas las piezas de su engranaje encajan perfectamente. El free jazz se marca de forma puntillosa sin abusar de ello en exceso, como también sucede con esos rasgos vocales que adquieren más protagonismo gracias a los coros, en los parece influir claramente el cantante etíope Tilahun Gessesse. Los teclados recuperan ese sonido setentero al más puro estilo del Ethio jazz de Muluken Mellesse. Está claro que cada instrumento (como el mismo nombre del grupo), tiene una finalidad, un sentido en este batiburrillo de canciones que oscilan del más puro tropicalia al afrobeat. Pero si los rasgos musicales de los años setenta africanos y brasileños se hacen muy explícitos, también participan en este disco, de forma muy inteligente, las melodías de una guitarra sucia y descontrolada pertenecientes a los estilos musicales occidentales como el punk rock o el stoner rock. Pero lo que tampoco podemos dejar de lado es el origen del vocalista ya que es lógico que una de sus influencias más directas sea el artista Joseph Reginald con su característico seggae: una mezcla particular entre el folk mauritano y el reggae más puro y en el que se hace más que notable en la canción «Soul scratch».
La anécdota que envuelve el nombre de Zun Zun Egui es al parecer la que todos nos pensamos. Pero no lo confundáis con un grupo vasco, no, porque no tiene nada que ver. Muchas veces hemos oído todo este nombre junto y como el apellido de algún vasco y la verdad es que su significado (en separado y en euskera) es el siguiente: un grupo de árboles. Pero qué movió al grupo para llamarse de esta forma si aparentemente no hay ningún miembro vasco ni ninguna relación con esta tierra. Porque la pronunciación de Zun Zun Egui se asemeja en japonés a las palabras «rápido, rápido, extraño» según afirma la teclista de la banda, Yoshino Shigihara, durante un viaje que hizo al norte de España.
Shackles´ Gift (Bella Union, 2015) consta de nueve canciones poco usuales y exprimiendo a tope el jugo musical que todos los miembros de la banda aportan con temas tan espectaculares como «Rigid Man», «Soul Scratch», «African tree» o «I Want you to Know». Estos tracks y muchos más componen este LP más que digno de buenos elogios. Es curioso que, además de todo este abanico instrumental y de estilos, se perciban sonidos y melodías cercanos a la sonoridad peculiar de The Mars Volta, como también esas guitarras que rezuman cierta aspereza propia de Kyuss. Diversidad en todos los sentidos y un disco para gourmets del funk, de los ritmos del afrobeat más puro y de los sonidos provenientes de países tan distintos que, sin duda alguna, te hará mover el esqueleto hasta morir rendido y feliz.