Coldplay – Palacio de Vista Alegre (Madrid)
Los británicos Coldplay han pasado en pocos meses, y sin ningún lanzamiento discográfico entre medias, de ser un respetable grupo de salas a dar el peligroso salto a grandes recintos, como el Palacio de Vista Alegre. Ese fue el lugar en el que el pasado 10 de abril la banda liderada por Chris Martín retornó a la capital de España para seguir sacando rentabilidad a su exitoso A Rush Of Blood To The Head.
Tal vez fue la poca variedad con respecto al anterior concierto celebrado en Madrid el mayor defecto de Coldplay. Los dos se iniciaron del mismo modo (los fogonazos de “Politik”) y sus respectivos setlist no variaron sustancialmente, exceptuando alguna leve sorpresa y la variación del orden de los temas, fundamentado en el distinto nivel de aceptación y repercusión que en este lapso de tiempo han ido logrando entre el público.
El directo de los británicos sigue siendo, eso sí, bastante efectivo. El peso de sus actuaciones continúa recayendo en el carisma de Chris Martín, que unas veces parece emular a Bono, otras a Stipe y las más a Yorke, renta más que suficiente para meterse en el bolsillo a un público, en su mayoría quinceañero, conquistado de antemano.
Su sonido continúa bebiendo de las fuentes de Echo & The Bunnymen o U2, pero esta vez el exceso de volumen enturbió en gran medida la claridad y limpieza que los temas tienen en sus dos álbumes. Por el contrario, consiguen maquillar la monotonía de algunos de estos, como “A Rush Of Blood To The Head” o “Spies”, y cuando no lo logran recurren a temas comodín como “Don’t Panic” o “The Scientist” que encandilan de nuevo al respetable.
Entre las sorpresas que Coldplay reservaron al público estuvo un tema inédito, algo más eléctrico que lo que nos tienen acostumbrados, pero que fue acogido con cierta frialdad por parte de las personas que casi abarrotaban el Palacio de Vista Alegre. Frialdad que Chris Martín y los suyos se encargaron de disipar en un instante disparando un épico “Yellow” (otra vez con ese inicio U2 deudor “Where The Streets have No Name”) y “Trouble”, de su primer álbum Parachutes (00). Para los bises se reservaron “Clocks” y el ya clásico “In My Place”, concluyendo con “Amsterdam” tema que también cierra su último álbum.
Lo mejor de la noche fueron sin duda el grupo invitado, Feeder, que con los temas de Comfort In Sound, un mejor sonido y un breve repertorio que fue de menos a más en intensidad, logró ganarse el respeto de quienes habían traspasado tan temprano las puertas de entrada.