The Mighty Fools – You’re so Good to Me ((Homesick)
Con la música de The Mighty Fools, la cosa está bien clara: su poderosa mezcla de folk y pop, muy en la línea de grupos como The Mountain Goats por su atrevimiento y descaro emocional, es sencillamente cautivadora. La belleza de sus melodías y la frescura de sus composiciones – a todos los niveles – es incontestable y sorprendentemente comparable a la de cualquier grupo, de cualquier lugar del mundo, de cualquier momento. Pero… desde la primera escucha surge la duda: esta gente, exactamente, ¿de dónde son?
The Mighty Fools, alias musical de Miquel Vilella, beben de las fuentes culturales del folk americano con un acierto fuera de toda duda – sus canciones no serían muy distintas si Vilella, en vez de un tarragonés de pro, fuera oriundo de Topeka o Minneapolis– pero el dudosísimo inglés que se canta en su disco pesa cual adoquín al cuello. Claramente You’re so Good to Me es un disco que se toma a si mismo muy en serio y que plantea una propuesta musical y sentimental compleja y muy bien dibujada; pero una vez uno se fija en el acento de Castelldefels con que pronuncia el inglés – la lengua que ha elegido para expresar sus sentimientos – uno lo tiene francamente complicado para tomárselo en serio. Cabría compararlo a un buen disco de cante jondo interpretado íntegramente con acento ruso; interesante, sí, pero sobre todo bizarro.
Y la verdad que es una aunténtica desgracia tener que criticar un disco lleno de música tan buena por una cuestión de pronunciación, un tipo de recriminación cuyo lugar es el aula del colegio y no las páginas de la prensa musical. Pero es algo complicado sobreponerse a momentos como el comienzo de “Kiss and stare” o “Half & half”; y eso que, en cambio, Vilella ha hecho un disco que, lejos de copiar estilos anglosajones sin ton ni son (como, me van a perdonar, el noventa y cinco por ciento de las bandas nacionales), ha sabido absorber décadas de evolución musical y reinterpretarlas en temas que sorprenden y agradan desde los primeros acordes. The Mighty Fools incluso impresionan en el caso de temazos como “What she gathers”, en el que, entre sonidos a lo REM, evocan a los Supertramp más creativos.
Las letras, por lo general, muestran aspiraciones poéticas de gran belleza pero – y siento tener que insistir sobre esto – se resienten del escaso dominio del inglés, y acaban teniendo un ligero aire de acumulación de consultas del diccionario, y por ello tiene en común con otras tantas bandas nacionales una acuciante falta de naturalidad lírica. Es de lamentar que Vilella no hay sido capaz de construirse un lenguaje propio (como, por poner un ejemplo patrio, Manel), pero no se puede negar que hay una cierta belleza en la imaginación que ha vertido en sus letras.
Musicalmente, el disco está lleno de excelentes momentos, de composiciones clásicas que esquivan los tópicos del género con hábiles quiebros y arreglos sorprendentes. Además, luce a lo largo de sus cuarenta minutos una producción muy cuidada. Diez puntos, además, para el exquisito diseño gráfico y el original corte a lo origami del CD (diseño de Christopher Monro DeLorenzo), que reflejan fielmente la delicada sensibilidad que encierra este buen álbum.
En general pues, aquellos que toleren bien el inglés patatero (fans de Bigott, un paso adelante) tienen en You’re so Good to Me una compra obligada; para el resto, recomiendo seriamente darle una oportunidad a The Mighty Fools. Aquí hay madera.