Social Distortion + Sex Museum – La Riviera (Madrid)
Si alguien no sabe quiénes son Social Distortion, directamente no le gusta el rock and roll. Puede que sea una extraordinaria biblioteca melómana andante o que no deje pasar ni una sola tendencia musical actual, pero no le gusta el rock and roll, siento ser tan tajante. A todos ellos, les invito a que dejen de leer justo aquí. Por desgracia, a otros muchos ni siquiera les sonará Sex Museum más allá del nombre que leen una y otra vez reivindicado desde fanzines y revistas, sin haber dado ni una oportunidad a una banda que al ser nacional no es cool escuchar. Triste igualmente. A todos los demás van dirigidas estas líneas.
Los suecos Durango Riot fueron los encargados de abrir un triple cartel con una prácticamente vacía Riviera. Sonaron como una revisión actualizada del sonido escandinavo de bandas como Gluecifer o los primeros Hellacopters. Sin éxito, hicieron gala del manido dicho de mucho ruido y pocas nueces.
La cosa mejoró mucho con la llegada de Sex Museum. Contundentes, seguros y ante una audiencia que no era la suya, convencieron incluso hasta a las crestas más straigh edge. Sus rocosos riffs y dosis justas de psicodelia construyeron una actuación solvente en cuyo punto álgido figuró una versión celebradísima del “Fight for your right” de Beastie Boys.
Mike Ness irrumpió comiéndose el mundo escupiendo “Don’t drag me down” y su versión incendiaria de “Ring of fire” con su pose tradicional tocando a las masas. Con una parte de la audiencia compuesta de punks de manual, jovencitos que debían rendir pleitesía al padrino de sus Green Day, NOFX o Rancid y Pin Up’s de flequillo tupido, es difícil que Mike Ness no caiga en el error de una autocomplacencia que le juega malas pasadas en directo, por fortuna no en estudio. La actitud no hará nunca un show, eso es así, si no podemos hoy aplaudir a una leyenda viva del punk rock y mañana otro con la misma devoción lo hará a Luis Fonsi, siendo totalmente comparable. La diferencia está en la muestra, la carne en la parrilla, la transmisión sin buscar contrapartida.
Y de todo eso, por desgracia, hubo poco. Esperemos que el piloto automático mostrado en Madrid por Social Distortion asomara por ser la apertura de gira y falte rodaje. El sonido de la sala, como es habitual, tampoco acompañó: la voz ahogada, las guitarras difuminadas, y para más inri, una banda que pasa desapercibidísima tras el protagonismo absoluto del de Orange County como referente –no busquen aquí semejanza alguna con el tristemente desaparecido Dennis Daniel , el magno pegador Chuck Biscuits, o ni siquiera un Charlie Quintana-.
El set list tuvo carencias de libro. Una obra maestra incontestable para todo fanático –para todos menos Mike Ness, diría yo- como White Light, white heat, white trash (96) fue de nuevo ninguneadísima. No entiendo cómo puede dejar en el tintero temas como “Dear lover” o “I was wrong”. Y más cuando se le da cuartel a temas verbeneros como “Nickels and dimes” o de punk ratonero inicial como “The Creeps”.
No obstante, hubo momentos de comunión absoluta e intensidad flamígera: “Reach for the sky” de su notable último trabajo Sex, love and rock and roll (04) –en el olvido “Don´t take me for granted” y “Footprints of my ceiling”, pecado mortal de nuevo-, fue la cima absoluta que me permitió ganar cuatro filas hasta tocar la valla en un show, eso sí, de alta exigencia física entre el público –el pogo final con “Story of my life” fue de órdago-. “Bad Luck” y “Ball and Chain” también brillaron.
Resumiendo, una velada que pudo dar mucho más de esos treinta años de militancia honesta. En fin, espero que al menos Bunbury, que según cuentan anduvo por allí, lo disfrutara más que yo.